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Al Weiwei pide a la comunidad internacional salvar a los rohinyás de Birmania

EFE

Lausana (Suiza) —

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Al Weiwei, el artista chino contemporáneo más cotizado y conocido disidente, dijo hoy que la comunidad internacional debe actuar para poner freno a la crisis de refugiados rohinyás, que consideró que están siendo víctimas de un “genocidio”.

En la presentación en el Museo de Bellas Artes de Lausana de una exposición retrospectiva de su trabajo desde mediados de los años noventa hasta la fecha, Ai sostuvo que “se está produciendo una inmensa tragedia frente a los ojos del mundo” y que no deben ahorrarse esfuerzos para “detener el genocidio”.

“Es una prueba para la comunidad internacional”, dijo el comprometido artista en una conferencia de prensa para presentar la exposición “D'ailleurs, c'est toujours les autres” (Por cierto, siempre son los otros).

La violencia contra la minoría musulmana rohinyá en Birmania ha provocado el éxodo a Bangladesh de más de 400.000 personas en menos de un mes, el último episodio de una serie de crisis de refugiados en las que Ai ha centrado su trabajo artístico de los últimos años.

A esta problemática ha dedicado el filme documental “Human Flow”, que compitió en el último Festival de Venecia y cuya realización el artista describió hoy como “como una travesía personal para entender qué es lo que lleva a 65 millones de personas a ir lejos de sus hogares”.

Desde Turquía, Grecia, Gaza, Kenia y Bangladesh hasta la frontera de México con Estados Unidos, Ai fue de un lugar a otro “para intentar entender qué está pasando, a través de distintas historias y en diferentes entornos”.

A sus detractores, a los que le critican por su éxito en los circuitos comerciales del arte, por no vivir en China o por su omnipresencia en las redes sociales, Ai les contestó que actúa como “un hombre libre” y “sin miedo”, y que por eso ha regresado a China -en cortos viajes- después de haberse instalado en Berlín.

“No tengo ningún miedo porque lo que hago no lo hago solo por mí, sino por la generación de mi padre y de mi hijo, pero mi hijo tiene ocho años y no creo que para él sea justo estar en China”, confesó.

El artista fue detenido en 2011 sin mediar una orden oficial por un supuesto delito económico y pasó 81 días encarcelado mientras se le investigaba, pero fue liberado y nunca condenado.

Pasó cuatro años sin poder salir de China y en julio de 2015 recuperó su pasaporte y viajó finalmente a Alemania para instalarse en Berlín, donde vivía su hijo.

Aunque ha viajado dos veces a China y cada vez ha podido salir del país, el artista reconoció que “cualquier cosa puede pasar... es imprevisible”, tras recordar que tiene numerosos amigos activistas que son actualmente prisioneros políticos.

“Por lo demás, sé cortar el cabello, he hecho trabajos duros, así que sé cómo sobrevivir con poco”, agregó.

De la política en su país, donde el Partido Comunista de China celebrará el próximo mes su XIX Congreso para un reajuste del liderazgo de sus principales órganos, Ai comentó que el gobierno “no confía en el pueblo y por eso no le da la posibilidad de votar”.

En su opinión, esto no permite desarrollar la responsabilidad individual, ni es beneficioso “para la creatividad o la imaginación”.

Ai sostuvo que más allá de la presión que intentan ejercer las autoridades chinas cada vez que se prepara una exposición suya, lo que le sorprende es que el sector privado, en particular los bancos, cuando escuchan su nombre “hacen una mueca”. “Y piensan que no es bueno que mi nombre se asocie al de ellos por los problemas que esto les puede causar”, explicó.

Sobre su sobreexposición mediática, el artista recordó que ha cumplido sesenta años y que, en esta etapa de su vida, no sabe cuánto tiempo tiene por delante y cada proyecto requiere uno o más años de preparación. De modo que “intento ver hasta dónde puedo ir”, afirmó.

“Se trata también de mi propia salvación... y si alguien se siente inspirado o alentado por mí, esto me hace feliz”, comentó.

Sobre la exposición que le dedica a partir de este viernes el Museo de Bella Artes de Lausana, Ai se mostró entusiasmado de regresar al país en el que -según él mismo dijo- empezó su carrera internacional.

En 2004, el Kusnthalle de Berna presentó la primera exposición individual del entonces desconocido Ai Weiwei, que hoy, 17 años después, lo recordó ante la prensa calificándose a si mismo como “un producto suizo”.

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