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El 'Diario de los asesinos' y otras publicaciones insólitas

Portada de Diario de los asesinos. Editorial La Felguera

Carmen López

Barcelona —

A principios del siglo XXI nació en España un colectivo artístico y activista que basaba su ideario en el hurto a las empresas multinacionales. Sus acciones iban desde la apropiación de eslóganes publicitarios [“Hay cosas que el dinero no puede comprar. Para todo lo demás, Yomango”], la difusión de manifiestos firmados por el seudónimo colectivo de Luther Blissett, tutoriales de hurto en Youtube o las publicaciones El Libro rojo de Yomango y El Libro Morado de Yomango.

Estos dos últimos se convirtieron en todo un símbolo y un auténtico manual de trampas para sortear los controles de los grandes almacenes anulando las alarmas de los productos con todo tipo de elementos: tijeras, imanes o los ceniceros de papel de aluminio que antes eran habituales en los locales de comida rápida.

Lo que no contaban era que todo esto ya se había hecho antes. Otros cerebros habían impreso y difundido a través de un periódico otras indicaciones para cometer robos, aunque ligeramente más sangrientos (y falsos): “Billetes de banco en el jergón. Vieja, completamente sorda pero no muda; se le puede cortar el cuello”. Era el Diario de los asesinos, un periódico satírico y salvaje publicado en Lyon en 1884. Sus páginas se recogen ahora en un sólo volumen gracias al afán de investigación y curiosidad de la editorial La Felguera, que añade un número más a su colección de publicaciones insólitas (quizá dentro de un par de siglos un editor las recupere con la misma sorpresa y fascinación siguiendo así la cadena).

La primera pregunta que surge al encontrarse ante el libro es ¿de dónde han sacado esto? Desde la editorial comentan: “Desconocíamos por completo la existencia de este periódico. Fue un amigo el que nos lo nombró y nos puso tras la pista de esta 'joya periodística'. Tras descubrirlo, simplemente no podíamos creer lo que teníamos delante de nuestros ojos. Diez fantásticos números llenos de humor salvaje y refinada sátira. Teníamos que publicar algo así”. Además de las maniobras para el hurto, el periódico también ofrecía consejos para asesinar, levantar monumentos en honor a criminales y ofertas de empleo para estranguladores, entre otros temas.

Mario Rivière ha sido el encargado de ilustrar este Diario de los asesinos. Órgano oficial de acuchilladores y ladrones, con guillotinas, dagas y demás elementos detallados. “Mario se dedicó a leer e investigar con intensidad sobre los asesinos que debía ilustrar para poder tener en cuenta hasta el más mínimo detalle a la hora de realizar su trabajo. ¡Y eso que él ya es un auténtico experto en la materia!”.

No es que Riviére se dedique al crimen organizado, pero al ver su portfolio se entiende la referencia: ninguno de sus dibujos encajaría en Disney.

De la historia y los editores del periódico poco se sabe. Se camuflaban tras los nombres de ilustres representantes del sector homicida como el asesino en serie Jean-Baptiste Troppmann. Así, además de añadir (aún más) misterio a la publicación, sus autores consiguieron sortear la intervención de la censura. Y eso que a los prohibidores el periódico debía parecerles una golosina: “Sus odas a la guillotina, al asesinato y al pillaje de todo tipo hoy serían difíciles de encontrar, y tal vez serían censuradas incluso por los sectores más liberales siguiendo la norma de lo políticamente correcto”.

Un mundo insólito de publicaciones

Es difícil encontrar ejemplos similares al periódico francés. Desde La Felguera afirman: “Podría tener que ver con publicaciones satíricas que tienen la actualidad política y cultural como protagonista. Sin embargo, lo salvaje de su humor lo hace único”.

Cierto es que en la actualidad se ironiza sobre cuestiones políticas y sociales en periódicos como Mongolia, pero las bromas sobre el ámbito del crimen y los sucesos extraños son menos habituales (sin tomar en cuenta las revistas que los tratan con seriedad como Más allá de la ciencia).

Sin embargo, no se puede olvidar que durante algún tiempo los quioscos alojaron algunas joyas inolvidables del género. Es el ejemplo del semanario El Caso, una de las publicaciones más famosas del siglo XX y que aún pervive en el recuerdo colectivo. Fundado en 1952 por Eugenio Suárez y compañeros del Diario Madrid, pasó de tener una tirada inicial de 10.000 ejemplares hasta alcanzar los 400.000 en su momento álgido (número que no han conseguido demasiadas publicaciones).

Conocido también como “el diario de las porteras” sus páginas narraban sucesos trágicos y crímenes pavorosos que, automáticamente, captaron la atención de un público acostumbrado a la información pasada por el filtro de la censura franquista y eclesiástica.

Historias como las de El Lute o el asesino Jarabo -que mató a dos hombres y dos mujeres, una de las cuales estaba embarazada- fueron algunos de los grandes hitos de la crónica negra del país que recogió la publicación. Su edición en papel terminó en 1997.

Coincidiendo casi con el final de El Caso, hizo su aparición en España Noticias del Mundo, la edición nacional de famoso Weekly World News estadounidense. Sus noticias eran casi en su totalidad ficticias, aunque en más de una ocasión algún lector se dejó impresionar por sus titulares al pasar por el quiosco (algo parecido a lo que sucede ahora con las noticias de El Mundo Today, uno de sus claros sucesores). De hecho, el programa matinal Fox & Friends de la cadena Fox dio por verídica una noticia publicada por WWN en la que se afirmaba que la ciudad de Los Angeles había comprado 10.000 mochilas propulsoras para sus departamentos de policía y de bomberos.

La versión patria estaba compuesta, básicamente, de reportajes traducidos del inglés, como la famosa historia de El niño murciélago (que llegó a enamorarse) o los siameses que ganaron un concurso de baile. Pero también incluyó propias como la noticia de la cara de Chiquito de la Calzada aparecida en una pata de jamón serrano o la del hijo secreto de Elvis que vivía en Murcia.

Según se comenta en Internet, en su número 41 los editores anunciaron que debido a una investigación que estaban llegando a cabo, la redacción se iba al Triángulo de las Bermudas. Nunca más se volvió a publicar. WWN dejó de editarse en papel en 2007, aunque se mantiene online y el niño murciélago tiene su propio libro. No hay tantas publicaciones de información seria que pueden presumir de llevar 36 años en activo, lo cual da qué pensar.

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