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Skrillex, el DJ que tu madre no quiere para ti

El príncipe del EDM.

Jesús Rocamora

La prensa insiste en hacernos elegir: Skrillex, sí; Skrillex, no. Skrillex, el productor descerebrado de la generación nini. Skrillex, el DJ de oro, uno de los mejores pagados del mundo según Forbes y portada de este mes de la edición americana de RollingStone porque él lo vale. Skrillex, el macarra que se afeita la mitad de la cabeza, se perfora las orejas y el intruso en el Sónar, el hortera en su nave espacial 4x4 todoterreno. Skrillex, el Fatboy Slim de los emo-kids reciclados en la pista de baile. Skrillex, el rey de los resacones en Las Vegas, el rey del mal gusto. Skrillex, sí; Skrillex, no. ¿De qué lado estás?

El debut de Skrillex no llega tarde. Sencillamente, hasta ahora no le hacía ninguna falta: ha conseguido durante dos años seguidos el Grammy al mejor álbum de música electrónica sin ni siquiera tener un álbum, así que imaginen la prisa que tendría por debutar en formato largo. Si acaso, en estos meses ha pasado de ser el segundo DJ mejor pagado del mundo al noveno, aunque sus ingresos siguen rondando los 15 millones de dólares según Forbes.

Estilísticamente, ha copiado a unos y a otros en singles y EPs, pasando del macarreo bigotudo de Justice a la finura de Burial, y por el camino ha creado un estilo propio (brostep, dice que se llama) que bebe a partes iguales de la rave y del metal: acelerado, monolítico, que te golpea directo en la cabeza y los pulmones y que es negro como tu corazón.

Recess sólo podía nacer de un videojuego, de un matamarcianos. Bueno, de una app para móviles, que para eso hablamos de música hecha aquí y ahora. Y como LP nacido en una época donde los LP no tienen el peso de antaño, descansa fundamentalmente en las colaboraciones con otros artistas.

Skrillex ha prendido fuego a su agenda: su pop para las masas tocado en clave de rave (pensado para existir en clubs, discotecas y fiestas de todo el mundo) salta de Jamaica (Diplo, Mishka) a Corea (G-Dragon, estrellas del K-pop), con parada en las nuevas caras de EEUU (Chance the Rapper) y con su debido homenaje a viejas glorias del jungle y el breakbeat británico (Ragga Twins), del que en parte bebe tanto la EDM.

Aquí cabe de todo, del moombahton (Alvin Risk) al indie pop (Passion Pit). Recess puede ser zapatillero cuando quiere, abusando de voces pituferas y lanzando rayos láser por dedos y ojos, pero también ultradiofriendly (como en Coast is Clear y en la fiestera Recess) y hasta terriblemente empalagoso y hortera a la manera de Guetta (la versión de Ease My Mind de Niki & The Dove: épica y declaración de amor hacia el DJ). No es, en cualquier caso, un disco ni una música de matices, pero eso ya lo sabías antes de leer esto.

A mediados de los noventa, los indies se reciclaron en la pista de baile gracias a la lectura en clave rock que de la electrónica hacían gente como los Chemical Brothers, el mencionado Fatboy Slim o incluso Prodigy: era la única manera de entrar en un mundo donde se hablaba otro lenguaje.

También bramaron los puristas entonces. En una entrevista del pasado verano para la edición española de RollingStone, Ritchie Hawtin decía esto: “No estoy en contra [de la EDM], más bien doy la bienvenida al fenómeno. Como cultura sonora, necesitamos caminos para invitar a entrar a la gente joven. Para mí es una puerta. Yo no empecé como oyente con el techno de Jeff Mills o Basic Channel, sino con Soft Cell, Erasure, Yazoo, The Human League e, incluso, Depeche Mode”. Eso mismo. No es condescendencia hacia los más jóvenes: es memoria.

CANCIÓN DE LA SEMANA

Svper: Nuevo cisne de piedraNuevo cisne de piedra

Pegasvus, el debut del dúo formado por el productor Sergio Pérez y Luciana Della Villa, fue una de las mejores cosas que pasó por aquí en 2012. Tirando de sintes retro y krautrock cromado como la carrocería Optimus Prime, pusieron en movimiento un pop electrónico elegante y retrofuturista. Por problemas legales, el grupo cambió hace unos meses su nombre por Svper y parecía estar ahí, esperando el mejor momento para regresar.

Nuevo cisne de piedra, su nueva canción, se presentó la semana pasada con motivo de su actuación en Austin dentro del festival South By Southwest (SXSW). El grupo todavía no ha anunciado si el tema forma parte de un posible nuevo disco, que en teoría tendríamos que esperar para este año, o si es algo aislado. En cualquier caso, el giro dream-pop les ha sentado de maravilla.

CLÁSICO DE LA SEMANA

The Monks: Black Monk TimeBlack Monk Time

La semana pasada murió Gary Burger, a los 72 años, vocalista y guitarrista de The Monks. Considerados precursores del garage rock y del punk, la historia de The Monks es la de un grupo de exmilitares en la Alemania de la Guerra Fría: allí montaron un grupo a mediados de los años sesenta, en 1964, grabaron su único disco (Black Monk Time, 1965), se cortaron el pelo a lo monje y actuaron en algunos clubs vestidos como tales, sólo para desmontar la banda en 1967 y regresar uno a uno a su país, convirtiéndose en una anomalía que sólo el tiempo pondría en el sitio que le corresponde.

Y cualquiera diría que alguna vez fueron soldados norteamericanos. Así arranca Monk Time, la canción encargada de abrir el disco:

Alright, my name's Gary.

Let's go, it's beat time, it's hop time, it's monk time now!

You know we don't like the army.

What army?

Who cares what army?

Why do you kill all those kids over there in Vietnam?

Mad Viet Cong.

My brother died in Vietnam!

James Bond, who was he?

Stop it, stop it, I don't like it!

It's too loud for my ears.

Pussy galore's comin' down and we like it.

We don't like the atomic bomb.

Stop it, stop it, I don't like it... stop it!

Su sonido característico, crudo, ruidoso, y cierta experimentación con los instrumentos, los coloca hoy a la vanguardia (más cabreada y borrachuza) del rock.

La idea inicial del grupo era darle una vuelta de tuerca al rock'n'roll, y, después de un año trasteando y probando con los instrumentos, lo consiguieron aplicando a la fórmula conocida un banjo eléctrico, ritmo marcial, guitarras y teclados desquiciados y destellos de feedback, un recurso al que Burger llegó por su cuenta tras colocar la guitarra cerca del amplificador y que aprendió a controlar rápidamente. Según contaba Eddie Shaw, bajista del grupo, “fue como el sonido del Titanic arañado por un iceberg. Aquello fue como descubrir el fuego”.

Otro aspecto fundamental fueron las ganas de la juventud alemana de entonces por vivir lo mismo que la juventud del resto del mundo, y por ello y por la forma en que reinterpretaron la tradición a su propia manera, también se ha considerado al grupo como influyente en el nacimiento del kraut-rock en la Alemania de posguerra y prepunk, o al menos como un vínculo perdido entre América y Europa, como contaba Cope en su fundamental libro Krautrocksampler:

“Black Monk Time es una gema nacida del aislamiento y de la horrible certeza de que no hay nadie escuchando lo que estás diciendo. Y The Monks sacaron ventaja artística de esta afortunada/desafortunada posición como músicos americanos en un país que estaba desesperado por algo real”.

VIDEOCLIP DE LA SEMANA

Against Me!: Black Me OutBlack Me Out

De Against Me!, de su reciente disco Transgender Dysphoria Blues y del proceso de Laura Jane Grace ya hablamos largo y tendido aquí mismo hace unas semanas. El grupo ha presentado ahora el videoclip del tema Black Me Out, segundo single del álbum, que ha sido dirigido por el actor Joshua Mikel y que juega con la animación, las sombras y el teatro de marionetas, y con imágenes reales del grupo en blanco y negro.

Ojo, de nuevo, a la letra: “I want to piss on the walls of your house / I want to chop those brass rings off your fat fucking fingers / As if you were a kingmaker / Black me out”.

SESIÓN DE LA SEMANA

Uproot Andy

Según cuenta Uproot Andy, su primer acercamiento a la música tropical fue a través del reggaetón. “Pero un día, una amiga mía me preguntó si me gustaba la salsa y me di cuenta de que ni siquiera sabía lo que era. Aunque reconocía el término como género musical, no lo conocía de verdad. Me puse a escuchar a Willie Colón y Hector Lavoe y, entre otras, me enamore de su canción Aguanile. Compré el vinilo y lo ponía muy fuerte en mi apartamento en Brooklyn hasta que mis vecinos se quejaron. Me impactó mucho cuánto me apasioné con esa música que había existido toda mi vida y a la que yo ni siquiera le había prestado atención. Digamos que me cambió la vida y me hizo querer encontrar el resto de esa música que me estaba perdiendo”.

Uproot Andy organiza cada mes la fiesta Qué Bajo, que también ha convertido en sello. Y ha grabado esta mixtape para Noisey México. La playlist completa y una entrevista de acompañamiento pueden consultarse aquí.

FESTIVAL DE LA SEMANA

Sound Isidro

Según sus organizadores, Sound Isidro es “un nuevo ciclo musical nacido en Madrid, ideado y producido por profesionales madrileños con la clara intención de convertirse en referente en el panorama cultural y de ocio de la capital”. La idea es que, a partir de abril, y hasta octubre, se celebren conciertos mensuales de “artistas consolidados de la escena nacional, grandes nombres internacionales y bandas emergentes con base en la capital”. Además, en noviembre se celebrará un festival de tres días. En total, más de 50 artistas de diferentes géneros y estilos en tres salas madrileñas, Joy Eslava, But y Charada.

Aunque las entradas para el concierto de Nacho Vegas (15 de mayo) ya están agotadas, se pueden consultar el resto de recitales y fechas en su página de Facebook.

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