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Una gala recuerda en Valladolid el centenario de la bailarina Mariemma

Una gala recuerda en Valladolid el centenario de la bailarina Mariemma

EFE

Valladolid —

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Hija de un ama de casa y de un artesano zapatero de la España rural de principios del siglo XX, la bailarina y coreógrafa Mariemma (1917-2008) nació en Íscar (Valladolid) el 10 de enero de 1917, hoy hace cien años que han sido recordados a través de una gala celebrada en Valladolid.

Ha sido en el Teatro Zorrilla de esta capital, en el mismo escenario donde en 1939 estrenó su sobrenombre artístico durante una actuación, recién finalizada la Guerra Civil e iniciada la II Guerra Mundial de la que huyó con su familia desde París, su lugar de residencia.

La gala ha contado con la participación de miembros del Real Conservatorio Profesional de Danza y del Conservatorio Superior de Danza “María de Ávila”, ambos en Madrid, y la participación de bailarinas del Ballet Nacional de España como Cristina Aguilera y Sara Arévalo, además de discípulas directas como Carmen Orta y Mayte Bajo.

Guillermina Teodosia Martínez Cabrejas, como así se llamaba, abandonó España cuando apenas contaba dos años de edad, en compañía de sus padres y de sus hermanos en busca de una vida mejor hacia París.

A los cinco años ya bailaba por los cafés-cantantes y salones de belleza parisienses las sevillanas y jotas aragonesas que aprendió en su casa, y un lustro más tarde ingresó en la Escuela de Danza del Teatro Chatelet de París, donde no tardó en convertirse en una de sus primeras bailarinas.

Con apenas 22 años hizo su presentación en España como bailarina, el 10 de enero de 1940 en el Teatro Calderón, también en Valladolid, donde una placa clavada en su memoria luce una de las frases que mejor definió su trayectoria: “La danza es para mí un deseo incontestable, un impulso irrefrenable de despegarme del suelo físico y espiritualmente”.

A su condición artística, como bailarina y coreógrafa, unió la de pedagoga y profesora para transmitir a las nuevas generaciones la danza clásica española a partir de la Escuela Bolera, la estilizada, el flamenco y el folclore, que paseó por los principales escenarios de Europa, América y Asia.

En 1943 debutó en el Teatro Español de Madrid como despegue definitivo de una trayectoria que mereció, entre otras distinciones, el Premio Nacional de Danza (1950), el Premio Nacional de Coreografía (1955) y la Medalla de Oro el Mérito en Bellas Artes (1981).

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