De pequeña pensaba que el mundo era un lugar comprensible, que los niños y niñas iban al colegio mientras su padres y madres trabajaban, que las tardes largas y flexibles como un chicle eran para jugar en el parque, los veranos eternos para disfrutar bajo el sol, y las frías navidades madrileñas para recibir a los reyes magos que venían desde oriente a traernos regalos. No sabía que existían las fronteras y además, ingenuamente, pensaba que siempre, o casi siempre, ganaban los buenos, como en las películas.
Como dice Benedetti en uno de sus maravillosos poemas: “Cuando éramos niños los viejos tenían como treinta, un charco era un océano, la muerte lisa y llana no existía”
Ahora ya tengo más de 30 años, algunas canas, muchas dudas y unas cuantas certezas. Pero sigo soñando, con que un mundo más justo es posible, y en cualquier caso, sigo creyendo que merece la pena luchar por conseguirlo, por nosotras, por nuestras hijas.
Por eso, me gustaría que las reinas magas me dejasen como regalo un mundo más solidario, más igualitario, más justo, más feministamás feminista. Quiero despertarme y que a mi alrededor la gente no tenga miedo, miedo a no poder pagar la factura de la luz, a no encontrar trabajo, a no poder comprar libros para sus hijos, miedo a que le quiten la casa, miedo a no llegar a fin de mes, miedo a tener miedo.
Quiero un 2017 que haga frente al cambio climático, que nos devuelva la sanidad universal, que dé acogida a las personas refugiadas y migrantes para así dejar de sentir vergüenza de esta Europa que traiciona sus propias leyes y principios. Quiero unos políticos valientes, que respondan ante la ciudadanía y no antes los intereses de grandes corporaciones económicas, quiero una fiscalidad justa que garantice ingresos suficientes para financiar unos servicios públicos de calidad.
Quiero que todas las personas tengan unos ingresos mínimos para poder tener una vida digna, unos salarios decentes que permitan cubrir los gastos básicos (vivienda, comida…). Quiero un país sin desahucios donde los bancos no se enriquezcan machacando a la mayoría, como dicen Calle 13 y Silvio Rodríguez en su canción “los banqueros ahora dan viviendas y comida”.
Quiero caminar por la calle con la tranquilidad de saber que vivo en un mundo en el que todas las personas tienen acceso a medicamentos, que nadie muere por una tuberculosis, por no poder pagar una vacuna, por la falta de atención adecuada en un parto, porque ya no vivimos en un campo de batalla donde las brechas y la desigualdad aumentan.
Quiero un futuro en el que ninguna amiga me pueda contar que el responsable de recursos humanos le ha preguntado en una entrevista de trabajo “¿piensas quedarte embarazada?”, quiero amanecer en un país feminista en el que que no haya asesinatos por violencia de género, ni alcaldes que desprecien a las feministas y se sorprendan de que existan en el siglo XXI, un país sin machismo ni micromachismos, ni juguetes sexistas.
Y como dice Gioconda Belli en un hermoso poema “Ampara, pero ampárate primero. Guarda las distancias. Constrúyete. Cuídate. Atesora tu poder. Defiéndelo. Hazlo por ti. Te lo pido en nombre de todas nosotras”.
Pues eso, queridos reyes magos, queridas reinas magas, os pido ese nuevo mundo, en nombre de todas nosotras.
Sobre este blog
¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
