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Las empresas sufren la primera oleada de rebajas de las agencias de rating ante el fulgurante deterioro económico

Sede de Standard & Poor's.

Antonio M. Vélez

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El fulgurante deterioro que está sufriendo la economía global por la expansión de la pandemia del coronavirus ha propiciado una sucesión de rebajas a la nota de la deuda por parte de las agencias de rating en las últimas semanas. Empresas de sectores como el de la automoción, la aviación o el petrolero, entre otros, están entre las más afectadas por las rebajas de estas entidades.

“La velocidad con la que la pandemia de coronavirus está evolucionando requiere otra ronda de enormes recortes de los pronósticos de crecimiento”, advertía este jueves una de las tres grandes firmas del sector, Fitch, que ahora espera que la actividad económica mundial caiga un 1,9% en 2020, con el PIB de Estados Unidos retrocediendo un 3,3%; el de la eurozona, un 4,2%; y el de Reino Unido, un 3,9%; mientras que China crecería por debajo del 2%.

El miércoles, otra de las tres grandes firmas de este negocio, la también estadounidense S&P, publicaba un extenso análisis sobre el impacto de la COVID-19 en el que señalaba que las medidas de contención para frenar la expansión de la enfermedad, que han obligado al confinamiento total o parcial de unos 3.000 millones de personas y han sumido a las mayores economías del mundo en un estado próximo a la “hibernación”, unidas “al histórico colapso en los precios de la energía”, suponen “una significativa presión sobre la solvencia en todo el mundo”.

Según S&P, las compañías con un rating igual o inferior a B- (al borde de la categoría “de alto riesgo”) “probablemente sean las que más sufran rápidas transiciones de su rating” (a la baja, claro) en las próximas semanas, mientras que las que tienen el grado de inversión (BBB o superior) “están mostrando cierta resiliencia”.

Esta agencia, que prevé un incremento en la tasa de impago de la deuda especulativa (la que peor nota tiene) “superior al 10% en Estados Unidos” y de cerca del 10% en Europa, considera que “la masiva respuesta política de los bancos centrales y gobiernos de todo el mundo probablemente amortiguará el golpe, en particular en lo relativo a la liquidez del mercado financiero”.

El mundo viene de acumular una burbuja de deuda corporativa y soberana al calor de las políticas expansivas de los bancos centrales y el escenario no invita al optimismo. Las agencias, que en la crisis financiera de 2008 cometieron graves errores al no ver venir los riesgos de las hipotecas basura en Estados Unidos, llevan semanas aplicándose con las rebajas.

Entre el 3 de febrero y el 31 de marzo, S&P había realizado 682 acciones de rating “negativas” a medida que iba escalando la crisis del coronavirus, de las que 468 afectaban a compañías cuya deuda tiene grado “especulativo”. Los sectores de medios de comunicación, hotelero y de ocio, comercio, transporte y automoción han sido los más afectados.

Por su parte, Moody´s ha rebajado solo en marzo la nota de cerca de 300 compañías de todo el mundo. El pasado día 25 advertía de que el coronavirus “causará un shock sin precedentes sobre la economía global” y dos días después, pronosticaba que la tasa global de quiebras a un año va a situarse en una ratio del 6,8% en caso de una rápida recuperación, en el 16,1% si la crisis es similar a la de 2008 y en el 20,8% en el supuesto de una recesión “severa”. La tasa de paro en la UE se situaría en una horquilla máxima de entre el 9,7%, el 12,5% y el 15%, en función de esos tres escenarios.

Uno de los últimos movimientos de esta agencia ha sido rebajar este jueves la deuda a largo plazo de Repsol, hasta situarla en Baa2 con perspectiva “negativa”, días después de que S&P decidiera mantenerla. La petrolera española pertenece a uno de los sectores más golpeados en esta fase inicial de la crisis. Como señalaba el miércoles la Agencia Internacional de la Energía (AIE), “el mundo del petróleo ha visto muchos shocks a lo largo de los años, pero ninguno ha golpeado a la industria con la ferocidad que estamos viendo hoy”.

Si bien este jueves la cotización del crudo se disparaba tras anunciar Donald Trump un acuerdo entre Rusia y Arabia Saudí para recortar su producción y poner fin al desplome de los precios que ha sufrido esta materia prima en las últimas semanas, el sector lleva semanas bajo el radar de las agencias.

El 10 de marzo, la víspera de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarase oficialmente el brote como una pandemia, la agencia Reuters advertía de que se avecinaba una “tormenta” de rebajas del rating de países dependientes del crudo y de las compañías petroleras, que necesitan endeudarse de forma masiva para financiar sus cuantiosas inversiones. Según contaba ese mismo día Financial Times, solo en Estados Unidos las petroleras tienen unos 110.000 millones de dólares en deuda emitida en circulación.

Desde entonces, países productores como Colombia (el pasado miércoles) y, la semana pasada, Kuwait, México y Omán, han visto rebajada su nota, junto a empresas como la propia estatal mexicana Pemex, el gigante Exxon Mobil, la también estadounidense Occidental (que el año pasado cerró la compra de Anadarko por unos 48.000 millones de euros) o ahora, Repsol, entre muchas otras.

Aerolíneas y automoción

El primer arreón de rebajas de rating ha afectado también especialmente al sector de la aviación (Boeing, Airbus, IAG, Easyjet, Virgin Australia, SAS, TAP, LATAM, Southwest…), que según la última estimación de IATA va a perder más de 226.000 millones de euros en esta crisis y se está viendo abocado en muchos casos a rescates con dinero público para evitar la quiebra. Otra de las industrias que más ha sufrido en las últimas semanas es la de la automoción, con recortes a la calificación de la deuda de firmas como BMW, Ford (que está en el nivel de bono basura), Piaggio, Toyota, Honda y Nissan o, en el negocio de componentes, la española Gestamp.

En líneas generales, los bancos todavía no se han visto especialmente afectados por las advertencias de las agencias, si bien en el caso de España Fitch recortó la semana pasada la perspectiva de los ratings de Santander y Caixabank y puso en “vigilancia negativa” los de BBVA, Sabadell y Bankia. Ese movimiento lo han repetido esta semana S&P y Moody´s con Telefónica, El Corte Inglés, Aena y las matrices de Parques Reunidos y Port Aventura.

Entre las compañías nacionales que han visto recortado su rating en las últimas semanas están otras como Ence, Prisa, Codere, Cirsa, Tendam (dueña de Cortefiel) o NH. En el caso de la hotelera, Fitch, la misma agencia que el 17 de marzo pronosticaba un “impacto limitado” de la pandemia para el sector hotelero, asignaba el miércoles la nota -B con perspectiva negativa por su “alta exposición a la disrupción del coronavirus”. Según esta agencia, la restricción de movimientos de los ciudadanos va hacer que la “normalización progresiva” de la ocupación hotelera no comience hasta el último trimestre de este año.

Pese a ser uno de los países más golpeados por la pandemia, España se ha librado por ahora de un recorte de su nota, que S&P y Moody´s mantuvieron el mes pasado en A y Baa1, respectivamente. En el caso de Reino Unido, sexta economía del planeta, Fitch rebajó el viernes la suya de AA a AA-, con perspectiva negativa. Una calificación que sigue siete tramos por encima del nivel de bono basura en la escala de esta agencia, superior a la que asigna a España (A-) y equivalente a la de países como Estonia, Qatar o Taiwan.

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