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La economía española creció un 2,5% en 2023, cinco veces más que el conjunto de la eurozona

El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, en la Comisión de Economía en el Senado, el pasado jueves.

Daniel Yebra

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La economía española creció un 2,5% en 2023, cinco veces más que el conjunto de la eurozona. El INE ha confirmado este martes que el PIB (Producto Interior Bruto) avanzó un 0,6% en el cuarto trimestre, superando todas las expectativas y liderando a los países desarrollados.

Principalmente, por la resistencia del consumo de las familias a la inflación y a las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) y por la fortaleza del sector exterior, gracias al fuerte aumento de las exportaciones (con un destacado y novedoso comportamiento de la venta de servicios de consultoría y relacionados con las nuevas tecnologías) y al 'boom' de turismo.



El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, ha recalcado algunas claves de esa resistencia del consumo de los hogares: “La afiliación [de trabajadores a la Seguridad Social] marca récord y roza ya los 21 millones de afiliados. Prácticamente 4 de cada 10 empleos creados en la eurozona en 2023 fueron en España”.

“La inflación se ha reducido en 8 puntos en apenas un año y medio, tras el pico del verano de 2022. Su moderación está siendo compatible con el crecimiento”, ha añadido este mismo martes. Ambos factores, junto con las subidas de los salarios, han permitido a las familias recuperar poco a poco parte del poder adquisitivo perdido desde 2021.

La mayor aceleración en un trimestre desde la primavera de 2022

Además, el destacado incremento del PIB en la recta final de 2023 apoya “el objetivo de crecer un 2% en 2024”, según defiende el Gobierno de coalición. El avance del 0,6% es el mayor desde el rebote del segundo trimestre de 2022. Nuestro país completó la recuperación tras el shock de la pandemia hace cerca de un año y medio.



Este crecimiento y la fortaleza del mercado laboral ha permitido que el déficit público (el desequilibrio entre los ingresos y los gastos del Estado) finalizara en el 3,7% en 2023, “batiendo todas las previsiones y cerrando casi en su totalidad la brecha con la situación pre COVID”, ha incidido Carlos Cuerpo. De hecho, la recaudación tributaria alcanzó un récord de 271.935 millones el año pasado.

Al cierre de 2023, el nivel de PIB supera ya en casi 3 puntos porcentuales al nivel de 2019, el de antes de la crisis de la COVID. Precisamente, el consumo de las familias no concluyó la recuperación hasta el último trimestre del año pasado, lastrado por el golpe de las subidas de precios y por el encarecimiento de la financiación, por culpa de la agresiva estrategia del BCE para luchar contra la inflación.



En compensación, uno de los principales apoyos de la actividad ha sido el gasto público, que ya es más de 10 puntos porcentuales más alto que en 2019, favorecido en parte por el Plan de Recuperación. Por otro lado, se observa una evolución muy positiva de las exportaciones sobre la base de la recuperación de la competitividad de las empresas.

Así, la debilidad del sector exterior se presenta como el mayor obstáculo para la economía de España en 2024, por la mayor desaceleración de Alemania, Francia, Italia o del conjunto de la eurozona (los principales socios comerciales de nuestro país), que incluso lidian con el riesgo de caer en recesión técnica (dos trimestres consecutivos de contracción del PIB). Una situación que no se contempla en España.

Las previsiones apuntan a que el consumo de las familias seguirá resistiendo por la bajada de inflación, por los recortes de los tipos de interés del BCE, las medidas de protección de los ingresos (como los incrementos del SMI y de las pensiones), por la retirada progresiva del resto de medidas contra las subidas de precios (como la bajada del IVA de los alimentos básicos, de la factura de la luz o el mantenimiento de los descuentos en el transporte público) y por las mejoras salariales en general (aunque estén siendo insuficientes para recuperar el poder adquistivio perdido en los últimos años).

Los grandes problemas para los hogares en España seguirán siendo la inaccesibilidad de la vivienda, sobre todo en las grandes capitales, y la desigualdad. La Encuesta de Condiciones de Vida de 2023 confirmó que la respuesta social a los quebrantos encadenados de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania ha llevado la desigualdad a mínimos. Sin embargo, la inflación y el mercado de la vivienda siguen dañando el poder adquisitivo y provocan la insatisfacción de buena parte de las familias trabajadoras.



Como se observa en el gráfico anterior, la desigualdad se disparó tras la gran crisis financiera de 2008, con las políticas austericidas. La realidad es muy diferente hoy. En cambio, la misma encuesta del INE recoge también el golpe que solo puede asestar el monstruo de la inflación. La carencia de carne, pollo y pescado se ha incrementado a máximos, hasta el 6,4% de los hogares, y la pobreza energética se ha elevado algo por encima del 20%, entre otras señales de alarma.

La debilidad de la inversión

Por su parte, el abaratamiento de los costes de las empresas (la energía y las materias primas, principalmente) y el despliegue del Plan de Recuperación animará la inversión de las empresas, el componente de la actividad más retrasado desde 2019 y del que los economistas recuerdan que depende el crecimiento futuro.



“Hay 4.751 proyectos de inversión nuevos en España en los últimos 5 años. Somos el cuarto país del mundo que ha recibido más proyectos de nueva inversión”, destaca, en cambio, el ministro de Economía. “Cerca de la mitad de los fondos asignados en la primera fase del Plan de Recuperación, unos 32.300 millones de euros, ya han llegado a la economía real”, insiste Carlos Cuerpo.

Mientras, la desaceleración de las exportaciones será compensada en parte por el turismo y por la caída del precio del petróleo, el gas y de otros recursos que nuestra economía necesita adquirir fuera.

Las transformaciones de la economía

En la reconstrucción de la pandemia, la evolución de la economía de nuestro país ha despuntado por la inédita respuesta social (financiación de los ERTE, diseño del IMV, revalorización de las pensiones...), y por otras medidas que han favorecido cambios estructurales en el mercado de trabajo, en el mayor peso de sectores relacionados con la innovación y la tecnología y en el tirón de las exportaciones de servicios (y no solo turísticos).

El esfuerzo en el gasto público (gracias al levantamiento de las anteriores reglas fiscales de la UE en 2020) ha permitido al Gobierno tomar estas decisiones y favorecer que las rentas de las familias hayan resistido el daño de la inflación o que las ganancias de las empresas superen los niveles previos a la COVID.

En el sentido contrario, ha disparado el endeudamiento (la deuda pública respecto al PIB, ya hinchada como consecuencia de la crisis financiera de 2008), que solo se ha reducido desde el máximo de 2020; cuando superó el 120%, por el crecimiento económico, ante los elevados déficits presupuestarios de esta fase de reconstrucción (en 2022 todavía fue del 4,7% del PIB, en 2023 cerró en el 3,7%).

Ahora, el déficit tiene que rebajarse todavía más. Con condiciones más flexibles que hace una década, eso sí. Esta senda ya la ha marcado el último decreto anticrisis, que el Consejo de Ministros aprobó a finales de 2023 y que ha recortado su coste a 5.300 millones, desde los los 15.000 millones de 2023 y los 22.000 de 2022.

“Fragilidad política, economía resistente”

El ritmo de crucero que ha tomado la actividad económica no está en peligro. “A pesar de la fragilidad política [que ha impedido aprobar los Presupuestos Generales de este año], la economía española parece relativamente resistente, con un crecimiento medio del PIB real del 2% en 2024-2027, frente al 1,2% de la eurozona”, señaló recientemente la agencia de calificación de deuda S&P. 

“Las exportaciones netas seguirán siendo clave. Los boyantes ingresos por turismo mantuvieron a flote las exportaciones en 2023, pero esperamos que otros componentes aumenten con la recuperación de la demanda exterior en 2024-2027. Esto compensará parcialmente el aumento de las importaciones debido al dinamismo de la demanda interna y las importaciones de capital”, detalla.

S&P resalta el “sólido consumo privado (tres cuartas partes del PIB). Al igual que para otros países de la eurozona, la relajación de las condiciones de financiación [por la futura bajada de los tipos de interés del BCE] y la disminución de la inflación impulsarán los ingresos reales y el gasto de los consumidores. Pero España se recuperará a partir de una base más sólida tras una ligera desaceleración en 2023 gracias, en parte, a la prórroga parcial de las medidas de choque del Gobierno”.

“En comparación con sus homólogos industriales de la eurozona, España se ha beneficiado de la mayor agilidad de su economía, impulsada por los servicios (70% del PIB) y ha diversificado significativamente su suministro energético frente a la crisis de los precios de la energía de 2022”, prosigue. Además, acentúa la fortaleza del mercado laboral y el apoyo de la inversión pública, en parte por el despliegue del Plan de Recuperación. Al margen de la inestabilidad política, que precisamente advierte que podría retrasar los desembolsos de los fondos europeos, el otro punto negativo que reseña es “la atonía de la inversión privada”.

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