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El Cactus se moderniza y sustituye al Citroën C4

Pedro Umbert

Pasados casi cuatro años desde su comercialización, el Citroën C4 Cactus ha llegado al momento de su puesta al día, pero la suya no es una actualización cualquiera. Si en 2014 nacía como una variante desenfadada y con look levemente campero del C4, el vehículo compacto de la marca francesa, ahora se le otorga la responsabilidad de ocupar enteramente el espacio de este modelo, que no tiene designado sucesor.

En este cambio de planteamiento comercial intervienen varios factores. Primero, la veteranía del C4, lanzado hace más de siete años y con ventas limitadas en los últimos años a flotas y unos pocos particulares. Segundo, el desplazamiento de muchos clientes potenciales del C4 hacia el Cactus, cuyas entregas superaron desde el primer momento a las del modelo en que estaba basado.

El propio éxito del Cactus había decaído algo después de su exitosa irrupción en el mercado. Si unimos este hecho al cese de la producción del C4, previsto para la primavera de 2018, lo que habría dejado a Citroën sin un modelo compacto que ofertar, se entiende con más claridad que los responsables de la firma del doble chevron hayan decidido dar al Cactus el rol protagonista de esta función.

La última pieza que compone el puzle la aporta el reciente lanzamiento de un modelo como el Citroën C3 Aircross, cuya estética de SUV urbano podría suponer una clara competencia para el Cactus en la configuración actual que todos conocemos.

De todo lo dicho resulta que el nuevo modelo deja de ser un crossover para convertirse en un modelo compacto como los Opel Astra, Hyundai i30 o Peugeot 308, entre otros muchos renovados recientemente y dotados de un diseño y una tecnología que ya no era posible incorporar al C4 sin afrontar grandes inversiones.

Lo más llamativo del Cactus es que pierde los airbumps, esas protecciones laterales de plástico que despertaban tantas pasiones como recelos y que constituían, al fin y al cabo, su seña de identidad más destacada. Con el restyling, los airbumps se retraen hasta quedar reducidos a unas pequeñas molduras colocadas en la parte baja de las puertas, ya sin ningún fin de proteger la carrocería sino tan solo de adornarla.

Entre lo que no se ve, destaca el novedoso recurso técnico de dotar al C4 Cactus de unos amortiguadores con tope hidráulico progresivo (Progressive Hydraulic Cushions) que buscan una mejor filtración de las irregularidades del asfalto, gracias a su mayor recorrido, al mismo tiempo que eliminan el efecto rebote de los baches o badenes más pronunciados. Citroën introduce por primera vez en Europa esta suspensión que empleaba hasta ahora el C5 Aircross del mercado chino.

Pocos cambios se aprecian en el interior del nuevo Cactus, que sí estrena por el contrario elementos de conectividad y ayudas a la conducción, además de un motor de gasolina de tres cilindros conocido de otros modelos del Grupo PSA: el 1.2 PureTech de 130 caballos de potencia. También recibe mejoras en el aislamiento del habitáculo y nuevos asientos Advanced Comfort Seats que cuentan con más espuma y mejor ergonomía.

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