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Nissan se pone las pilas con el último Leaf

El último Nissan Leaf declara 250 kilómetros de autonomía.

R. T.

Nunca en sus siete años de vida el Leaf, aquel verso suelto que en 2010 irrumpía en el mercado de los coches eléctricos, había contado con tanta oposición. Y más que tendrá en los próximos años.

Sin alejarse en el tiempo ni recurrir a Tesla, el bienio 2017-2018 promete emociones para aquellos amantes del coche que viene, con todas las marcas electrificando sus gamas. Las novedades más recientes son los Hyundai Ioniq Eléctrico, Volswagen e-Golf y Renault Zoe. Más le vale a Nissan ponerse las pilas con el Leaf si no quiere perder el liderato del segmento.

La última actualización del Nissan Leaf tiene como gran protagonista una batería de más capacidad que aumenta su autonomía homologada en ciclo NEDC, ahora con 250 kilómetros teóricos. Además, la marca japonesa ha aprovechado esta puesta al día para la incorporación del nuevo sistema multimedia Nissan Connect EV, el modo de frenado regenerativo evolucionado y el cable de recarga ocasional (ahora como equipamiento de serie).

Empezamos por el primer punto, y el más importante: el incremento de autonomía. Nissan ha logrado una mayor densidad energética gracias a un nuevo empaquetamiento de las celdas (8 por módulo) y con la suma del cobalto y el níquel a los electrodos. La nueva batería tiene 30 kWh, 6 kWh más que la anterior (que se mantiene en la gama), y ofrece 50 kilómetros más de autonomía.

Esta nueva configuración tiene como mayor desventaja el aumento de peso, en 21 kilogramos, los cuales no tienen incidencia alguna en el funcionamiento diario del Leaf 30 kWh. Por otro lado, se mantienen la habitabilidad y el espacio de este turismo de cinco puertas y de 4,45 metros de longitud. Sigue siendo un coche muy apto para cinco ocupantes, con un notable maletero de 370 litros. Es de hecho, el eléctrico más grande del mercado español, Tesla mediante.

Su diseño exterior no sufre variaciones, más allá de un nuevo color bronce disponible para la carrocería y una antena de tiburón integrada en el techo. Para muchos, el Leaf no enamora precisamente por su aspecto; es el peaje a pagar por salvaguardar la aerodinámica de un coche eléctrico, que en el caso del Leaf se sitúa en un coeficiente Cx de 0,28.

Si bien Nissan no ha podido (o querido) ocultar la genética eléctrica de su Leaf por fuera, en el habitáculo las cosas han cambiado, y para bien. Ni rastro del primer modelo lanzado, allá por 2010, un tanto espartano y descuidado. Ahora no, el interior disfruta de una presentación acorde con los tiempos. Los plásticos son masivamente duros, pero resultan agradables al tacto y disfrutan de mejores ajustes. Por supuesto, el 60% de ellos son reciclados.

El puesto de conducción está situado en una posición alta, particularidad respecto al compacto de combustión de similar tamaño de Nissan, el Pulsar. Frente al conductor, el panel de instrumentos se divide en dos zonas: la superior para la velocidad (también incluye reloj y temperatura exterior) y la inferior, más grande, donde se proyecta la información sobre el sistema eléctrico.

En la consola central hay una pantalla táctil de siete pulgadas que alberga otra de las novedades del Leaf 2016, un sistema multimedia con una nueva interfaz. A través del smartphone, se pueden consultar puntos de carga próximos, si éstos están disponibles, cuánta carga tiene el coche, la autonomía restante, o manejar equipamientos del coche, como el climatizador, pudiendo enfriar o calentar el habitáculo del coche antes de iniciar la marcha.

El Nissan Leaf se apoya en un motor eléctrico de 109 CV de potencia máxima y 280 Nm de par máximo, acelerando desde parado hasta los 100 km/h en 11,5 segundos y alcanzando una velocidad máxima de 144 km/h. Como eléctrico que es, el Leaf se apunta dos tantos en su funcionamiento dinámico: el silencio absoluto y una respuesta inmediata al acelerador.

Son dos aspectos -intrínsecos a cualquier otro eléctrico de la competencia- que merecen ser destacados. En el caso del Leaf, nos encontramos con un compacto sencillo de conducir, con una suspensión confortable y un tacto de la dirección que, excesivamente asistida, favorece la maniobrabilidad en espacios reducidos y una conducción ágil en ciudad.

Y luego está el tema de la autonomía, que con 250 kilómetros teóricos (200 aproximadamente en una utilización normal) se sigue quedando corta para salir a carretera, incluso contando con supercargadores en autovía: ¿te imaginas parar tres veces a repostar para ir de Madrid a Barcelona?

Sin embargo, en ciudad y en su entorno... es aquí donde el Nissan Leaf cobra todo el sentido del mundo. La principal fuente de recarga es externa, es decir, un enchufe. Bajo el logo del frontal hay una tapa que esconde dos bocas: una para la carga rápida (CHAdeMO), que llena al 80% las baterías en 30 minutos, y otra para la convencional, que necesita de unas cuatro horas en una toma de 6,6 kW y 32 amperios y de 12 horas en una toma de corriente doméstica de 10 A.

Además de la recarga externa, el eléctrico japonés ofrece un programa Eco (el botón para activarlo está en el volante o en el cambio) que limita las prestaciones del motor eléctrico, con una aceleración más suave, y reduce el flujo de aire del climatizador, y un novedoso modo B (con el pomo del cambio se pasa rápidamente de la D a esta B) que amplifica las prestaciones del freno regenerativo.

En conclusión, una decisión de compra cuyo éxito depende de una buena infraestructura… ah, y contar con los 30.260 euros que cuesta el Leaf 30 kWh (29.460 € por el Leaf 24 kWh). El alquiler de las baterías, disponible desde 79 euros al mes, abarata ese precio en casi 6.000 euros.

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