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Sobre este blog

Elena Zudaire (Pamplona, 1976) es vitoriana de adopción desde hace 14 años. Licenciada en Periodismo ha ejercido en la radio y la prensa local y vasca. Hace cuatro años cambió su rumbo profesional hacia la gastronomía inaugurando la escuela de cocina 220º pero sigue vinculada a la comunicación con colaboraciones habituales como esta columna, una mirada con un punto ácido hacia una ciudad en constante cambio.

El aeropuerto de Yurre

Elena Zudaire

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Nunca llueve a gusto de todos. Y menos en período preelectoral. La cuenta atrás hacia las municipales y forales está en marcha y los grupos de la oposición rebuscan para encontrar ese escándalo que les dé la llave de la victoria. El último ha sido el fallido depósito de tormentas de Yurre, una de las faraónicas obras de la era Alfonso Alonso, ese entrañable tiempo en el que el dinero crecía en los árboles. Nuestro particular aeropuerto de Castellón nos costó casi el doble de lo inicialmente presupuestado y no se ha usado nunca jamás. ¡Chúpate esa Fabra!

El proyecto fue ideado por el ya jubilado Jesús Marcos, un técnico de Vía Pública nombrado jefe del departamento en la legislatura de Patxi Lazcoz, muy poderoso en su área y controvertido en sus procedimientos pero eficaz en muchos de los planes que diseñó para la ciudad. Años después, el PNV se ha afanado en desvelar a los ciudadanos que, desde su inicio, este depósito no cumplió con la normativa legal. Y el PP señala ahora a Marcos como principal culpable en la manida estrategia del “¡Yo no he sido! ¡Ha sido él, ha sido él!”.

La manía que tienen algunos políticos de echar balones fuera es habitual. El PP lo hace ahora con Marcos, el PSE lo hizo con aquel técnico a quien culpó de cometer una irregularidad al conceder una licencia para la construcción de más viviendas de las permitidas por ley en Matauco… Cuando, en realidad, pocos gobernantes dejan hacer a los técnicos su trabajo y muchos controlan su labor en función de sus deseos… e intereses. Nadie sabe qué sucedió en el caso del depósito de Yurre pero lo cierto es que el gabinete de Alonso consiguió una subvención europea del 80% del presupuesto total -4,8 millones de euracos- para levantar esta infraestructura que aliviaría el excedente de agua en caso de que se produjeran lluvias torrenciales y lo acumularía para después derivarlo al Zadorra. El 20% restante lo puso Vía Pública, es decir, usted y yo.

La idea era buena, las cosas como son. Pero, desde el principio, todo fueron problemas. Las obras comenzaban hace 8 años y tuvieron que paralizarse más de una vez porque las aguas del propio Zadorra se colaban por la impermeabilización, mermando la capacidad del depósito y obligando a los trabajadores a tomar medidas que aumentaban el coste de la obra hasta casi duplicarla. Ese exceso también lo pagamos usted y yo. El presupuesto tuvo que modificarse al alza varias veces a través de procedimientos municipales que, finalmente y para no aburrirles, concluyó con un gasto de 8 millones de euros, 51 meses de ejecución de los 12 iniciales y una obra que no se puede utilizar.

Porque, desde el principio, Red Eléctrica Española advirtió de que encima de este depósito pasan 400.000 voltios y quizá habría que haberlo hecho un poquito más lejos, más que nada para cumplir con la distancia de 26 metros estipulada por ley. Y no sólo lo advirtió al comenzar las obras, sino también hace un par de años. ¿Qué hicieron los gabinetes de Alonso, Lazcoz (digo yo que los socialistas de algo se enterarían) y Maroto? Pues supongo que lo que hacemos usted y yo con la propaganda del buzón: dejarla en la pila de papeles sin importancia. O eso, u ocultarla al resto del personal. Pero no vamos a pensar mal de nuestros alcaldes y ex alcaldes, que está muy feo.

El depósito sigue ahí, lo veo todos los días desde mi ventana. No puede activarse su complejo sistema y su capacidad de retención de agua ha pasado de 25.000 a 18.000 metros cúbicos porque, día tras día, el agua del Zadorra se filtra por sus rendijas. La concejala de Vía Pública, Leticia Comerón, se empeña en decir que mantengamos la calma porque Red Eléctrica no va a multar a la ciudad. Pero no habla de que la UE pueda reclamar los millones de euros que invirtió en una infraestructura que no se usa. Y ahora dice que el culpable de todo es Jesús Marcos y que el gabinete de Alonso es inocente porque se fió de su criterio. Y el PNV decide desempolvar el caso cuatro meses antes de las elecciones buscando su golpe de efecto, la oposición apoya su denuncia y yo vuelvo a preguntarme (lo hago a menudo en esta columna) dónde estaba este talante beligerante de los opositores al gobierno en el Pleno en el que se aprobó este proyecto.

Hay muchas cosas que un político puede hacer en su día a día. Y una de ellas es dar la cara y defender a sus técnicos, para bien y para mal. Porque los técnicos, se me ha olvidado decirlo antes, además de tener en su contrato la cláusula de recibir las tortas, también tienen la de sacar las castañas del fuego a sus superiores. Y esparcir la caca con la estrategia del ventilador es casi tan feo como creer que detrás de todo esto hay un ocultamiento de información intencionado por parte de quien nos gobierna.

El Ayuntamiento plantea ahora una solución para el depósito: que sirva para abastecer de riego las huertas de Abetxuko y las del proyecto de Basaldea. Recen todo lo que sepan para que podamos salvar los muebles.

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Elena Zudaire (Pamplona, 1976) es vitoriana de adopción desde hace 14 años. Licenciada en Periodismo ha ejercido en la radio y la prensa local y vasca. Hace cuatro años cambió su rumbo profesional hacia la gastronomía inaugurando la escuela de cocina 220º pero sigue vinculada a la comunicación con colaboraciones habituales como esta columna, una mirada con un punto ácido hacia una ciudad en constante cambio.

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