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El Museo Guggenheim Bilbao acoge desde el 10 de noviembre la muestra 'David Hockney: 82 retratos y 1 bodegón'

EUROPA PRESS

BILBAO —

Según ha informado el centro de arte moderno, la exposición reúne un nuevo y destacado conjunto de obras en las que el artista británico retoma el retrato con “renovado vigor creativo” y ofrece una visión “íntima” del panorama artístico de Los Ángeles y de las personas que se han cruzado en su camino a lo largo de los últimos años.

Tras 'David Hockney: Una visión más amplia', la “monumental y exitosa” exposición de paisajes realizada en el Museo Guggenheim Bilbao en 2012, el artista abandonó la pintura y su Yorkshire natal para regresar a Los Ángeles.

Poco a poco, regresó a la sosegada contemplación del retrato y en el verano de 2013 pintó el primero de lo que acabaría convirtiéndose en un extenso grupo de más de 90 retratos, 82 de los cuales pueden contemplarse en esta exposición.

Hockney concibe estos retratos de forma colectiva, como un solo corpus artístico. La instalación plantea un recorrido cuasi-cronológico que “permite realizar otro estudio psicológico: el del propio artista. Su estado emocional parece aligerarse a medida que avanza la serie, al igual que su convicción en el formato y el medio”, ha explicado el Guggenheim.

Entre los modelos, todos ellos elegidos entre sus amigos, familiares y conocidos, se encuentran personas de su estudio, otros artistas como John Baldessari, y comisarios y galeristas como Larry Gagosian.

“Los famosos están hechos para la fotografía. Yo no hago famosos, la fotografía sí. Mis famosos son mis amigos”, ha señalado el artista. Cada retrato, resultado de una observación intensa, se convierte en una especie de “análisis psicológico”.

Todas las obras son del mismo tamaño y muestran al modelo sentado en la misma silla, iluminado por la luz brillante y diáfana del sur de California y con el mismo fondo de un azul intenso. Fueron pintadas en un mismo marco temporal de tres días.

Gracias al “virtuoso” tratamiento de Hockney, la uniformidad de los elementos clave de cada pintura acentúa las diferencias entre los distintos modelos, permitiendo que sus personalidades surjan del lienzo con una “cálida inmediatez”.

Mediante esta exposición, en un momento de proliferación de los selfies y los retratos fotográficos en las redes sociales, Hockney reexamina el papel del retrato pintado en una instalación “intensa y envolvente”. La nota diferente de la misma, el bodegón, obedece a que en una ocasión uno de los modelos no pudo acudir a la cita y el artista, deseoso de pintar, recurrió a lo que tenía más a mano en su estudio, una selección de frutas y hortalizas, para realizar su retrato.

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