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Un museo al desguace

El 'Playa de Ondarzabal' sobre el carro varadero del puerto de Ondarroa.

Natalia González de Uriarte

Triste final para el 'Playa de Ondarzabal', un buque al que ni los temporales ni la mala mar han llevado a pique en treinta años de navegación pero que acabará despiezado sin que nadie haya sabido ponerle remedio. EH Bildu, partido que gobierna en Lekeitio, donde ha fondeado la embarcación desde el 2002, y el PNV, la otra formación del ayuntamiento vizcaíno, han pasado los últimos años enzarzados en una pelea por la gestión del barco y sin logar un acuerdo ni apoyo financiero para sacar flote la gloriosa pieza.

El antiguo pesquero fue adquirido por el equipo de Gobierno para difundir las artes de pesca tradicionales de los arrantzales de bajura. Merecía ese honor después de haber cruzado mares y océanos, tras faenar desde el 67 al 94 en inhóspitas aguas, cerca de Azores, Canarias, Madeira, Cabo Verde o el Golfo de León. Fue construido en el Astillero Murelaga y exhibía 26,10 metros de eslora y 6,75 metros de manga. Sus 18 tripulantes se dedicaban a la pesca del bonito y la anchoa.

La compra de una de las últimas embarcaciones de madera que hasta hace poco tiempo se hacían a la mar, fue respaldada por la Diputación de Bizkaia y exigió un desembolso de 84.000 euros por la adquisición conjunta de dos unidades; el 'Kalamua' y el 'Playa de Ondarzabal', que iban a ser desguazados para ser sustituidos por dos nuevas construcciones. Al último optaron por darle una segunda vida y que sirviera de testimonio a las nuevas generaciones de las condiciones de vida y trabajo de los pescadores. Para ello rejuvenecieron el navío y lo convirtieron no en una pieza de museo, sino en un museo en sí mismo. El acondicionamiento requirió de una inversión de cerca de 600.000 euros. Los pescadores del puerto, entusiasmados con el proyecto, contribuyeron al mantenimiento del 'Playa de Ondarzabal'. Los marineros incluso participaron en la elaboración de un audiovisual donde se recogen sus experiencias a bordo de la embarcación, parte de su propia historia ligada a sus años de mar. La cinta permite acceder a nuevos espacios dentro de la embarcación además de a su cubierta visitable, como los viveros, la bodega o la sala de máquinas.

Han subido a bordo desde entonces cada temporada estival alrededor de medio millar de personas. También ha sido destino de cientos de excursiones de escolares a los que se les mostraba las condiciones en las que vivían y trabajan los ‘arrantzales’ de bajura. La visita era de formato participativo. Se recreaba el viaje de la costera del bonito y en menor medida de la anchoa y el público visitante debía ponerse en el papel de seis tripulantes mediante la lectura de un breve párrafo biográfico o accionando algún tipo de mecanismo. El guion se estructuraba en tres partes: una vivencial sobre como transcurría la vida en el barco; dos, la técnica de la pesca del atún y tres, sobre la educación medioambiental dirigida básicamente para el público escolar.

Así ha pasado sus últimos días -repleto de admiradores- el que está considerado por los expertos, como una de las pocas 'joyas' del escaso patrimonio marítimo flotante del País Vasco. Pero el 'Playa de Ondarzabal' no es inmune a los achaques del tiempo. Y aunque entre los muelles del puerto de Lekeitio permanecía al resguardo de la bravura de las olas, los últimos temporales dañaron su salud. Los graves daños localizados en la bita, poste de madera o hierro que se encuentra fuertemente asegurado a la cubierta y sirve para dar vuelta a los cables del ancla cuando se fondea la nave, provocaron la suspensión de las visitas por motivos de seguridad a principios del 2013. Se retiró la pasarela y ya nunca más se volverá a colocar. Ahora el histórico barco espera sobre el carro varadero del puerto de Ondarroa su despiece ante la mirada atónita de patrón y de los lugareños que conocen la trayectoria del navío. “Para mí es una pena. Es un barco lleno de historias y se podría haber perpetuado el tiempo su uso como museo con algo más de mantenimiento”, lamenta el que fue patrón de la embarcación José Uskola.

De la misma opinión son los concejales del PNV que sostienen que si el barco está en dique seco y moribundo es por la “dejadez y desidia” del equipo de Gobierno que no ha conservado el buque en condiciones óptimas.

El Ejecutivo lekeitiarra rechaza las acusaciones de los jeltzales. “El buque acusa de manera notable los 47 años que han pasado desde su construcción, aunque en los últimos dos ejercicios se han invertido 35.000 en mejoras bajo la dirección técnica de expertos», aseguran. Desde el Ayuntamiento se plantearon repararlo, pero esas tareas exigían un desembolso ”que el consistorio no puede asumir en solitario“. Según sus cálculos, la remodelación se elevaría por encima de los 150.000 euros. Pese a reconocer el valor de esta infraestructura, se preguntaron si el patrimonio es algo que ha de durar siempre. ”¿Cueste lo que cueste? ¿Aún a fuerza de quitar otros servicios a los ciudadanos? Solo subirlo al muelle, con un remolcador homologado, ha costado 10.000 euros, y, además, hay que pagar por tenerlo en el carro“.

El consistorio mantuvo varias vías abiertas con distintas instituciones y museos marítimos para salvar el barco a través de un convenio de cesión. También se buscaron vías externas de financiación para cubrir los gastos de la reforma. Pero todo esfuerzo fue en vano.

Para el PNV, este episodio es “un ejemplo más de la ineptitud y del poco interés que tiene el actual Ayuntamiento por todo lo que le rodea”, sostienen. Los jeltzales consideran que al resto de patrimonio de la localidad vizcaína le espera el mismo futuro. “El astillero de Mendieta, ejemplar único de astillero tradicional de la costa Cantábrica, acabará derrumbándose, el palacio Abaroa, está deteriorándose y sin ninguna propuesta ni proyecto para su recuperación y utilización y el faro de Santa Catalina, tiene problemas por la falta de mantenimiento”, enumeran.

El cruce de acusaciones no tiene fin. El Gobierno de EH Bildu considera que el PNV lekeitiarra, partidario de reparar el buque, “quieren reparar el pesquero aunque ello suponga reducir otros servicios y prestaciones básicas para los ciudadanos. Son pura demagogia y populismo barato”.

Mientras EH Bildu y PNV siguieron enquistados en un continuo enfrentamiento a costa del buque 'Playa de Ondarzabal' el barco, uno de los principales reclamos turísticos de la villa marinera, no se librará del triste final: su desguace.

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