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Conflictos no resueltos

Conflictos no resueltos

EFE

Madrid —

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Hoy a las puertas del Tribunal Supremo han confluido dos conflictos que, aunque diferentes, tienen en común que aún no han sido resueltos: la crisis de Cataluña y el caso Fórum Filatélico-Afinsa. Ambos han protagonizado la mañana de un día festivo en Madrid, que conmemora a su patrona, la virgen de la Almudena.

La jornada ha amanecido fresca pero soleada en la capital, con calles vacías de coches y peatones, salvo la del Marqués de la Ensenada, flanqueada por dos de las más importantes instituciones del Estado: el Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial.

Una calle plagada hoy de cámaras de televisión y periodistas para cubrir la declaración de la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y otros cinco miembros de la Mesa citados en el alto tribunal para declarar por los delitos de rebelión, sedición y malversación.

Seguramente nadie acierte con la fecha exacta en la que empezó el conflicto catalán, pero la del caso Fórum-Afinsa ha quedado grabada para los 470.000 pequeños inversores afectados por una estafa piramidal que les causó un agujero de 5.000 millones de euros.

Fue el 9 de mayo de 2006 cuando la Audiencia Nacional intervino las dos sociedades de inversión en bienes filatélicos por estafa y ordenó la detención de nueve directivos de ambas empresas.

Once años han transcurrido ya y los afectados aún siguen movilizándose reclamando justicia. Como ha hecho hoy un grupo de ellos, que, aunque pequeño, ha logrado imponer su voz a los gritos de los independentistas.

Ataviados con camisetas que recordaban sus reivindicaciones, a los afectados por la estafa no se les ha escapado ningún “canutazo” de los políticos que han acudido a apoyar la causa soberanista. Y mientras éstos hacían las declaraciones, los pequeños inversores que se dejaron sus ahorros en esas sociedades no han dejado de gritar.

Y han repartido críticas e insultos para todos: para el PSOE porque les “robó” y para el PP porque les “mintió”. Y para los periodistas, por haberles entrevistado “muchas veces” y luego no sacarles en sus medios, o por no apoyar su causa.

Pese a algunas llamadas de atención de los reporteros porque no dejaban escuchar las declaraciones del entrevistado de turno, no han cejado en su empeño. Como les han respondido, ellos también estaban “trabajando”. Y han podido hacerlo durante más de una hora.

Menos suerte ha tenido la otra decena de personas que ha acudido al Supremo para reivindicar la unidad de España. Apenas han podido corear sus consignas durante escasos minutos mientras portaban banderas españolas con la leyenda, en color negro, “Viva la unidad de España”.

“No nos engañan, Cataluña es España”, “Catalanidad es hispanidad”, “Fascistas a prisión” y “Puigdemont a prisión” les ha dado tiempo a gritar antes de que los agentes de las Unidad de Intervención Policial les desalojaran de la zona pese a la resistencia de una mujer del grupo.

También ha tenido que abandonar la zona un hombre de avanzada edad que portaba un cartel con la fotografía de la “cueva” del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, y en la que aparecía otro expresidente, Jordi Pujol, y diferentes cofres con joyas y objetos de valor para denunciar, según él, todo lo que ha robado este último.

En el otro lado, el más numeroso, el grito era único, en catalán y en castellano: “No estáis solos”.

Mientras tanto, el bar “El Supremo” está haciendo su agosto. Son incontables los cafés que ha servido y sigue sirviendo, acompañados a medida que transcurre la mañana de pinchos de tortilla porque el estómago también sufre las horas de espera para saber si Forcadell y el resto corren la misma suerte que los consellers o quedan en libertad.

Porque la jornada se presume larga. Como largo es ya el conflicto catalán y como larga es la espera de once años de esos pequeños inversores que un día creyeron que la compraventa de sellos podría solucionarles sus problemas. De momento, se está juzgando a los supuestos responsables de la estafa. Sagrario Ortega

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