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¡Pobres del primer mundo!

Rafael Baladés / Sergio Gay

Toc, toc! ¿Se puede? -¡No se puede! -¡Sí se puede! ¡Porque ahí hay chorizo! -¡Aquí no hay nada! -¡Ahí hay chorizo y también pollo y jamón y queso! ¡Y en Suiza ni te cuento! -¡Os juro que aquí no hay nada y en Suiza menos! Si queréis os doy mi declaración de la renta. -¡No, listo, danos el chorizo! ¡Y enciende la luz, que queremos entrar! -¡NO! ¡A 300 metros o llamo a las fuerzas de seguridad! -¡Pues verás correr la sangre por la puerta de tu casa! -¡Pues haré morcillas, cabrones! -¡Y tu más, chorizo! -¡Ignorantes! -¡Mentiroso! -¡Vagos! -¡Sinvergüenza! -¡Desgraciados! -¡Corrupto! -¡Nazis! -¡Criminal!... ¡Ufff!, ¿dónde está el que ama?

Buenas noticias. Camiones del ejercito están repartiendo latas de sardinas en los barrios marginales de acuerdo con la operación “LACH” (Latas Contra el Hambre). Pero la gente dice que no, que detrás de las sardinas sólo está el que ama que desde hace días camina sobre las aguas del Mediterráneo y, de cuando en cuando, se para, silba All you need is love y las sardinas se arrojan a sus pies y se meten solas en las latas. A continuación, el que ama multiplica las latas y las lanza al aire de tal forma que aterrizan suavemente en los barrios marginales. Pero en los barrios marginales dicen que no, que aquí no hemos visto ni una puta sardina, y además, que no nos gustan las sardinas, ¡que eso es comida de pobres, cojones!... ¡Ufff!, ¿dónde está el que miente?

Todas las naciones del mundo tienen sus héroes. Todos los países adoran sus símbolos de identidad. Todos los pueblos reverencian lo que les llega de arriba... Nosotros también. Es la ley de la ejemplaridad. Lo más natural entre la gente que ama.

¡Que hable el que ama! En la fiesta del Día del Trabajo organizada por los parados el pasado 1 de mayo en el monte de las aulagas, al sur de la gran metrópoli, todos querían que hablara el que ama, ¡que hable el que ama!, y este finalmente aceptó y habló así: “Afortunados los parados porque ellos se librarán de la locura... Afortunados los parados jóvenes porque ellos conocerán el poder de la rendición y el placer de la aventura... Afortunados los parados viejos porque ellos serán rejuvenecidos...” Al oír por donde iba el pavo, la multitud empezó a mosquearse. Los mas tranquilos se pusieron a silbar y abuchear a aquel paranoico anacrónico que daba voces allí arriba: ¡Iluminao! ¡Cansino! ¡Idiota! ¡Despistao! Y los más violentos se lanzaron directamente a por él: lo agarraron, lo golpearon, lo maniataron y lo arrastraron monte arriba y monte abajo... (Continuará)

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