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Rajoy quiere blindar su candidatura con el cambio de Gobierno en los minutos de la basura

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante una sesión de control en el Senado.

Luz Sanchis

Mariano Rajoy ya ha admitido que los cambios que se dispone a hacer antes de que termine junio en el Gobierno y en su partido no van a suponer una modificación de sus políticas y que su línea central va a seguir centrada en vender la recuperación económica y la creación de empleo. Tampoco hay tiempo ya para introducir nuevas leyes más allá de las que se tramitan en el Congreso para estar listas antes de septiembre, cuando se disolverán las Cortes para convocar las elecciones.

Entonces, ¿qué cometido tendrán los nuevos ministros en los minutos de la basura? (como se llama en baloncesto a los últimos e irrelevantes minutos finales de un partido). El más importante y casi el único: ayudar a Rajoy para llegar a las generales como candidato y ganar esos comicios. A pesar de que Moncloa ha asegurado que ninguna remodelación que pueda hacer el presidente en el Ejecutivo será “cosmética” o un mero arreglo de “chapa y pintura”, lo cierto es que su principal tarea será vender los logros y hacer campaña.

Nadie en Moncloa ni en el partido parece tener claro cuándo se anunciarán los cambios ni si se limitarán a relevar a José Ignacio Wert al frente de Educación. El presidente recordó que lo usual es anunciarlos “cuando ya se han producido”. Las apuestas de los conservadores se centran en la próxima semana, cuando ya se habrán constituido los ayuntamientos. La espera permite a Rajoy tener claro si algún alcalde del PP en funciones es descabalgado del cargo por la suma de partidos de izquierda.

“Hemos de mejorar la comunicación. El primero, yo”, dijo el líder del PP a los suyos en la Junta Directiva Nacional que convocó para analizar la debacle sufrida por su partido el 24 de mayo. La prueba más inmediata es que fue él mismo quien bajó a la sala de prensa de Génova para ofrecer una rueda de prensa, lo que no había hecho en tres años. La decisión ahorró el mal trago a una María Dolores de Cospedal en horas bajas.

La baronesa derrotada en Castilla-La Mancha y discutida como secretaria general parece ser la única que no ha entendido los esfuerzos en materia de comunicación. Cospedal mantiene su silencio desde hace cuatro meses en cuanto a comparecencias públicas en Génova y ha desaparecido de la escena pública. Aunque las críticas vertidas hacia ella desde cargos cercanos en el PP y desde la órbita de Soraya Sáenz de Santamaría provocaron rumores sobre una destitución inminente, la decisión parece descartada por Rajoy hasta después de las elecciones, cuando se celebrará el próximo congreso del PP nacional.

Los conservadores dan por seguro que el movimiento consistirá en una ampliación de portavoces y, probablemente, de estructura a través de nuevas vicesecretarías. En ese escenario es donde más suena el nombre de Pablo Casado, el joven exasistente de José María Aznar nombrado portavoz de campaña en las pasadas europeas.

Según admiten los conservadores, los requisitos fundamentales son comunicar bien y tener peso político. El último nombramiento de Alfonso Alonso como relevo de Ana Mato al frente de Sanidad estaba destinado a reforzar el mensaje político, además de incorporar lo que llamaban “un rostro social” al equipo. Sin embargo, el propio Alonso se ha descartado como nuevo portavoz y ha puesto como excusa la tarea que le queda por delante en el Ministerio.

Así, según admiten miembros del PP, el presidente podría inclinarse por crear una vicepresidencia política que complementara la de Sáenz de Santamaría, muy criticada desde el PP por cómo se protege de la corrupción gracias a su puesto y a sus comparecencias de los viernes tras los consejos de ministros. El mismo cargo, o un coordinador entre Moncloa y el partido, se ocuparía de que haya una interlocución entre ambas áreas y de poner fin a la sensación de que van por libre, como ha sucedido estos tres años.

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