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El genocidio de Srebrenica de 1995 sigue dividiendo a serbios y musulmanes

El genocidio de Srebrenica de 1995 sigue dividiendo a serbios y musulmanes

EFE

Belgrado/Sarajevo —

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Veinte años después de la matanza de 8.000 bosnios musulmanes a manos de tropas serbobosnias en la ciudad de Srebrenica, estos dos pueblos, que comparten país en Bosnia, siguen divididos por una herida que nunca se cerró y que en las últimas semanas ha vuelto a provocar polémica.

La nueva brecha se ha abierto por una propuesta británica para que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe hoy una resolución oficial de condena del aquel genocidio, cuatro días antes del 20 aniversario de la masacre.

“La sociedad está totalmente dividida”, ha reconocido recientemente el serbobosnio Mladen Ivanic, miembro de la Presidencia bosnia, una jefatura colegiada de la que forman parte también un bosnio musulmán y un serbocroata.

Mientras los serbobosnios creen que esta propuesta sólo sirve para ahondar en la herida, los bosnio musulmanes insisten en que reconocer lo que ocurrió es la única forma de garantizar la convivencia.

Milorad Dodik, presidente del ente serbobosnio, (que junto al musulmano-croata conforma Bosnia-Herzegovina) cree que la resolución británica es un intento de demonizar al pueblo serbio e “imponerle un sentimiento colectivo de responsabilidad”.

Dodik se niega a calificar el crimen de Srebrenica como genocidio, pese a que ha sido así reconocido por la Corte Internacional de Justicia, y asegura que “se ha manipulado el número de víctimas”.

Para este político nacionalista, que defiende que el ente serbobosnio se separe de Bosnia, el documento británico “quiere politizar la tragedia y no contribuir a la reconciliación”, ya que se olvida de las víctimas serbias de la guerra de 1992-1995.

Desde el otro lado del debate, Bakir Izetbegovic, miembro musulmán de la terna presidencial, replica que “sólo la verdad sobre el crimen de Srebrenica y su aceptación por todas las partes puede estabilizar la situación”.

Izetbegovic reconoce que también se produjeron abusos contra los serbios en la región de Srebrenica pero argumenta que no pueden compararse crímenes individuales con “el intento de aniquilar” a los bosnio-musulmanes.

Esta polémica ha ahondado la división en un país que sigue fragmentado entre bosnio musulmanes, croatas y serbios y donde el elemento étnico es usado por los políticos como arma arrojadiza y como excusa de su propia incapacidad de sacar al país de la perenne crisis económica y social.

“Esta situación favorece directamente a quienes están en contra de la estabilización del país y de su inclusión activa y concreta en las integraciones euroatlánticas”, señala a Efe el sociólogo Jusuf Ziga.

Según Ziga, este rebrote del enfrentamiento “dejará consecuencias muy negativas” en Bosnia-Herzegovina y señaló que esta situación siempre se repite cuando el país empieza a salir del atolladero.

Ziga opina que la actitud de las élites políticas hacia las víctimas es “horrible, sin ningún sentimiento” y que son usadas con “intereses políticos”.

“Esto (Srebrenica) sirve muy bien como herramienta de regateo a través de la que ajustan las cuentas”, denuncia.

Una estrategia que se traslada al ámbito internacional, como muestra el hecho que Rusia, tradicional aliada de los serbios, haya presentado su propia propuesta de resolución sobre Srebrenica.

“Es muy frustrante para las víctimas, que ya han sufrido. Y ahora alguien les agrega penas a diario”, considera.

El proyecto de resolución británica, al que han tenido acceso varios medios locales, condena toda violación de los derechos humanos y, en particular, el genocidio en Srebrenica.

Rechaza la negación del genocidio, recalca la importancia de la reconciliación y pide incluir en los programas educativos lecciones sobre el genocidio y los crímenes de guerra, para que no se repitan.

Los serbios reprochan que en la resolución “la palabra genocidio se repita en 35 ocasiones y reconciliación sólo tres”.

El Gobierno de la vecina Serbia tampoco apoya el documento porque se centra en “calificaciones políticas” y no en tragedias humanas y no especifica que Serbia no tuvo responsabilidad en aquella matanza.

“Propuestas de resoluciones que llegan desde fuera no han traído la reconciliación a la región. Al contrario, han traído tensiones adicionales”, ha criticado el primer ministro, Aleksandar Vucic.

A este fuego se ha añadido aceite con la detención el mes pasado en Suiza, a petición de Serbia, de Naser Oric, el comandante que dirigió las fuerzas musulmanas en Srebrenica durante la guerra.

Para los serbios es un criminal de guerra y para muchos musulmanes es un héroe y un símbolo de la resistencia de Srebrenica.

La extradición de Oric a Bosnia, y no a Serbia, ha atenuado el malestar de los musulmanes, pero ha enfadado a Belgrado, que cree que ha sido una decisión “políticamente motivada e injusta”.

La detención de Oric provocó que las autoridades locales de Srebrenica vetaran, aunque luego se retractaran, la participación de mandatarios serbios en la ceremonia por el 20 aniversario del genocidio y amenazaran incluso con suspender el evento.

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