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The Guardian en español

¿Están relacionados los dos terremotos que han golpeado México en las últimas semanas?

A diferencia de otros desastres naturales, los científicos no han descubierto todavía una forma fiable de predecir cuándo se producirá un terremoto.

Hannah Devlin

Dos mortíferos terremotos han sacudido México en menos de dos semanas. ¿Están relacionados ambos incidentes? ¿Son el indicio de que habrá más temblores en el futuro?

Ambos terremotos tuvieron su origen en la placa tectónica de Cocos, que se extiende por la costa occidental de México y que se está introduciendo por debajo de la placa tectónica vecina de Norteamérica (proceso de subducción) a una velocidad de unos 7,5 centímetros al año.

El seísmo de magnitud 7,1 de este martes se produjo poco después de las seis de la tarde, hora local, a unos 120 kilómetros al sureste de Ciudad de México. Y esto tan solo 11 días después de otro terremoto de magnitud 8,1 en la costa sur de México.

En ambos casos, los seísmos no se produjeron por la fricción en el punto de contacto entre ambas placas, sino que tuvieron su origen en la placa Cocos, muy por debajo de la superficie. El seísmo de este martes ocurrió a una profundidad de 50 kilómetros y el anterior fue incluso más profundo, a 70 kilómetros.

A medida que la placa de Cocos se va hundiendo, también se deforma, lo que provoca que la estructura se retuerza y se comprima. Pero este proceso no es suave y progresivo, sino que la tensión se acumula en la placa durante meses o años hasta que se llega a un límite y de pronto se libera en un gran seísmo.

“Lo que ocurrió el martes fue probablemente un desgarre en el proceso de subducción de la placa Cocos”, sostiene el profesor David Rothery de Open University.

Se cree que un mecanismo similar es el responsable del anterior terremoto, pero los sismólogos no creen que uno llevase al otro. Stephen Hicks, de la Universidad de Southampton, afirma: “Es muy difícil que estén directamente relacionados. Puede que el primero haya aumentado ligeramente la tensión, pero si lo hizo fue una cantidad pequeña y la falla debe haber estado cerca de romperse de todos modos”.

Ciudad de México es especialmente vulnerable porque se asienta sobre la base de un antiguo lago relleno con profundas capas de sedimentos, lo que puede magnificar los temblores. “Una vez que la ola sísmica entra en esa zona, esta se reverbera”, explica Hicks. “Se comporta como un cuenco de gelatina”, añade.

A diferencia de otros desastres naturales, los científicos no han descubierto todavía una forma fiable de predecir cuándo se producirá un terremoto. Sin embargo, ponerse en la peor situación puede reducir notablemente la destrucción y la muerte en futuros seísmos.

Los terremotos más recientes volverán a plantear cuestiones de si se están aplicando las normas de construcción apropiadas. “La escuela primaria Enrique Rébsamen, donde murieron muchos niños, parecía un edificio moderno y debería tener incorporado un sistema de resistencia a los terremotos”, explica Rothery. “Si se hubiese construido de forma apropiada no debería haberse caído. Espero que se hagan las preguntas pertinentes”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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