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The Guardian en español

La resistencia cristiana a Trump gana fuerza: “Nuestra fe nos obliga”

La campaña Vote Common Good durante un acto celebrado el 27 de octubre.

Harriet Sherwood

Greensboro, Carolina del Norte —

El reverendo Vince Anderson suda, golpea el teclado y entona sus himnos de 'dirty gospel' en el aparcamiento de una iglesia en Greensboro, en Carolina del Norte. “No creo que Jesús lo hubiera hecho así”, grita una y otra vez al referirse a las políticas de Donald Trump.

La multitud repite el estribillo con entusiasmo. No están allí sólo para escuchar la conmovedora música de Anderson. La celebración de esa tarde forma parte de la campaña ‘Vota por el bien común’, que recorre 30 ciudades de Estados Unidos para pedir a los cristianos el voto que podría devolver a los demócratas la mayoría en el Congreso en las elecciones legislativas del 6 de noviembre.

Es el mensaje político más explicito entre los expresados por los grupos cristianos progresistas que buscan reducir el apoyo a Trump entre los evangélicos conservadores. Para proteger a los pobres y vulnerables, la mayoría de estos grupos progresistas se está limitando a las enseñanzas de Jesús.

‘Vota por el bien común’ se ha fijado como objetivo los lugares que en 2016 nombraron congresistas republicanos. La esencia de su campaña es pedirles que ejerzan el derecho democrático para sacar a esos representantes de sus escaños. “El apoyo que los líderes evangélicos han dado a Trump nos ha dejado realmente sorprendidos y preocupados”, dice el director ejecutivo de la ONG, Doug Pagitt. “Tenemos la obligación moral y religiosa de ofrecer una voz diferente, nuestra fe nos obliga a expresarnos”.

En las elecciones presidenciales de 2016, un 81% de los cristianos evangélicos blancos votó por Trump. Dos años después, Pagitt estima que entre un 5% y un 20% de ellos son votantes “móviles”. “Tal vez hayan votado por Trump, pero no lo apoyan. Muchos no tenían ni idea de que podía ser tan malo. Han visto las terribles consecuencias que su retórica ha tenido en la vida de personas y las ven como contrarias a la buena humanidad, como lo de separar a los niños de sus padres en la frontera (…). Por lo general, son personas que no dicen lo que piensan y en su mayor parte se sienten solos y aislados. Queremos estar junto a ellos, mirarles a los ojos y decirles que su fe les llama a hacer algo diferente con su voto esta vez”, dice.

La resistencia de los cristianos progresistas a Trump y a sus políticas está cobrando impulso. En mayo, una veintena de líderes religiosos (entre ellos Michael Curry, el obispo anglicano que alcanzó fama mundial tras predicar en la boda de Meghan Markle y el Príncipe Harry) publicó el manifiesto ‘Recuperando a Jesús’. En él dan la señal de alerta por una “peligrosa crisis de liderazgo moral y político en los más altos niveles de nuestro gobierno y en nuestras iglesias” y rechazan abiertamente las actitudes y políticas que se han convertido en marca de la casa de la Administración Trump. Entre ellas, el resurgimiento del nacionalismo blanco y el uso de la intolerancia racial para obtener beneficios políticos, la misoginia y el abuso sexual, los crecientes ataques contra inmigrantes y refugiados, la reducción de los programas para pobres y el recorte de impuestos para ricos, la normalización de la mentira entre los más altos cargos de la nación, la xenofobia y la mala gestión medioambiental.

Michael Curry señala a The Guardian que el manifiesto es producto de una profunda preocupación por “el clima cultural, político, espiritual y religioso de este país, y también por el hecho de que la voz religiosa moderada no se haya escuchado en los lugares públicos”. Según Curry, que ejerce como obispo presidente de la Iglesia Episcopal, “los representantes del cristianismo estaban aceptando programas políticos que muy a menudo no reflejan las enseñanzas de Jesús de Nazaret”. Los que no siguen el ejemplo del Buen Samaritano o el mandamiento bíblico de proteger a los pobres y vulnerables “no pueden pretender ser cristianos”, dice.

Casi a la vez que se publicó el manifiesto ‘Recuperando a Jesús’, otro grupo de líderes religiosos trata de recuperar protagonismo en temas de moral haciendo resurgir la ‘Campaña por los pobres’ de Martin Luther King. Entre sus peticiones figura, por ejemplo, poner fin a los recortes de impuestos y a las leyes nacionales y estatales de salario mínimo. La copresidenta, Liz Theoharis, dijo en mayo a The Guardian que el objetivo de su campaña era político: “Por supuesto que estamos tratando de asegurar que los cargos electos se tomen en serio estos temas, pero esto va mucho más allá de cualquier elección o año electoral”.

Los ‘Cristianos de Letra Roja’ también han estado desafiando activamente la preponderancia de la derecha cristiana. A Shane Claiborne, uno de sus líderes, lo amenazaron en abril con arresto y hasta 12 meses de cárcel si intentaba predicar en el campus de la Liberty University in Lynchburg (Virginia). El presidente de la universidad, Jerry Falwell, es un ferviente seguidor de Trump y Claiborne celebraba en Lynchburg junto a otros miembros de la organización una sesión de renacimiento contra el “cristianismo tóxico” y el “evangelio de Trump” y en defensa del mandamiento de proteger a los pobres y vulnerables.

El próximo mes habrá otra sesión de renacimiento de la ‘Letra Roja’ en Dallas. “Este movimiento comenzó porque la palabra evangélico había incorporado un montón de connotaciones horribles”, dice Tony Campolo, un veterano pastor y activista que contribuyó en la formación de los ‘Cristianos de la Letra Roja’. “Cuando me describo como evangélico, se encienden las señales de alerta; la gente inmediatamente piensa que soy anti-gay, anti-mujeres, anti-ecologista, anti-inmigrante, pro-armas… todas las cosas que yo no soy (…) Las connotaciones negativas de la palabra evangélica ya existían antes de Trump, pero han ganado impulso con Trump”.

Campolo cree que los cristianos en los Estados Unidos se han polarizado de forma extrema. Aunque hacía tiempo que entre los evangélicos blancos se había formado un fuerte apoyo a los republicanos. “Los líderes evangélicos no habían salido nunca a apoyar a un candidato como lo hicieron en las últimas elecciones”, recuerda. “Llegaron a decir cosas como ‘este es el hombre que Dios ordenó para América, este es el salvador que Dios trazó para nuestra nación, este es el hombre que va a hacer a América cristiana de nuevo’ (…) Eso da miedo;. Casi parecía querer decir que se pretendía crear una teocracia aquí en Estados Unidos. Nos asusta porque eso es justo lo contrario de lo que debería ser Estados Unidos”, añade.

Según Campolo, los ‘Cristianos de la Letra Roja’ no son una organización partidista. “Lo que queremos son políticas que sirvan los intereses de los pobres y protejan a los vulnerables”. Pero la falta de fondos les ha impedido difundir su mensaje. “Nunca hemos tenido el apoyo financiero necesario para despegar, mientras que la derecha religiosa tiene cientos de cadenas de radio y televisión, su control de los medios es enorme, y lo usan de forma muy inteligente”.

En el otro extremo del espectro cristiano, las organizaciones evangélicas conservadoras están apoyando a los candidatos republicanos con campañas por la participación en las elecciones de mitad de mandato. Entrevistado por el periódico evangélico The Christian Post, Lance Lemmonds (de la Coalición Fe y Libertad) dijo que lo que está en juego es seguir con el “nivel sin precedentes de políticas sociales conservadoras surgidas con esta administración”. Fe y Libertad está gastando 18 millones de dólares para llegar a 125 millones de votantes cristianos conservadores en 19 estados clave. También se está asociando con 30.000 iglesias locales para distribuir “guías de educación del votante” en las que se compara a los candidatos en puntos clave.

La también conservadora Family Research Council Action está en mitad de una gira en autobús con 40 paradas para movilizar a los votantes y “preservar los valores fundamentales de la libertad religiosa, la santidad de la vida, la familia y el gobierno reducido que hacen fuerte a nuestra nación”. Según su presidente, Tony Perkins, “el camino hacia una América fuerte requiere primero la ayuda de Dios”. “Juntos como nación debemos buscar a Dios, debemos comprometernos a orar, a votar el 6 de noviembre y a defender los valores que hicieron grande a Estados Unidos”.

Volvemos al aparcamiento de Greensboro. Bajo una pancarta que reza “del miedo a la fe”, el reverendo Anderson se toma un descanso después de cantar sus baladas de 'dirty gospel'. “De verdad que me molesta la falta de compasión y empatía [entre los cristianos conservadores]”, dice. “Todos los días me despierto y pienso, ¿están hablando en serio? Estoy cansado de pedir perdón en nombre de mis hermanos y hermanas cristianos, ya no lo hago más”.

Pagitt admite que él y sus compañeros de campaña se enfrentan a “una batalla cuesta arriba y que la gran mayoría de los religiosos apoya a los candidatos republicanos”. “Pero seguiremos animando a los votantes fieles y motivados religiosamente para que tengan en cuenta el bien común cuando ejerzan su derecho democrático”, afirma.

En cuanto al futuro, los líderes cristianos progresistas están divididos. “No puedo ser optimista sobre los valores de Estados Unidos hoy en día, ha perdido el norte moral y me temo que esté perdiendo su alma”, dice Campolo. Para Curry, la perspectiva es más positiva: “Soy afroamericano, descendiente de esclavos africanos traídos a Estados Unidos en contra de su voluntad. He visto a este país en algunos de sus peores momentos y en algunos de sus mejores momentos y sé que tiene la capacidad de reconstruirse y de avanzar. Y creo que lo hará”.

En su opinión, “la democracia se mantendrá, pero no con el piloto automático”. “Se mantendrá porque las personas con humanidad y buena voluntad nos uniremos y diremos que no vamos a destruir este país, que lo vamos a construir mejor. Sé que podemos seguir adelante. Estamos viviendo una lucha cultural, de eso no hay duda. Pero seamos claros, los cimientos de esta democracia son más fuertes que cualquier diferencia que podamos tener ahora. Como nación, vamos a vencer”.

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