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Herramientas para la democracia: Abriendo la participación

Alejandra Baciero

Antropóloga y especialista en procesos de participación —

¿Cómo  es la deliberación en los procesos participativos en el territorio? ¿y en el ámbito digital? ¿son mejorables? ¿de qué manera? ¿podemos eliminar, a  través de la participación, la representatividad? ¿cómo repercuten la  deliberación y la toma de decisiones en el modelo de democracia directa?

Desde hoy, 15 de diciembre hasta el jueves 17 tendrán lugar en Medialab-Prado las jornadas 'Herramientas para la democracia: Abriendo la  participación', donde acudirán relevantes personalidades nacionales e internacionales en el ámbito del desarrollo colaborativo, la inteligencia colectiva y la participación digital: Mark  Klein, Cato Léonard, Ettiene Turpin o el instaurador de los  presupuestos participativos en Islandia Gunnar Grimsson. Además se llevarán a cabo talleres abiertos a la ciudadanía donde poner en común para mejorar este tipo de herramientas y procesos. 

Parece que nos encontramos en un momento de transformación de nuestro marco político, esto significa muchas cosas, entre otras, la apertura de ventanas hacia una verdadera cultura de la participación en nuestro territorio. Sí. La participación ciudadana es dependiente del marco político en el cual se desarrolla, por ser este el que determina si hay, o no, un espacio formal para su reconocimiento que le otorga un poder vinculante a las decisiones que resultan del proceso participativo

No creamos que la formalidad de los espacios en los que se producen los procesos participativos aseguran su validez. Para ello debemos garantizar otras cuestiones más importantes que trataremos más adelante. La diferencia estriba en que cuando se reconocen en ámbitos formales de la vida política, sus resultados vinculan. Un proceso que trate problemáticas reales de la ciudadanía, compuesto de una diversidad de miradas, opiniones y cuerpos de conocimiento, da garantías y convierte las decisiones adoptadas en sostenibles y perdurables a lo largo del tiempo. Es decir, un proceso participativo tiene mayor legitimidad cuanto más desde abajo se produce y más diversidad contiene.

Pero, ¿de qué se compone un proceso participativo? Podríamos definirlo como aquel que a través de la puesta en común de información relevante sobre el contexto en el que desarrolla, y basándose en los saberes propios de las personas integradas dentro del proceso, favorece el intercambio y el diálogo basados en la reflexión conjunta, la deliberación y la toma de decisiones. Es durante el proceso de deliberación cuando el proceso participativo aflora con toda su potencia, y la toma de decisiones aparece como meta visible. Es el momento en el que surge lo caórdico del proceso.

Lo caórdico hace referencia a las etapas que se sitúan entre el orden y el caos, un estado de equilibrio dinámico entre ambos. En procesos de cambio social, diríamos que cuando el caos predomina, impera el conflicto y las relaciones basadas en actitudes y comportamientos de confrontación. Mientras que cuando el orden predomina, puede resultar en un estancamiento del proceso que expresa resistencia al movimiento, al cambio en sí mismo. Un estado ideal de equilibrio pasa por lo caórdico, la línea de equilibrio dinámico que a su vez genera tensión creativa para profundizar en el proceso de cambio social.

El territorio en participación siempre ha sido indisociable, no se podía tomar parte de un espacio en el que no se estaba presencialmente. Con la incursión de las nuevas  tecnologías e internet, el territorio ya no es tan demarcado y la presencia se ha desterritorializado. Ahora contamos con dos universos en los que la participación se produce, el territorio (1.0), y el ámbito digital (2.0).  Ambos cuentan con una serie de particularidades, si la participación en  el territorio depende de la confluencia de personas en un mismo espacio (colectivos, comunidades, asociaciones); en el ámbito digital creamos comunidad sin estar presencialmente entre una colectividad. Son las herramientas digitales las que permiten esa confluencia e intercambio permaneciendo cada cual en su lugar, es decir, sin la variable territorial. 

Entendemos, en cualquier caso, la participación como un proceso que no se produce si no es en común, donde la colectividad se relaciona bajo el paradigma de la inteligencia colectiva y el desarrollo colaborativo que se revelan violentamente a través de la deliberación, que nos llevará a tomar la decisión adecuada. Porque aunque la deliberación no es requisito sine qua non para la toma de decisiones, el hecho de que se dé, en toda su complejidad y  diversidad, se convierte en indicador de la calidad de la decisión tomada. 

Durante las jornadas intentaremos ahondar por ejemplo, en los mecanismos y las condiciones procedimentales que nos ayuden a definir ideales deliberativos para la toma de decisiones.

Las charlas y talleres son gratuitos. Inscripciones aquí.

* Referencias: Retolaza Eguren. Iñigo. Teoría del Cambio, Un enfoque de pensamiento-acción para navegar en la complejidad de los procesos de cambio social. PNUD/Hivos. 2010. Guatemala.

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