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Comida golpista

José María Calleja

Hay dos posibilidades. Dos posibilidades igualmente lamentables. El ministro del interior y el director general de la Guardia Civil se enteraron en el momento, o pocos días después, de que el pasado mes de febrero, en el cuartel de la Guardia Civil de Valdemoro, el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Diez, hijo del teniente coronel golpista, Antonio Tejero Molina, había hecho una comilona homenaje de reconocimiento a los golpistas del 23-F de 1981. Jorge Fernández Díaz y Arsenio Fernández de Mesa se enteraron del acto, pero no consideraron que fuera relevante y no tomaron medidas contra esos golpistas, orgullosos, activos y no arrepentidos.

Segunda opción, el ministro del Interior y el director general de la Guardia Civil no se habían enterado de ese acto golpista, hasta que un redactor de El País llamó al Ministerio para contrastar la información.

La verdad, no sé qué es peor. No enterarse de que hay un teniente coronel de la Guardia Civil, golpista por herencia, vocación y decisión, que se reúne en un establecimiento de la Guardia Civil con golpistas del 23-F del 81, y golpistas del 23-F de 2014, en una comida pagada con dinero público, servida por personal de la Guardia Civil, para renovar sus votos golpistas, es una muestra, otra más, de la incompetencia oceánica que caracteriza al ministro Díaz y al director general, Fernández de Mesa.

La otra opción, el haberse enterado del acto golpista y no haberle dado importancia, debería suponer, también, la dimisión de ambos.

En ese Ministerio, en el que el acierto es un error excepcional, dicen que no se enteran de que se han disparado pelotas de goma para impedir que inmigrantes africanos pisen tierra española, por lo que es posible que sí se hayan enterado de la reunión golpista en su día, pero hayan vuelto a mentir al decir que no lo sabían.

En estas llega Ramón Tejero, el hermano cura de una familia que es una pura síntesis del régimen nacional-católico, y dice que es injusto que destituyen a su hermano, porque se trataba de una “comida privada”. El cura miente también –y no creo que se confiese por ello– pues se trata de una comida celebrada en un cuartel de la Guardia Civil, pagada con dinero público y servida por personal de la Guardia Civil, a la que asisten golpistas veteranos y golpistas jóvenes y en la que no se registra en la puerta de entrada quiénes van, eso en un cuartel en el que todo se consigna. El cura Tejero dice que calificar de golpista la tenida es cosa del “humo negro de Satanás”, con lo cual demuestra que tiene información del cielo y del infierno.

Que a estas alturas del curso haya algunos mandos de la Guardia Civil que celebren –y me imagino, que lamenten su fracaso– el intento de golpe de Estado de hace 33 años resulta lamentable, pero Díaz y Fernández no se enteran, o hacen como que no se enteran.

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