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El PP, empeñado en perder las elecciones

El PP presenta a España como una mujer muriéndose en 2011 y que sale del hospital sin muletas en 2015

Isaac Rosa

El PP está empeñado en perder las próximas generales, y no sabe ya qué hacer para que su suelo granítico de votantes fieles se reduzca en unos pocos millones más. Si uno mira lo que ha hecho el PP de un tiempo a esta parte, cada decisión resulta incomprensible, parece que no hubiese vida inteligente en Génova. Hasta que piensas esas decisiones como destinadas a un único fin: perder las elecciones. Y entonces se entiende todo.

Parecía que con la corrupción y el dolor social de los recortes bastaría, pero qué va: el PP seguía contando con la expectativa de millones de votantes a machamartillo. Así que llevan meses entregados en cuerpo y alma a desinflar a los suyos. El vídeo imbécil de la paciente en el quirófano es solo el último episodio de una estrategia de comunicación que siempre parece destinada a dar facilidades a los fabricantes de memes paródicos. Cada foto, vídeo o declaración que sale de Génova es más demencial que la anterior, pero nunca deja el listón lo bastante alto. Y esperen, que todavía nos quedan por ver los carteles y lemas de la campaña electoral, risas aseguradas.

No solo es comunicación. ¿A qué cerebro se le ocurrió colocar de portavoz parlamentario a Rafael Hernando, que es lo más antipático que hay en las filas populares? La respuesta, una vez más: a alguien empeñado en perder las elecciones. Como poner a García Albiol de candidato en Cataluña, o a Esperanza Aguirre para la alcaldía madrileña.

Y así todo, hasta la decisión final: ¿con qué candidato a la Moncloa se aseguran de no ganar? Pues con Rajoy, obviamente, el político más quemado de España, el más rechazado en todas las encuestas, el hombre de plasma incapaz de despertar una mínima emoción en el votante. Visto lo visto, yo me creo hasta que rescaten a Ana Mato para que vaya de número dos por Madrid.

Como pese a todo no acaban de desencantar a los votantes más fieles, estos días se dedican a las peleas internas, para convencerlos de que son un partido en descomposición, un gallinero, que pocas cosas disuaden más a un votante conservador que la sensación de desgobierno.

Qué tontería, dirán, ¿por qué querría perder las elecciones el PP? Yo qué sé, pregúntenle a ellos. A mí solo se me ocurre que sea un acto de sacrificio. Por España, claro. Que la operación salvamento del régimen no pase por los populares, sino por ese gobierno PSOE-Ciudadanos que estos días nos venden editoriales y empresas demoscópicas con insistencia.

Así visto, una victoria del PP sería un desastre, no serviría para desatascar las reformas necesarias. El Estado del 78 ha llegado hasta aquí boqueando, y no aguantará un día más sin una “segunda transición”, para la que el PP es un palo en la rueda. PSOE y Ciudadanos coinciden en proponer reformas constitucionales, mientras que a los populares les tocará lo que mejor saben hacer: jugar de contrapeso.

Pero nada, ahí siguen sus millones de votantes a piñón fijo, aguantando lo que les echen, firmes con su papeleta. Hay que desanimarlos un poco más, no sea que el PP acabe ganando y sigamos en las mismas.

A Rajoy hay que reconocerle los servicios prestados: ha hecho el trabajo sucio estos cuatro años. El último acto de heroísmo que se suele pedir a los héroes siempre es un acto suicida. Y en eso anda Rajoy, entregado a la tarea de inmolar al PP el 20-D. Y está poniendo todas sus fuerzas en conseguirlo.

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