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El camino a Jerusalén pasa por El Cairo

Alaa y Sanaa, con el uniforme de reos, junto a su hermana Mona, durante el funeral de su padre, el abogado y activista Ahmed Seif

Olga Rodríguez

Hace unos días murió en El Cairo el activista y abogado especializado en la defensa de los derechos humanos Ahmed Seif Al Islam, con 63 años de edad. Sus hijos Alaa y Sanaa, prisioneros en la cárcel por defender derechos y libertades fundamentales, no pudieron despedirse de él.

Alaa, conocido bloguero y activista, cumple una pena de 15 años de prisión por manifestarse en contra de la ley antiprotestas impulsada tras el golpe de Estado de 2013. Sanaa, la pequeña de los hermanos, colaboradora del grupo “No a los Juicios Militares” (decenas de miles de civiles han sido juzgados en tribunales militares), fue arrestada por protestar contra la sentencia de su hermano y permanece en prisión a la espera de juicio.

El propio Ahmed Seif Al Islam sufrió cárcel y torturas durante los gobiernos de Anuar el Sadat y de Hosni Mubarak.

“Lograron romperme en pedazos al torturarme. Pero al mismo no me dieron más opción que la acción. Es decir, muchos en mi generación nos vimos obligados a involucrarnos en política. Y sigue siendo así ahora. Por eso mis hijos se involucran. Yo quería que heredaran libertad, pero en cambio heredan la celda que un día me encerró a mí”, confesaba recientemente.

La mediana de sus hijas, Mona Seif, la única que ahora permanece en libertad -fundadora del grupo “No a los Juicios Militares”- nació mientras su padre cumplía pena en prisión. En una conversación que mantuvimos en 2011 en El Cairo, durante las revueltas populares en Egipto, Mona se definió a sí misma como una “bióloga activista”, que “por el día cazo mariposas, como bióloga, y por la noche las fuerzas de seguridad tratan de cazarme a mí”.

Hace tan solo unas horas Sanaa tuvo que ser trasladada de la cárcel al hospital, debido a que está llevando a cabo una huelga de hambre en protesta por su situación y la de su hermano.

La historia de esta familia, muy conocida en Egipto, representa qué está viviendo el país árabe en la actualidad. A pesar de que buena parte de la represión se ejerce contra los Hermanos Musulmanes, activistas laicos y de la izquierda egipcia, como el propio Alaa, son también objetivo.

El papel de Egipto en Palestina

El castigo contra la familia de Alaa es tan solo la punta del iceberg del panorama actual en Egipto. El escenario de represión en el que se encuentra sumergido el país árabe obliga a analizar cuál es su papel en la llamada cuestión palestina. Miles de activistas como Alaa, que participaron activamente en las revueltas de 2011, crecieron al calor de la solidaridad con la causa palestina.

“Somos muchos los que crecimos con pósters de Palestina en las paredes de nuestra habitación. La injusticia de la ocupación israelí fue nuestro primer contacto con la militancia”, explica a menudo el activista egipcio Hossam El Hamalawy.

Hay un dicho árabe que afirma que el camino de Jerusalén pasa por El Cairo. No le falta razón a la frase. Egipto es cómplice del Ejército israelí desde la firma de los acuerdos de paz de Camp David en 1979, a partir de los cuales, como recompensa, EEUU concede anualmente 3.000 millones de dólares a las fuerzas armadas de Israel y 1.300 millones al Ejército egipcio, en lo que suponen la primera y segunda mayor cantidad que Washington da a unas fuerzas armadas en el mundo.

En esta última ofensiva contra Gaza, en la que han muerto más de 2.000 personas, la mayoría civiles, el gobierno egipcio optó por mantener cerrada su frontera con Gaza: solo los residentes en la franja con pasaporte egipcio y algún herido pudieron huir de la bombas a través de territorio egipcio. Pero nunca hasta ahora el discurso oficial egipcio había sido tan beligerante contra la causa palestina.

El discurso contra los palestinos en Egipto

El golpe de Estado de 2013 impulsado por el general Al Sisi, que acabó con el gobierno pro Hermanos Musulmanes de Mohamed Morsi, dio luz verde a la persecución de todos los integrantes de la Hermandad musulmana. Al menos 3.000 manifestantes murieron en las semanas posteriores al golpe. La irrupción de las fuerzas de seguridad egipcias en la acampada de la plaza de Rabaa en El Cairo, donde miles de personas protestaban contra el golpe militar, terminó en una masacre, con más de mil muertos en un solo día. En la actualidad miles de seguidores de la Hermandad se encuentran arrestados o en la clandestinidad.

A pesar de que todo ello fue condenado por diversas organizaciones internacionales de derechos humanos, hubo algunos sectores de la población egipcia que optaron por mirar hacia otro lado o incluso por aplaudir el empleo de la fuerza bruta contra quienes salieron a las calles a condenar el golpe.

Diversos medios de comunicación egipcios, controlados por una pequeña elite, han impulsado desde entonces una agresiva campaña no solo contra los Hermanos Musulmanes, sino contra la población siria y palestina, a la que encorsetan como cómplice de los Hermanos por el simple hecho de que estos comparten cercanía ideológica con Hamás en Palestina y con ciertos grupos rebeldes sirios.

Dicha campaña, procedente de diversos sectores cercanos al poder en Egipto, está provocando gran pesar entre movimientos sociales y agrupaciones de activistas y ha obligado a revisar la posición que algunos mantuvieron ante el golpe de Estado.

“Muchos en Egipto no pueden soportar el silencio del mundo ante la masacre en Gaza. ¿Recordáis cuando sin embargo aceptastéis la matanza del mil personas en un solo día en Egipto diciendo que eran terroristas?”, reprochaba recientemente un activista egipcio en las redes sociales, en referencia a la indiferencia que algunos grupos mantuvieron ante la matanza de Rabaa en 2013.

“Nunca pensé que llegaría el día en que vería a egipcios volverse pro Israel. Bien hecho, Sisi”, escribió hace unos días el periodista egipcio Wael Eskandar, lamentando que ciertos sectores en Egipto hayan llegado a justificar los ataques israelíes contra Gaza.

Durante el año en que los Hermanos Musulmanes gobernaron en Egipto no hubo cambios significativos en la política de El Cairo con respecto a Israel, pero sí algunos roces con los militares egipcios en lo relativo a las estrategias ante Gaza y el Sinaí, territorio egipcio fronterizo con Israel y Gaza.

Aquello, unido al hecho de que la Hermandad fuera aliada de Hamás, provocó inquietud continua en Tel Aviv. Desde el golpe de Estado egipcio del pasado verano, Israel respira más tranquilo. Lo hace a costa de miles de egipcios muertos, heridos o encarcelados, incluida la familia del ahora difunto Ahmed Seif Al Islam, un hombre laico, progresista, que siempre creyó en el derecho de todos los egipcios a tener un juicio justo y a gozar de los derechos humanos fundamentales que a diario siguen violándose en su país.

El funeral de Ahmed Seif de hace unos días fue lugar de encuentro de cientos de personas que en 2011 protagonizaron las revueltas contra el régimen, exigiendo “pan, libertad y justicia social”. Ahora, tres años después, el recuerdo de aquella lucha parece tan solo un espejismo. La fotografía de Sanaa y Alaa vestidos con el uniforme de reos, abrazándose a su hermana Mona, llorando a su padre muerto antes de regresar de nuevo a prisión representa bien aquello que tantos en Egipto definen como “lo que pudo ser... y no fue”.

[VÍDEO: La historia de la familia de Ahmed Seif]

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