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El ministro del Interior no asiste a funerales de policías

El ministro del Interior, junto a la presidenta navarra en el inicio de las obras del cuartel de la Guardia Civil en Fitero. / Ministerio del Interior

José María Calleja

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, no ha tenido ganas ni tiempo para asistir al funeral de la policía nacional Vanessa Lage, de 38 años, asesinada por un ladrón al que trató de aplacar con palabras el pasado 28 de noviembre, en el atraco a un banco en Vigo. El ministro del Interior no ha tenido ni ganas ni tiempo para asistir al funeral del policía nacional Francisco Javier García Ortega, de 28 años, que murió al ser atropellado por un tren de cercanías después de un forcejeo con Ali Raba Yode, también de 28 años, en el andén de la estación de Embajadores, en Madrid.

En la primera ausencia, el ministro del Interior prefirió estar en un acto de su partido en Cataluña; en la segunda ausencia, el ministro prefirió no sabemos qué, después de haber acudido con entusiasmo caciquil a la inauguración de una casa cuartel de la Guardia Civil, con arzobispo incluido, en Fitero (Navarra).

Fernández Díaz, que lo da todo cuando se trata de entronizar a una monja –por ejemplo: María Maravillas de Jesús Pidal y Chico de Guzmán, para la que, en noviembre de 2008, pidió una placa en el Congreso de los Diputados–, no tiene ganas ni tiempo para asistir al funeral de una joven policía nacional. La policía asesinada hacía seis meses que se había reincorporado al servicio, después de una baja por maternidad, y se enfrentó al atracador sin los chalecos salvavidas que el ministerio no proporciona a las mujeres policía por cuestión de tallas y a los hombres policías por recortes. Vanessa trató de hacer desistir a un atracador español que acabó asesinándola a ella, dejando herido muy grave a otro compañero policía e hiriendo a una empleada tomada como rehén por el asesino. El ministro Fernández Díaz no dijo ni Pamplona, se fue a un acto del PP a Barcelona, lejos de los policías que sufrían la muerte de una compañera.

El ministro Fernández Díaz prefiere dar la medalla al mérito policial a una virgen, en concreto a María Santísima del Amor, antes que mostrar un poco de cariño a los policías asesinados, antes de condecorar a policías realmente existentes que se juegan cada día la vida en la calle para combatir la delincuencia.

Tampoco el ministro del Interior ha tenido ganas y tiempo para asistir al funeral de un policía nacional que ha perdido la vida atropellado por un tren tras un forcejeo al tratar de identificar a un ciudadano de Mali, de su misma edad. Todos los sindicatos policiales, habitualmente discrepantes entre sí, han sido unánimes esta vez al condenar indignados la falta de empatía del ministro Díaz, posiblemente el más incompetente de todos los que han sido ministros del Interior durante la democracia, según dicen algunos policías.

Díaz entra en resonancia cuando, en compañía de arzobispo, echa la primera paletada de arena de lo que será un nuevo cuartel de la Guardia Civil en Fitero (Navarra), cuartel que estará a tres kilómetros del que ya existe en Cintruénigo y a seis kilómetros del ya existente en Corella, localidades navarras también estas dos últimas pero en las que, a diferencia de la primera, el ministro no toma las aguas ni tiene a su madre como residente, según informó este diario.

¿Tiene miedo el ministro a que los policías le hagan reproches por incompetente? ¿Le traen al fresco la muerte de una joven policía y de un más joven policía? ¿Nos quiere decir que no se puede estar en misa en Tarancón o Fitero y repicando en Vigo o en Madrid?

No dimitirá Díaz, salvo que alguien le interpele en la víspera de un discurso del presidente emplasmado que lo puso por ser su amigote; seguirá, misa tras misa, medalla a la virgen tras medalla a la virgen, ganándose un adosado en el cielo, haciendo una gestión nefasta, incomunicado con los Cosidó y otros mandos policiales, enfrentado a todos los sindicatos, sean de izquierda, de derecha pura o de centro. Su reino no es de este mundo y a la joven policía Vanessa Lage, de 38 años, que acababa de incorporarse al servicio después de una baja por maternidad y que trató de aplacar con palabras a un atracador, y al joven policía nacional, Francisco Javier García, que trató de identificar a una persona que se resistía a ser identificada, que les den, que les den a los dos policías. Las medallas son para las vírgenes y para los policías cuando se mueren, no cuando viven y actúan de manera meritoria.

Nota: Una versión anterior del artículo incluía la afirmación de que el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, no asistió al funeral por el policía Francisco Javier García Ortega. Esa afirmación ha sido retirada por incorrecta. Cosidó asistió al citado funeral.

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