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Desde el año 2005, Juan Mal-herido hace públicas sus opiniones sobre libros, lencería y trastornos de identidad. En este espacio, se centrará en los trastornos de identidad. Creado por Alberto Olmos

Las mejores novelas españolas de 2012

Juan

Tribunal Supremo —

Sí, tiene un punto ridículo. Elaborar una lista de mejores libros del año supone, por principio, una engañifa. Nadie se ha leído todos los libros del año. De hecho, la mayor parte de los críticos ha leído sólo exactamente la misma veintena de títulos nuevos, y entre esas dos decenas habrá de espigar su top. Se genera así una especie de bipartidismo: o la de Javier Marías o la de Enrique Vila-Matas; o la de Javier Cercas o la de Andrés Trapiello. Al igual que en unas elecciones generales, el partido minoritario no cuenta con ninguna oportunidad.

Los críticos, llamados a descubrir y reconocer, a elaborar una revisión apasionada e independiente del panorama literario, han acabado siendo tan sólo los que levantan la bandera de cuadritos al final de la carrera. Si el Premio Nacional de Narrativa nunca se concede en España a una obra que no haya salido de un gran grupo editorial, los mejores libros del año tampoco son ajenos a ese filtro inicial que supone dónde han sido publicados. A esa primera criba hay que añadir los amigos escritores del crítico y los editores amigos del crítico: ambos le hacen llegar sus libros (escritos, publicados), lo que puede dar al cabo la sensación de que en una lista de mejores del año hay algunos títulos a contracorriente, cuando no son más que cameos.

Yo -obviamente- no soy una excepcion tan absoluta como me gustaría dentro de esta perversion. No todas las editoriales me envían sus libros -ni tienen por qué-; así, no he tenido ocasión de leer novelas en español de Caballo de Troya, Periférica o Galaxia Gutenberg (ésta última parece que se ha lanzado con entusiasmo a la publicación de narrativa española contemporánea: Andrés Ibáñez, García Sánchez...); las que he leído de Anagrama las he comprado o sacado de la biblioteca o alguien me las ha prestado; también he comprado algunos libros de Salto de Página, Alfaguara o Blackie Books. Seix Barral o Mondadori me envían bastantes novedades.Y Tusquets; y algunos sellos independientes.

Dicho esto, ya estáis en disposición de tomar las cautelas que estiméis adecuadas frente a la lista de mejores libros que me dispongo a engranar a partir del siguiente párrafo.

El público, de Bruno Galindo (Lengua de Trapo)

ha sido una de las novelas más estimables de 2012; es curioso que, según mis datos, no haya sido reseñada en ningún suplemento literario. La considero la perfecta novela de culto, aunque quizá se recrea un poco en el componente generacional. La mujer de sombra, de Luisge Martín (Anagrama), la señalaría como la mejor novela del año: aquí, las explicaciones. Y ojo a este libro: Menos joven, de Rubén Martín Giráldez (Jekyll y Jill), un debut fascinante; novela muy divertida, arriesgada, agradablemente experimental.

Otros libros que me animo a poner en negritas son: Qwerty Vintage, de Rafael Sarmentero (Algón); y Piel roja, de Juan Gracia Armendáriz (Demipage).

Y un buen puñado de autores consolidados que se mantienen en forma en sus últimos libros: Paseos con mi madre, de Javier Pérez Andújar (Tusquets); Lo que no está escrito, de Rafael Reig (Tusquets); Hablar solos, de Andrés Neuman (Alfaguara); Los inmortales, de Manuel Vilas (Alfaguara); Karnaval, de Juan Francisco Ferré (Anagrama); Ha dejado de llover, de Andrés Barba (Anagrama); o Aire de Dylan, de Enrique Vila-Matas (Seix Barral).

Pendientes de lectura, algunos títulos que quizá valga la pena anotar: Creímos que también era mentira, de Elena Figueras, Ayer no más, de Andrés Trapiello o El anarquista que se llamaba como yo, de Pablo Martín Sánchez.

A pesar del prestigio del pesimismo -nada tan intelectual y hasta chic como generalizar en negativo-, considero que 2012 ha sido mucho mejor año literario para las letras nacionales que 2011, quizá porque hubo más literatura y menos nombres propios.

Menos mal.

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