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Dos trabajadoras llevan a juicio a una empresa de Almería por “acosarlas” y despedirlas tras sindicarse

Álvaro López

22 de enero de 2025 21:42 h

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“Nos despidieron por sindicarnos, pero antes ya nos estaban castigando por ser mujeres, por ser madres o por nuestra orientación sexual”. Así lo resume María Esther Gregorio, una de las trabajadoras despedidas de Makito, una empresa de productos promocionales de Pulpí (Almería), que este 23 de enero será llevada a juicio tras haberla despedido a ella y a una compañera al sindicarse para tratar de frenar meses de presiones y acoso, según su testimonio. Junto a otras trabajadoras, decidieron unirse al sindicato CGT para denunciar las prácticas “abusivas” de la compañía, que incluyen, según explican, diferentes vulneraciones de derechos laborales. A preguntas de elDiario.es/Andalucía, la empresa, por el momento, guarda silencio.

Aunque María Esther Gregorio y su compañera Alzane Lorenzo, ambas naturales de Jaén, fueron despedidas el 14 de septiembre, su situación llevaba meses agravándose por motivos laborales y de acoso también por su condición sexual. Esther y Alzane son pareja y sostienen que desde la empresa se les ha sometido a discriminación no sólo por pertenecer al colectivo LGTBIQ+, sino por ser mujeres ya que, según explican, Makito las tiende a minusvalorar. Ese es el origen del mobbing laboral, que llegó a su punto álgido cuando a finales de 2023 crearon la primera sección sindical en la empresa de la mano de CGT.

Lo que querían con ese movimiento era no sólo defenderse del acoso, sino sobre todo mejorar las condiciones laborales de la plantilla. No en vano, relatan todo tipo de situaciones como por ejemplo el calor al que se ven sometidas en verano. Las trabajadoras cuentan que trabajaron a temperaturas que superaban los 45 grados, algo que llevó a una inspección laboral que aún está sin resolver. “El calor era insoportable. Nos quejamos, pero la empresa nunca tomó medidas. Se aprovechaban porque la mayoría de la plantilla es extranjera y tiene miedo de protestar por su situación precaria”, explica Esther.

Desde que se afiliaron a CGT, las presiones se volvieron cada vez más insostenibles, según explican. Tanto que han tenido que pedirse bajas por estrés y ansiedad, según ha podido comprobar este medio por la documentación aportada por las extrabajadoras. “Intentaron silenciarnos desde el principio. No les gustó que nos organizáramos”, afirma Esther. Por si fuera poco, el despido llegó sin margen para ellas, un día antes e incumpliendo el derecho a los 15 días de preaviso.

El calvario que relatan incluye un amplio listado de agravios, con recortes en las nóminas o en descansos, pero sobre todo con respecto a los trabajadores varones. Esther y sus compañeras, cuentan que se veían sistemáticamente situadas en una posición de inferioridad con respecto a otros empleados: “Nos negaban ascensos mientras promovían a gente que no cumplía con los requisitos. Cuando alguien intentaba ejercer sus derechos, como pedir una baja por enfermedad o por fallecimiento de un familiar, las represalias eran inmediatas”.

De hecho, a la propia Esther, cuando falleció su abuela, la empresa le presionó para que no hiciese uso de la baja de cuatro días hábiles que le correspondían. Makito le obligó a decidir entre acudir al trabajo o perder parte de su salario: “Me comunicaron que se me descontarían los días de mi saldo de horas. Ante esta situación, decidí ir a trabajar”. Las consecuencias psicológicas del ambiente laboral tóxico no tardaron en manifestarse. Las denunciantes han aportado informes médicos que relatan los episodios de estrés y de depresión que han padecido algunas trabajadoras. “Muchas terminamos en bajas por ansiedad debido al acoso”, dice Esther. Algunas activaron el protocolo por acoso laboral, pero denuncian que la empresa no actuó para protegerlas.

Una situación insostenible

Además de sindicarse, y ante las situaciones vividas, redoblaron su apuesta y Esther y Alzane, junto a otras dos compañeras, apostaron por crear un comité de empresa. A través de CGT intentaron que se celebrasen unas elecciones para elegir a los representantes sindicales de la plantilla. “Queríamos tener un comité de empresa que nos defendiera, pero la dirección lo impidió de manera drástica. Apenas presentamos el preaviso de elecciones sindicales, les despidieron. Fue un mensaje claro: no tolerarían ninguna organización interna que cuestionara sus prácticas”, señala CGT.

Por ello, CGT denuncia la falta de democracia interna en la empresa: “Makito es una empresa que no respeta la libertad sindical, la igualdad de género ni los derechos básicos de sus trabajadores. Los despidos son una represalia directa por la actividad sindical”. El sindicato critica que la compañía, con una plantilla de aproximadamente 700 personas, no cuente con un comité de empresa y que abortara el proceso de elecciones sindicales iniciado por CGT.

Para mostrar su apoyo a las trabajadoras despedidas, el sindicato se ha manifestado en varias ocasiones frente a la sede que tiene la empresa en Pulpí. Su objetivo ha sido siempre el de “visibilizar estas prácticas abusivas y animar a toda la plantilla a reclamar sus derechos”. Para CGT, las reivindicaciones que hacen y que ahora llegarán a juicio, deben conseguir que “la política del miedo temine”.

Mientras tanto, la empresa no ha respondido a las repetidas solicitudes de eldiario.es para ofrecer su versión de los hechos. Donde sí tendrán que hablar los responsables de la compañía es en el juicio fechado para este 23 de enero. En él, las trabajadoras despedidas, que llevan meses de baja por el estrés sufrido y han vuelto a su Jaén natal, esperan que la justicia reconozca las prácticas ilegales de Makito y que se les restituya el empleo o se les indemnice justamente. “No estamos solas. La CGT y muchas compañeras nos apoyan. Vamos a luchar hasta el final”, concluye Esther.