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Escándalos

7 de diciembre de 2025 21:39 h

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“En un país escandaloso no hay que tener miedo a revelar la verdad”. Son palabras del gran jurista y periodista demócrata italiano Norberto Bobbio. En su tiempo, cuando casi todo el mundo en Italia tenía algo que ver con la mafia, encomendarse a los escándalos desvelados por el periodismo democrático de investigación era casi la única forma de pelear contra la corrupción del sistema político que afectaba a todos los poderes del Estado, también a los medios de comunicación, las policías y jueces, con excepciones valerosas.

Bobbio participó en el gran debate periodístico italiano sobre la frontera entre el escándalo y el amarillismo; esto último también asolaba al país, sobre todo cuando la prensa pagata (por la mafia) contribuía de forma muy activa a la descomposición del país transalpino. De ahí, señala el gran jurista, la utilidad de no quedarse callados, del escándalo necesario: cuando lo scandalo serve.

Una cierta prensa española ha considerado estos últimos días todo un “escándalo” que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, concediera sendas entrevistas en medios catalanes para aproximarse, recuperar el apoyo de Junts. En la corte han puesto el grito en el cielo porque Sánchez reconociera que no estaba cumpliendo con Junts y que ahora estaba dispuesto a cumplir lo firmado con tal de recuperar su confianza y arriostrar la legislatura.

La verdad es que el reconocimiento de que no cumplía debería haber alegrado a los más integristas del reino, incluidos ciertos socialistas, pero no. Otra cosa es que se hubieran preocupado y montado la escandalera porque Sánchez estuviera dispuesto a dar más de lo ya pactado, pero no parece, solo habló de cumplir lo ya pactado en la investidura. Lo cierto es que lo que verdaderamente ha parecido mal es que se pudiera garantizar la continuidad siquiera como estamos. Si aprobasen los Presupuestos, el “escándalo” ya sería mayúsculo.

Lo fascinante, te hablo a ti, Norberto, es que el “escándalo” de Sánchez no se vio alterado por el “escándalo” precedente de Núñez Feijóo. Ese periodismo que denunciaste en tu Italia, guardó silencio en el primer acto peroa pretó las tuercas luego, en el segundo

Pedro Sánchez se lanzó confiado, como si no conociera al personal. Creyó que después de los pasos públicos mendicantes de Feijóo pidiendo a Puigdemont apoyo para tumbar su gobierno, se avivaría el pensamiento crítico de los más sesudos profesionales del periodismo patrio, creyó que Feijóo le había allanado el terreno pero quia. 

Alberto Núñez Feijóo se anduvo por Catalunya pidiendo el apoyo de los antes enemigos de España, los separatistas, los no amnistiables ni indultables, los ilegalizables. Se dirigió a los empresarios catalanes solicitando mediación, si no apoyo directo, y se identificó como uno di loro,  solidario en sus políticas contra los derechos de los trabajadores y contra la igualdad y solidaridad. Solo le faltó apoyar la ordinalidad- se cuenta que lo hizo por los pasillos-. Me malicio que si los empresarios catalanes lo hubieran citado en Flandes, habría acudido y, quizá, tropezado con Carles Puigdemont en alguna abadía cervecera. Por casualidad.

Lo fascinante, te hablo a ti, Norberto, es que el “escándalo” de Sánchez no se vio alterado por el “escándalo” precedente de Núñez Feijóo. Ese periodismo que denunciaste en tu Italia, guardó silencio en el primer acto, pero apretó las tuercas luego, en el segundo. Le pareció bien que el valor demoniaco de los siete votos de apoyo a Sánchez se tornaran en siete bendiciones angelicales para España derrumbando el gobierno. Ahora te he entendido, admirado maestro, a veces el escándalo es necesario pero ocurre que se oculta por el amarillismo de la prensa pagata cuando conviene a los que mandan.