Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
Lucre ha muerto, levantémonos
Ha muerto Lucrecia Hevia Bertrand, directora de elDiario.es/Andalucía y quienes no la conocíais directamente sino por sus columnas e intervenciones en mesas de análisis de TV y radio tenéis que saber que ha muerto, igual que nosotros, su equipo, amistades y familia, todos desolados, sin fuerzas para escribir pero con el deber de hacerlo porque su muerte, aunque no seáis conscientes, os afecta y mucho.
Lucrecia Hevia ha sido una periodista y una mujer implicada a fondo con la sociedad española. Ha muerto de cáncer, insoportablemente pronto, antes de cumplir los 50 años. Y quisiera transmitiros lo que su compromiso con el periodismo, como pilar fundamental de un Estado democrático, como es nuestra España, nos ha dado.
De raíces asturianas, estudió Ciencias de la Información en la Complutense (1999) y un curso de Comunicación y Ciencia Política en la Universidad noruega de Bergen. Ya antes de licenciarse hizo dos años prácticas en la redacción de Gijón de La Nueva España. Luego, en 2000, entró en 20 Minutos, donde durante tres años trabajó en Madrid y, finalmente, llegó a Sevilla, ciudad en la que en cinco años pasaría de redactora a jefa de Local y redactora jefa de Andalucía. Aquí también trabajó en la revista Andalucía Investiga. Y empezó su historia de amor con el gran compañero vital y periodista, luego padre de sus maravillosas hijas, Clara y Noa, Héctor Rodríguez Gavira.
Revulsivo periodístico para Andalucía
Pero, además y sobre todo, por lo que a las y los lectores afecta, ese traslado profesional suyo a esta tierra fue el comienzo también de su pasión por Andalucía, un Sur, en el que creyó, por el que se entregó y que reivindicó con una fuerza que siempre me ha recordado a la del donostiarra Iñaki Gabilondo quien, cuando en aquellos 70 en que se dirimía la autonomía dirigió Radio Sevilla y quiso mejorar nuestra maltrecha autoestima, impulsando el ya histórico lema de “Andalucía es una tierra hermosa, grande, vieja y sabia: siéntase orgulloso de SER andaluz”.
La fe de Lucrecia en esta comunidad autónoma la hizo dar, en 2013, tras años en diversos puestos en la gestión de la comunicación, el gran salto de su carrera: el de fundar y dirigir elDiario.es/Andalucía. Un proyecto que concibió muy mano a mano con Ignacio Escolar, fundador y director de elDiario.es, cabecera nacida seis meses antes, y a partir de la mediación de Arsenio Escolar y Fernando Vicente, que habían sido, respectivamente, su director nacional en 20 minutos y su director en Andalucía, éste, además, mentor y gran amigo.
Al frente de la edición andaluza de elDiario.es, ha estado Lucrecia estos doce años. Siempre en íntima colaboración con los responsables de la edición estatal: Escolar, Juanlu Sánchez, Néus Tomàs, Toño Fraguas, Marco Schwartz… y con el conjunto de equipos de la edición central y las regionales/locales. Y siempre pensando en cómo aportar a las necesidades sociales andaluzas y por tanto españolas, es decir, europeas y globales. Sí, porque el pulso internacionalista y contemporáneo guiaban sus pasos en relación a Andalucía.
Para Lucre esta tierra, con más habitantes que 13 países de los 27 de la Unión Europea, no puede ser considerada un instante, como lo es a menudo, por los de fuera e incluso por nosotros mismos cuando sin darnos cuenta interiorizamos el menosprecio de siglos, un rincón reducido a la belleza de sus paisajes, monumentos y arte, a nuestro aplaudido gracejo, pero sin capacidad para influir en nuestro rumbo actual, en el de nuestro contexto inmediato y el del mundo. Ella era una convencida de que no existe razón ninguna por la que la voz, las decisiones, investigaciones, iniciativas, inventos, creaciones hechas por andaluzas y andaluces, desde nuestra Andalucía, no merezcan, como nuestros problemas y aspiraciones, idéntica atención y consideración a las de cualquier otro pueblo, español o extranjero. A pesar de lo cual no la tienen, aún siguen sin tenerla.
La pasión de Lucrecia Hevia por Andalucía y por el periodismo la llevó, en 2013, a fundar y dirigir elDiario.es Andalucía que ella ha liderado estos 12 años pensando siempre en cómo aportar a las necesidades sociales andaluzas y cómo conectar lo que pasa en esta tierra con España y el mundo.
Ayudar a conseguir lo que Andalucía merece y se le niega era el empeño arrebatado de Lucrecia. Y gracias a ella hemos tenido y tenemos este elDiario.es/Andalucía y también más recientemente SevillaelDiario.es que, mientras tantas cabeceras nacionales han recortado su cobertura autonómica, ofrecen espacios para denunciar abusos, atropellos y desmanes, públicos y privados, para alumbrar las necesidades sociales, las justas demandas que no encontraban su cauce hacia la opinión pública, la creatividad y acciones solidarias, las reflexiones… “Desde el sur”, como tituló ella nuestra sección de Opinión, con vocación de trascender fronteras e interactuar “con la Humanidad”, como aspiraba Blas Infante al escribir el himno andaluz.
Por ese empeño suyo puso su dinero, el de su familia, y su tiempo y su talento y creó al mejor equipo posible reuniendo a periodistas, mujeres y hombres, avalados por nuestras trayectorias y que estábamos más o menos satisfechos, precarios o quemados en otros medios, en gabinetes, a quienes tras un despido llegaron al paro o, como era mi caso, que estaba fagocitada por la crianza de mis entonces aún lactantes mellizos… Un equipo vivificado con la llegada de colegas recién licenciados.
Humildad en la grandeza
Para todas y todos cuantos hemos trabajado con Lucrecia, plumillas, foteros y el personal Comercial y de Administración, ella, siendo como era nuestra directora y jefa, con todo lo que implica de marcar las líneas maestras, de asumir las responsabilidades últimas y de ser muro de contención frente a presiones, ha sabido y querido ser una compañera, una colega abierta a propuestas, dialogante, generosa dándonos el espacio y el foco para que lucieran nuestros trabajos, creando sinergias con colegas de medios como Cordópolis y LacontradeJaén, batiéndose el cobre ante elDiario.es estatal para que nuestros textos, de información y opinión, se abrieran paso y llevaran la perspectiva andaluza a los lectores de las demás autonomías. A vosotras y vosotros que leéis nuestros trabajos estéis donde estéis.
Ya sabéis que en España cuando alguien muere todo son aplausos. Quizá ella no respaldara que diga ahora lo que voy a decir, pero lo respetaría, como siempre respetó mi libertad de expresión. Pues bien, aunque hoy tantas y tantos que la conocimos, en la profesión periodística, en sindicatos, colectivos y empresas, en la sociedad civil, en la política… estamos devastados y somos conscientes de la inmensidad de su pérdida, en vida, como directora, mujer y feminista, de un medio comprometido con la democracia, con el Estado social y de derecho, con los servicios públicos, con los derechos humanos, con la memoria democrática, con el ecologismo…, de un medio progresista, como sabéis que lo es elDiario.es/Andalucía, tuvo que lidiar con el ninguneo de machistas casposos que aun reparten mucho bacalao.
Tuvo que deslomarse para, con el maravilloso apoyo de tantas socias y socios, lograr el éxito de nuestro periódico. Porque, aunque retóricamente todo el mundo defienda la importancia de la prensa libre para la salud de las democracias, los verdaderos periodistas, somos tábanos agijoneadores del poder a quienes éste trata de aplastar, a coces y rabazos.
También tuvo la satisfacción de recibir reconocimientos como el Premio Luchadoras de UGT-A (2022), el Premio de la Comunicación de la Asociación de la Prensa de Sevilla (2023), el Premio Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía por su trabajo en memoria histórica y el Premio Plaza de España de la Delegación del Gobierno en Andalucía (2024). Mientras, por su parte, creó, con toda convicción, los Premios Gente de 10 de Andalucía para homenajear a “la gente normal que hace cosas extraordinarias” protagonista cada año de nuestras páginas.
La muerte de quien, por su cercanía y humildad, en la profesión llamamos “Lucre”, nos deja con un vacío irreparable. Pero en honor a ella, ante la amenaza neofascista que tanto la preocupaba, debemos continuar con su compromiso periodístico y democrático.
Todo, lo bello y lo decepcionante, lo encaró en esta vida nuestra Lucre, con humor y humildad. Por eso, por compaginar un rigor periodístico y empresarial sobresaliente con un carácter divertido, cariñoso, alegre y tan humilde, frente a tanta presunción y vanidad, ella es y será siempre Lucre, con un diminutivo que la agiganta como referente.
Reaccionar aún con dolor
Sé, porque lo hablamos alguna vez, que le espantaban esos obituarios donde quien escribe acaba diciendo tanto de sí que tapa al fallecido y por eso me vengo conteniendo. Pero todas mis palabras previas me sonarían vacías e insinceras si callara que no puedo dejar de llorar, que no hay consuelo porque al morir Lucrecia, pierdo a una amiga inesperada que apareció para ficharme, a instancias del generoso Juanjo Téllez, y me impulsó a experiencias periodísticas como el articulismo que nadie antes confió en encomendarme y me dio alas cuando yo, envalentonada, le plantée proyectos de reporterismo internacional, y actuó de red cuando el viento me tiraba, y vio en mí una vis cómica y me lanzó a presentar galas y me regaló buenos consejos y su sororidad, su amor de hermana. Todo eso y su hombro con hombro cuando nos manifestábamos en las calles el 8M, en defensa de la Sanidad pública, esa que le dio hasta el final cuidados y esperanza, de la Educación pública en cuyas AMPA ella se implicó tanto, en marchas contra el racismo, para frenar el genocidio en Palestina… Hasta el final cómplices, compartiendo también el vértigo, el dolor… la ternura y la risa incluso ante la enfermedad y la muerte inminente porque ella era tan lúcida como alegre.
Su muerte me la arrebata y me deja, como a tantas y tantos, y por supuesto, antes que a mí a sus amadísimos hijas y marido, a su madre, hermanas y hermanos (María y Pedro, puntales clave), suegros, cuñados y cuñadas, sobrinas, sobrinos… Todos nos vemos hoy ante el precipicio de una ausencia que nadie ni nada llenará.
No quiero. Me revuelvo. Me indigno contra el cáncer que ya le arrebató a ella amados familiares, empezando por su padre cuando era sólo una niña pequeña que aguardaba noticias en casa de sus vecinos aferrada a sus Barriguitas y siguiendo por su hermano mayor. ¡Es injusto que precisamente ella muera tan joven, siendo tan estupenda y con la falta que hace! ¡Deseo que el mundo pare, como al morir mi padre casi con su misma edad! Pero ya sé que no dejará de girar. Nunca lo hace. Por nadie.
Dicho lo cual, pese al dolor que nos aplasta, no nos hundamos. Al contrario, levantémonos, como clamó Blas Infante. Amigas y amigos, levantaos. Reaccionemos por más esfuerzo que exija. No me sale otra cosa, desde lo más hondo del corazón, que pediros a todas y a todos quienes leéis esto que nos pongamos, física o simbólicamente, en pie, que despidamos con el respeto que merece a quien se ha dado a nosotros dedicándonos su profesionalidad, su trabajo en pro de una sociedad y un mundo más justo y vivible, más sostenible y armónico.
Y que, en honor a su memoria, y ante la preocupación que lógicamente tenía por el auge neofascista, hagamos de ese “ponernos en pie” un seguir su estela de acción, para realizar su esperanza de que siempre habrá quienes, como ella, no bajen los brazos sino trabajen por la convivencia democrática de los diversos, quienes aporten, construyan, respeten y aprendan de los demás, desarrollen y amen.
Por personas como Lucrecia merece la pena la vida. Intentemos parecernos a ella.
Qué increíble que te hayas ido, Lucre. Pero descansa en paz, amada e inolvidable amiga.