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El PP debería dejar de ponerse cara al sol
No hay periodista que no haya escuchado que “no es noticia que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro”. En realidad, el primer caso no es del todo cierto (a los hechos me remito) pero seguro que no habría dudas con el segundo. Sin duda, sería noticia. Y a mí me pasa un poco lo mismo con el PP y la dictadura franquista. Perro muerde a hombre. Que el Partido Popular se abstenga en una propuesta para exhumar al dictador Francisco Franco del Valle de los caídos en el Congreso, no me choca mucho. No me sorprende. Lo contrario. La verdadera novedad sería que hubiera votado a favor.
Y no me gusta acertar en esto. Es más, me alegro mucho cuando se producen casos como el del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que no ha puesto trabas, sino todo lo contrario para las excavaciones de la fosa de San Rafael. O cuando el Ayuntamiento de Sevilla en pleno, incluido el PP (ahí está el asunto), condena el golpe de Estado fascista de julio de 1936, reconoce la represión de las víctimas del franquismo y repudia al “genocida” Queipo de Llano (aunque aún muestre desacuerdo en sacar sus restos de la basílica de la Macarena). Me satisface ver cómo en Ayamonte un alcalde del PP ve con la naturalidad que debería presidir esta cuestión que haya banderas republicanas en el patio del Ayuntamiento con motivo de unas jornadas de memoria en el pueblo. O cómo también se emociona algún diputado del PP del Parlamento de Andalucía (me consta) al visitar Puerto Real durante la comisión que debatió la Ley de Memoria Histórica. Me alegra, y esto es más noticia pero no es lo habitual. Hombre muerde a perro.
La realidad es que no es la respuesta que esperamos del PP. No es a lo que nos tiene acostumbrado el PP. Porque no se suma a los actos de verdad, justicia y reparación. La realidad es que son más habituales los episodios de mofa de las víctimas. O los envites dialécticos de Rafael Hernando, que lo mismo acusa a las familias de querer aprovecharse recuperando sus muertos que se hace eco del relato reescrito de la historia por los historiadores revisionistas. O propone que se presenten en las elecciones democráticas alcaldes defensores del franquismo. Y no hay reproche alguno en estos casos. Como no hubo reprobación en aquella ocasión en la que el alcalde de Baralla (Galicia) aseguró que las víctimas del franquismo “se lo merecían”. Ni enfado ante el himno franquista en el entierro de Utrera Molina. Otra vez perro muerde a hombre.
Yo estoy deseando que los conservadores de este país me sorprendan. Que se reconozcan como una “derecha civilizada” (como dice Manuel Vicent). Que tomen las riendas aquellos que tienen clara esta cuestión, que los hay. Que se alejen sin fisuras de la palabra dictadura y del significado de dictador. Que cuestionen versiones de la historia como la de Pío Moa en vez de tenerlas en las mesas como libro de cabecera. Porque el PP no puede ponerse nunca más cara al sol. Y a España le hace falta una fuerza conservadora netamente democrática. No pueden seguir pasando de perfil en la crítica.
En España no tienen éxito los partidos de extrema derecha, dicen. En parte, nos produce cierto sentimiento de tranquilidad y autocomplacencia. En el resto de Europa campan y crecen las fuerzas ultra derechistas mientras aquí resistimos.
Pero hay una segunda explicación. Que el Partido Popular, nuestro partido conservador, tiene tamaña manga ancha que es capaz de abarcar todo el espectro de la derecha hasta alcanzar el extremo. Que la extrema derecha se siente protegida porque no hay respuestas contundentes cuando se habla de franquismo. Porque saben que el valle de los caídos no se toca, ni la basílica de la Macarena. Que si un lugar como ese se toca, lo siguiente serán los bienes incautados. Pero tranquilos, porque no van a poner un duro para la memoria histórica. Y ganan, y así es más fácil proteger.
El PP debería apuntalar su valor democrático sin resquicios por la reconciliación. Ay, pero estamos en tiempos complejos. Los que antes preferían esconder sus filias con la dictadura por no ser políticamente correcto están encontrando un caldo de cultivo mundial que los hace fuertes. Ya no avergüenza. O puede que la cuestión sea que estamos en tiempos difíciles y el PP no se puede permitir el lujo de perder votos. Tampoco los de extrema derecha. Aunque haya amigos que sea mejor no mantener.
Yo sólo espero, algún día, llevarme la sorpresa. Poder encontrar un caso de hombre muerde perro. Contar la verdadera noticia de que el PP se ha quitado la sombra del franquismo de encima... de verdad.