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Más coordinación, más federalismo

María José Torres, Rafael Rodríguez y José Antonio Jiménez Ramos

Miembros de Iniciativa del Pueblo Andaluz —
9 de septiembre de 2025 21:23 h

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Las situaciones de catástrofe causadas por la emergencia climática están poniendo a prueba la capacidad de coordinación de los distintos niveles político-administrativos (municipios, comunidades autónomas, Gobierno central y Unión Europea) para hacer frente a estas situaciones extraordinarias; desde la DANA, hasta la oleada de grandes incendios que está asolando España durante este verano. Es una cuestión que siempre está presente en la vida política pero que adquiere una importancia vital en estas ocasiones.

La derecha que gobierna en las comunidades afectadas está queriendo tapar sus responsabilidades por su incapacidad para desplegar políticas preventivas e intenta, como siempre, escabullirse y echarle la culpa al Gobierno central, cuando las competencias son claramente de las comunidades autónomas.

La opinión pública pivota entre la indignación ante la gestión de los gobiernos del PP, con manifestaciones pidiendo las dimisiones de sus responsables políticos, y el “todos son iguales” que fomenta quienes quieren desacreditar la democracia.

La extrema derecha utiliza estas circunstancias dramáticas para atacar al Estado con marcos erróneos como “solo el pueblo salva al pueblo”, cargando no sobre los gobiernos del PP sino sobre la propia estructura de las comunidades autónomas para propiciar una recentralización, porque defiende un nacionalismo reaccionario y excluyente que siempre ha estado en contra de la pluralidad política y cultural de España.

El problema real de coordinación en esta estructura compleja, porque compleja es la sociedad en la que vivimos, no requiere menos autonomía sino más federalismo. El sistema autonómico es un sistema federal incompleto que tiene sus grandes disfunciones precisamente porque carece de la coordinación que aporta el modelo federal para integrar los distintos niveles político-administrativos.

Sabemos que hoy no es posible abordar una reforma constitucional en clave federal porque la derecha y la ultraderecha están en lo de «cuanto peor, mejor»

La pieza clave es la reforma del Senado, hoy una Cámara inútil de base provincial que desestructura todo el sistema de organización territorial. En un modelo federal el Senado es la Cámara de representación y participación de los territorios, comunidades y municipios, para consensuar las grandes políticas que afectan a todo el Estado.

Debería ser además el engarce territorial con la Unión Europea a través del Comité Europeo de las Regiones, hoy sin embargo amenazado por el proyecto regresivo de nuevos presupuestos europeos con el cual quiere este gobierno de la UE, que se subordina a Trump, anular la función de las regiones como protagonistas activas de los fondos estructurales.

Sabemos que hoy no es posible abordar una reforma constitucional en clave federal porque la derecha y la ultraderecha están en lo de “cuanto peor, mejor”. No quieren soluciones sino provocar y aumentar tanto los problemas, como la desafección a la democracia.

Hay que buscar vías de avance en la coordinación federal, porque sin ella no solo hay grandes dificultades para hacer frente a las situaciones extraordinarias causadas por las catástrofes cada vez más frecuentes que origina el cambio climático, sino también para enfrentarse a las otras emergencias: la emergencia de vivienda y la situación de los barrios a los que se les está condenando a la marginación.

No es una cuestión solo de periferias, sino un problema de comunidades ricas que empobrecen más a las comunidades con menos capacidad de financiarse

La desigualdad entre la España de las grandes ciudades y la España rural es, teniendo en cuenta el aumento de la desigualdad territorial entre territorios con un Madrid que duplica la riqueza de Andalucía y con un PIB per cápita un 36,3% superior a la media española, el mayor impedimento que hay para allanar esa desigualdad territorial. Y a ello se suman el País Vasco, Navarra y Cataluña, los otros territorios más ricos del Estado, con partidos nacionalistas que además intentan mecanismos para no aportar financiación a la solidaridad territorial. No es una cuestión solo de periferias, sino un problema de comunidades ricas que empobrecen más a las comunidades con menos capacidad de financiarse.

La transición ecológica frente a la emergencia climática, el problema de la vivienda, los barrios vulnerables y la desigualdad territorial, incluida la despoblación rural, necesitan una estructura federal para hacerles frente y solucionar los grandes problemas que la derecha y la ultraderecha utilizan para desgastar la convivencia democrática.

Es posible avanzar haciendo efectiva la Conferencia de Presidentes y las conferencias sectoriales, dotándolas de mecanismos de participación real y de toma de decisiones, y reformando la estructura de los grandes organismos estatales para darle participación a las comunidades y a los municipios. Por ejemplo, no se trata de crear 17 agencias tributarias sino de darle participación efectiva a las comunidades y a municipios en sus órganos directivos;. Hay que descentralizar los órganos constitucionales y políticos del Estado central, hoy concentrados en Madrid, o hacer efectivo el Fondo de Compensación Interterritorial, convertido en marginal, para que pueda cumplir su función constitucional de ser un instrumento para la cohesión territorial.

El andalucismo conecta lo particular con lo universal y lo territorial con lo social, por eso se construye políticamente a través de la unidad de la izquierda andaluza

Ahora bien, nos falta fuerza de empuje para avanzar. Y esa fuerza es precisamente Andalucía, porque Andalucía es, lo ha sido siempre, el motor federal. El andalucismo tiene esa singularidad: quiere una Andalucía libre en igualdad (por sí), que impulsa la reforma democrática del Estado (para los pueblos) a través de valores universales (y la Humanidad).

El andalucismo conecta lo particular con lo universal y lo territorial con lo social, por eso se construye políticamente a través de la unidad de la izquierda andaluza para impulsar su carácter democrático, participativo y transformador.

Unidad de la izquierda andaluza para un nuevo protagonismo de Andalucía en la transformación federal de España y la UE para ganar el futuro frente a las fuerzas reaccionarias, para avanzar a través de la democracia en la transición ecológica para la justicia social, empezando por lograr un gobierno progresista en la Junta de Andalucía y pasar página de esta pérdida de tiempo y retrocesos a la que nos está condenando el Gobierno del PP con el trampantojo de Moreno Bonilla de presidente.