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En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.

“Abengoa, ¿quién salva su culo?”

Abengoa

Ana Pérez Luna

Hace apenas unos días, en este mismo diario, un empleado de Abengoa, anónimamente, lamentaba la amarga situación en la que se encuentran los trabajadores de esta empresa, sumida en una profunda crisis que amenaza a miles de puestos de trabajo. Y encontraba algunos de los culpables: los políticos, que “sólo miran por su culo” y los sindicatos, a los que acusaba de haber estado desaparecidos de la empresa y aparecer ahora “para captar dinero”.

Es perfectamente comprensible la angustia de los trabajadores de Abengoa, que de golpe y porrazo se encuentran ante el mismo drama que han vivido y viven millones de trabajadores en toda España, un país cada día más injusto donde las cien grandes fortunas han crecido casi un 10% el pasado año, mientras trece millones de personas malviven bajo el umbral de la pobreza.

Y también es cierto que en el centro sevillano de Abengoa, donde trabajan casi 2.000 de personas, se producía durante años una anomalía llamativa: la ausencia de un comité de empresa que articulara el diálogo con la empresa y defendiera de forma coherente los derechos e intereses de los trabajadores.

En el mismo artículo, el propio trabajador que lamenta sus cuitas explica que no hay comité de empresa en Abengoa “porque al que lo intentaba, lo echaban”. Lo que no parece preguntarse es por qué en una empresa tan fuerte y con trabajadores de alta cualificación, no había ni siquiera un puñado dispuesto a afrontar los costes que, en empresas mucho más modestas y con trabajadores mucho peor posicionados en el mercado laboral, siempre supone desafiar a la dirección. Porque ya sabemos que para las empresas es mucho más cómodo que no haya un comité que represente a la parte social. Pero además sucede que en Abengoa, y no es el único caso, los trabajadores lo aceptaron.

Es más, lo que sucedió es que, en su momento, los trabajadores de Abengoa declinaron la invitación de los sindicatos para organizarse en torno a un comité de empresa. Se puede decir que optaron por representarse cada cual a sí mismo. De esta decisión sólo puede responsabilizarse a los trabajadores. No tienen representación porque así lo decidieron. Y sólo hubiese faltado, para ser portada nacional, que alguno de los sindicatos hubiese impuesto en esa empresa un proceso electoral a la fuerza.

Ahora que se encuentran ante una gran desprotección, culpan a los sindicatos de no haber aparecido por allí. No es cierto, acudieron y fueron rechazados. Y algo más: muchos parecen olvidar que, en una empresa, el sindicato no es un ente abstracto, sino personas con cara, nombre y apellidos que deciden dar un paso adelante para defender los intereses colectivos. Esa ingrata tarea que, lejos de lo que muchos piensan, tiene bastantes sinsabores, entre ellos el acoso (y derribo, sí, pues también se producen despidos ante la más mínima sospecha de que se esté conformando un comité) por parte del empresario y la incomprensión y crítica de los propios compañeros, esos mismos que se quedaron un paso atrás para no poner nada en riesgo.

Me asaltan muchas dudas ¿Dónde habrán estado los trabajadores de Abengoa, y los de muchas otras empresas en la misma situación, durante, por ejemplo, las distintas huelgas generales? ¿A qué partido habrán votado durante las distintas elecciones, a los que recortan derechos sociales y laborales o a los que hacen lo imposible por mantener el estado de bienestar que un día construyeron? ¿Se hubieran sumado a apoyar conflictos laborales de otras empresas si se les hubiese pedido? ¿Por qué “culo” miraban estos trabajadores en esos momentos? Pues lamentablemente la respuesta es que sólo por el suyo, exactamente de lo mismo que acusan ahora a quienes trataron de hacerles ver la importancia de la utilización de instrumentos de defensa sindical –sindicatos, comités de empresa— en defensa de los trabajadores.

¿Deberían estar estos trabajadores en la agenda de asuntos prioritarios de los políticos? ¿Deberían los sindicatos tender la mano a estos trabajadores aunque ellos mismos la rechacen?

Los políticos, a quienes entre todos hemos elegido democráticamente, y los sindicatos, cuya labor como agentes sociales está directamente relacionada con procesos electorales en miles empresas donde afortunadamente los trabajadores sí han constituido sus comités, llevan semanas fajándose para resolver el problema y minimizar el impacto de lo que parece haber sido una nefasta gestión empresarial.

Que las instituciones y organizaciones de este país, entre las que se encuentran partidos políticos y sindicatos, sufren una crisis tremenda y que necesitan repensarse y avanzar hacia otro modelo más útil y más adecuado a nuevas necesidades, creo que no cabe la menor duda. Pero desconocer la responsabilidad individual de cada uno, la aceptación de valores individualistas (más bien directamente egoístas) es desconocer buena parte del problema. Un problema que ahora en Abengoa aflora con toda su crudeza.

En todo esto hay alguien que se está haciendo trampas al solitario y que no está siendo sincero consigo mismo. Y ya no caben como excusa el miedo, la soledad y la desinformación. Es hora de que cada persona, cada ciudadano asuma su parte de responsabilidad sobre lo que ocurre en esta nuestra sociedad.

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