Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.
A mayor rebrote vírico, menor rebote económico
El incremento de los últimos días en el número de nuevos contagios por coronavirus en España es muy preocupante. Se sabía que conllevaba riesgos la llamada nueva normalidad, con una convivencia con el virus tras los tres meses largos de estado de alarma y de confinamiento, pero no se pensaba que la curva de contagios que tanto costó aplanar en la primavera levantara tanto y tan rápido la cabeza en las primeras semanas del verano. Las autoridades sanitarias temían el otoño, y el otoño amaga con echarse encima antes de la mitad del verano.
Nada asusta tanto a la economía como las incertidumbres y la desconfianza. El dinero es conservador y cobarde, no quiere sobresaltos. En tiempos de incertidumbre, las empresas no invierten para mejorar sus productos y servicios o para buscar nuevos nichos de negocio, el empleo y la contratación escasean o desaparecen, el consumidor final se retrae y no compra casi nada que no sea de primera necesidad, la producción y la distribución (el comercio) no ven tensión de consumo y vuelven a la primera casilla de la no inversión... La pescadilla que se muerde la cola se convierte en endémica. Y al Estado no solo se le desploma la recaudación fiscal sino que a la vista de la noche económica –y social, y política, e institucional– que se le viene encima no le queda otra que movilizar ingentes cantidades de recursos públicos de los que no dispone –y de ahí la importancia del fondo de reconstrucción de la UE– para intentar salvar empresas y trabajadores, instituciones, vidas y haciendas, el sistema mismo.
Aún no estamos en ese apocalipsis, pero corremos riesgos de estarlo en pocas semanas si no se cortan de raíz y de modo contundente los brotes que por centenares están salpicando todo el territorio, si no se cumplen los protocolos y las normas de protección individual y colectiva, si no se controlan los entornos masivos de ocio descuidado y relajado, si no se conciencia a la población –especialmente a los adolescentes y los jóvenes– para que se diviertan y relacionen de un modo más responsable. Parece evidente que necesitamos más rastreadores para detectar cuánto antes los nuevos casos, más mascarillas y la obligatoriedad general de llevarlas puestas, más PCR, más controles sanitarios en aeropuertos y otros pasillos de movimientos masivos de personas, mayor celeridad en el despliegue de algunas soluciones tecnológicas (por ejemplo, la aplicación oficial que avisa de posibles contactos con contagiados), más pedagogía entre toda la población y quizás también más sanciones a aquellos que no entiendan que si no siguen las normas desprotegen no solo su salud sino la de todos los demás, la salud pública.
Hace ya casi tres meses, a primeros de mayo, la vicepresidenta Nadia Calviño explicó que el Gobierno esperaba una recuperación económica en uve asimétrica. La imagen visual es muy ilustrativa. La uve, o mejor dicho la V, se dibujaba en los gráficos plurianuales de nuestra economía con un primer trazo de la V de caída profunda del PIB este año (ha habido varías proyecciones, Calviño habló entonces del 9,2%, aunque algunas otras dicen que caeremos bastante más del 10% en 2020) y un segundo trazo de la V con un rebote, con un crecimiento del PIB en 2021 que la vicepresidenta fijó entonces en el 6,8%. A la V se le llamaba asimétrica porque el tramo ascendente de 2021 era 2,4 puntos porcentuales más pequeño que el tramo descendente de 2020.
Esas previsiones pueden saltar por los aires y empeorar muchísimo si no se controlan los rebrotes de estos últimos días y en algunas semanas nos viene una nueva oleada de Covid-19 que obligue a nuevos confinamientos o a una nueva hibernación de la economía. Si así fuera, el tramo descendente de la V puede alargarse a 2021 y el tramo ascendente hacerse esperar hasta 2022 o incluso bastante más allá. Corremos incluso el riesgo de que la letra se redibuje en las gráficas y nos aparezca una U, con un periodo de estancamiento en lo más profundo del hoyo antes de remontar; o una W, con sucesivas caídas, remontadas y recaídas; o una terrible L, con caída fortísima y estancamiento de varios años en el fondo del pozo sin perspectivas claras de remontada hasta que la existencia y aplicación general de vacunas eficaces despejen las incertidumbres.
Lo que nos estamos jugando estos días de brotes, por lo tanto, no es solo la salud sanitaria sino también nuestra salud económica para varios años. Cuanto más numerosos y graves sean los rebrotes víricos, más difícil tendremos el rebote económico. Y cuanto más conservadora sea la Unión Europea en sus planes de reconstrucción y más rácanos e insolidarios sean esos socios que se autoproclaman “frugales”, pero que son voraces –por ejemplo Holanda– comiéndose impuestos que les corresponderían a otros estados de la Unión, entre ellos España, también más dificultosa será nuestra recuperación económica y social.
Sobre este blog
Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.
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