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Tres mujeres reciben protección 24 horas al día por riesgo alto de sufrir violencia de género en Asturias

Dependencias de la UFAM en el cuartel de Buenavista en Oviedo.

Pilar Campo

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No hace falta ser la “vieja del visillo” que está a todas horas pendiente de la vida de los vecinos, ni ir al extremo opuesto y hacerse el sordo o ciego cuando se escuchan los gritos de auxilio o los golpes o se presencia una situación de violencia. Una sola llamada es suficiente para que la Policía ponga en marcha todo un protocolo de actuación para evitar situaciones de violencia de género, doméstica o sexual. Una colaboración que ya está calando entre vecinos y viandantes.

El inspector José Luis García, responsable en Oviedo de la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM) de la Jefatura Superior de Policía de Asturias así lo ratifica. “Cada vez recibimos más llamadas de vecinos o viandantes que denuncian. Antes la gente miraba para otro lado y ahora se implica más”, asegura.

Un incremento de la colaboración ciudadana a la que ha contribuido el hecho de que todas las comisarías del Cuerpo Nacional de Policía de la región están provistas de una de estas unidades. Las UFAM están especializadas en la prevención e investigación de las infracciones penales sobre violencia de género, doméstica y sexual.

La violencia de género hace referencia a la que se produce entre parejas y exparejas, donde el agresor actúa sobre una víctima que es mujer y no es necesario que haya convivencia. En la violencia doméstica la agresión puede partir de una mujer hacia un hombre, entre familiares que conviven (padres, hermanos, abuelos) y parejas del mismo sexo. En estos casos también tienen derecho a solicitar las órdenes de protección.

El derecho a ayudas y la solicitud de orden de protección

José Luis García está al frente de esta unidad desde hace seis años. De él dependen orgánicamente 13 personas, de las que el mayor grueso -una decena- está asignada al área de investigación y tramitación de las denuncias, mientras que tres agentes se encargan de garantizar la protección de las víctimas, de forma que están disponibles las 24 horas y tienen un teléfono asignado para su permanente localización.

La investigación de las denuncias es una competencia exclusiva del Cuerpo Nacional de Policía, mientras que en materia de protección a las víctimas se aplica un acuerdo de colaboración con la Policía Local de Oviedo.

El inspector García asegura que habitualmente la primera información que les llega a la unidad sobre un posible caso de violencia a una mujer se produce a través de la presencia de la propia víctima, que se acerca hasta su sede, ubicada en las dependencias del cuartel de Buenavista, para interponer la denuncia.

A su llegada le recibe un agente que escucha cuál es su problema, analiza sus circunstancias personales y le informa sobre todos los derechos que le asisten: disponer de asistencia jurídica gratuita, acceder a ayudas económicas y sociales y la posibilidad de solicitar una orden de protección para impedir que el agresor pueda comunicarse con ella por cualquier vía.

La valoración del riesgo en el sistema Viogén

En el caso de que la víctima tenga hijos se le ofrece asesoramiento sobre su custodia, en el caso de que se trate de menores de edad. El inspector García afirma que, salvo en los casos reincidentes, la mayoría de las mujeres desconocen que pueden contar, entre otros, con el asesoramiento y apoyo de los Servicios Sociales, las Casas de Acogida o el Centro Asesor de la Mujer.

Si la víctima decide acogerse al servicio de asistencia jurídica gratuita, la Policía Nacional se pone en contacto con el Colegio de Abogados de Oviedo para solicitar que acuda hasta la sede de la UFAM un profesional especializado en esta materia y, tras entrevistarse con la mujer, se procede a recoger la denuncia.

El siguiente paso es uno de los más importantes. Se trata de valorar la situación de riesgo en el Sistema de Seguimiento Integral de los Casos de Violencia de Género (Viogén) en un cuestionario donde, en base a unos ítems, se recoge la probabilidad de que se produzca una nueva agresión.

Actualmente en la capital asturiana no hay registrado caso alguno de riesgo extremo. Por el contrario, hay tres situaciones de riesgo alto. El jefe de la UFAM comenta que en estas situaciones, en función del nivel de riesgo, los agentes de protección elaboran un plan personalizado para que la víctima adopte una serie de medidas de protección, que se incrementarán a medida que vaya aumentando el riesgo.

En los casos de riesgo alto y si el autor no está aún detenido los agentes realizan “pasadas frecuentes” por el domicilio de la víctima y acompañan de forma permanente a la mujer cuando tiene que ir a recoger a los niños al colegio o acudir a su puesto de trabajo. En el caso de que se trate de un riesgo extremo se realizarían vigilancias en su domicilio las 24 horas mientras el autor no esté aún localizado.

“A partir del riesgo medio se denominan casos de especial relevancia. Si se trata de casos de relevancia alta o extrema aplicamos una instrucción de 2019 por la que debemos instar a la Fiscalía para que solicite al juzgado correspondiente el dispositivo telemático de control a través de una pulsera”, explica el inspector.

El protocolo cero y los casos reincidentes

La UFAM se encuentra en ocasiones con casos que denominan resistentes, por las dificultades que tienen a la hora de realizar la investigación y llevar a cabo la protección de la víctima, muchas veces derivada de sus propias circunstancias personales.

“A veces hay víctimas que se resisten a dejar de mantener el contacto con el agresor. Otras veces hay problemas psiquiátricos, de drogas, de alcohol... y las mujeres son reacias a denunciar. En esos casos activamos el protocolo cero. Es el que ponemos en marcha basándonos en el cuestionario de valoración de riesgo que se hace en la primera actuación con la víctima”, ilustra.

En otras ocasiones, la Policía ha logrado detener a los autores antes de que se formalice oficialmente la denuncia gracias a las llamadas procedentes de víctimas o vecinos, de ahí que se apele a la colaboración ciudadana por su importancia a la hora de evitar la comisión del delito.

“Ni agresores, ni víctimas responden a un mismo perfil, por lo que el riesgo siempre es mayor. Ese es uno de los ítems que el Sistema Viogén tiene en cuenta a la hora de hacer la valoración. Se dan más situaciones de alcohol y drogas, pero no hay un perfil concreto. Hay agresores ocasionales, reincidentes y multirreincidentes”, advierte el inspector García.

Por su experiencia profesional reconoce que los casos de violencia de género se producen generalmente de forma mayoritaria “de puertas adentro” y el agresor suele ser habitualmente una persona que “de cara a la opinión pública siempre tiene un buen trato con los vecinos, no crea problemas, es una persona que definen como normal...”.

A su juicio, no hay un perfil definido porque, como en botica, “hay de todo. También nos hemos encontrado con personas muy agresivas, hurañas... En definitiva, no hay un perfil concreto”, resume.

La edad de las víctimas es amplia: hay casos de 14 y de 80 años

La horquilla de edades de las víctimas también es muy amplia: va de 14 a 80 años. Si el autor de estas agresiones es mayor la causa se tramita vía juzgado y si es un menor se derivaría a la Fiscalía de Menores del Principado de Asturias.

“Lo que no se puede es poner una orden de protección o las pulseras de control telemático a los menores que son considerados autores”, puntualiza el inspector García. En estos casos se imponen otras medidas de alejamiento hacia la víctima, igual que ocurre con los mayores de edad.

Uno de los casos más mediáticos en los que ha trabajado la UFAM ha sido el del violador del estilete, que fue declarado culpable de 52 agresiones sexuales. “Desde el año 1980, cada vez que salía de prisión cometía una agresión sexual e incluso a una víctima casi la mata”, recuerda el inspector García.

La UFAM, adscrita a la Policía Judicial, mantiene una colaboración permanente con otras brigadas policiales como Seguridad Ciudadana y Policía Científica. Una plantilla que trabaja de forma coordinada por conseguir un mismo fin: dar protección a las víctimas.

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