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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Tres, dos, uno, se acaba el tiempo

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Se nos echa encima el 28 de mayo, elecciones autonómicas y municipales, y el PP se mueve. Contradictorio y hacia caminos imposibles, pero se mueve y mucho. Todo hace indicar que solo tiene una estrategia en mente, aparentar moderación para luego machacar con la garrota, pero nadie podrá decir que no se han tomado el trabajo en serio. Disfruta el PP, además, de una maquinaria propagandística perfectamente engrasada, con los numerosos medios de la caverna, en realidad casi todos, postrados ante sus pies, si no es que dirigen sus movimientos. Cualquier bostezo de Feijóo, especialista en ellos, sosas boqueadas, amerita grandes titulares y cortes de televisiones, la pública entre las más aplicadas, no vayan a parecer otra cosa, líbrenos el señor. Mismo espacio y alharacas acapara cualquier nombramiento del PP en la carrera electoral, así sea un adjunto al asesor de otro adjunto a la vocalía suplente. Grandes fotos, sus nombres en letras bien gordas.

Como el de Borja Sémper, por ejemplo. Nombrado portavoz de campaña, el jefe de los populares trata de colarnos con ese refichaje la idea de la moderación del partido. Pero no cuela. Lo primero que ha hecho el joven poeta, siguiendo los pasos de Javier Maroto, otro llegado desde el País Vasco, ha sido negar tres veces a Bildu, con quienes tuvieron amores declarados hace muy pocos años. Tanto el uno como el otro, que el señor les conserve el don de la coherencia, lanzaban grandes proclamas a trabajar políticamente con los hoy execrables herederos de ETA, entonces, hace apenas diez años, tipos fiables con los que pactar decisiones de Gobierno. Les da igual decir una cosa que la contraria, que su entendimiento de la ética o la dignidad se mueve en el lodo. Y no lo olviden: junto con Sémper, venga con nosotros el inefable ex alcalde de Badalona, Xavier García-Albiol, tan cerca de Vox que uno duda cómo diferenciarlos. Apuesta el PP por el barullo, que tanto les sirve la carne como el pescado. Lo que el Ojo no entiende es cómo pueden trabajar conjuntamente un medio progre y un medio fascista. Allá ellos, pero que conste que no nos engañan. Les tenemos muy vistos. 

En el vasto espacio de las izquierdas, penurias varias. En el PSOE, organicemos un concurso entre todos para ver si logramos encontrar en los medios algún anuncio referido a la campaña electoral. Es como si se celebraran en otro país o al partido de Sánchez le importaran un ardite los resultados. Ni platillos ni bombo a los candidatos, ni llenar páginas con anuncios de programas o promesa de actuaciones brillantes que inundarán de luz y color las ciudades españolas, grandes, medianas, pequeñas y minúsculas, pueblos vacíos incluidos si ellos, los socialistas, llegaran a regir sus destinos. Se elige coordinador de campaña y hay que buscar los breves para encontrar el nombre de Santos Cerdán. Y desde ahí, hacia abajo, todo es territorio desconocido. 

Vamos a elegir Madrid, no por un centralismo desmedido, sino porque la capital es pieza vital, enfrentados como están Comunidad y Ayuntamiento con el Gobierno de Sánchez en una batalla cruenta, dolorosa y particularmente escandalosa, muchos votos y mucha visibilidad en juego. En la alcaldía, sabemos candidata, Reyes Maroto, pero todavía no ha dicho ni mu sobre nada, que la aún ministra de Industria debe estar estudiando los planos de la capital porque siempre es bueno saber dónde está Aluche, el Pinar de Chamartín y, un suponer, Entrevías. Nada, pues, podemos decir de su candidatura porque a estas alturas de la carrera, repetimos, las elecciones son el 28 de mayo, miren el calendario y ya verán lo cerquita que están, los grandes gurús socialistas no han considerado necesario contar a los votantes de qué va la vaina, y nadie qué pretende hacer con la ciudad la señora Maroto. Un misterio dentro de un enigma. Ale hop, vengo para ser la alcaldesa, ya les diré a ustedes, cuando me peta, a mí y a mi partido, qué haré con la vida de todos ustedes.

¿Y qué me dicen de la reina del vermú? No obliguen al Ojo a repetirles el papel trumpista o bolsonariano de Isabel Díaz-Ayuso, tan verborreica, imparable en sus decires como ininteligible en el contenido de sus frases, malamente hilvanadas y, casi siempre, carentes de sentido lógico. Lo hemos dicho y repetido: el embudo en la cabeza. Pero es innegable que los votos de los ciudadanos son un misterio insondable y la doña Rogelia de Miguel Ángel Rodríguez no es presa fácil de batir, dueña y señora de una plaza tan emblemática como Madrid y un aparato de propaganda tan poderoso que incluso hace temblar a su jefe de filas, tan poquita cosa. Así que todos coincidimos, jóvenes y viejos, licenciados en paro y catedráticos, militares sin graduación y peones de albañil, en que el PSOE debería haberse empleado a fondo, costase lo que costase, trabajando con dedicación absoluta a la búsqueda de un rival fuerte, potente, de tirón electoral evidente. Es mucho, muchísimo, lo que hay en juego. Bien. El elegido fue Juan Lobato. ¿Alguien en la sala tiene algo que decir, no de la persona, que quizá estemos ante un auténtico genio, sino ante lo que representa como apuesta de altísimo calado?

El PSOE ha tenido dos años para meternos a Lobato hasta en la sopa y hacer de él un líder reconocido y reconocible. Pero hoy, 17 de enero, lo único que sabemos, y porque lo hemos buscado con microscopio, que el candidato socialista propone como eje central de su campaña, según anunció a finales del año pasado, una rebaja del Impuesto de la renta (IRPF) al 95% de los madrileños, acompañada de una subida al 5% restante que gana más de 100.000 euros. O sea, que además de provocar un infarto a la ministra de Hacienda, la muy socialista María Jesús Montero, Lobato pretende competir en rebajas de impuestos con la reina del usted no pague nada, que Madrid es Jauja. ¿Cómo se quedan?

Luego están Sumar y Podemos. Vengan otro día y seguimos charlando.

Y ya, si tenemos tiempo, hasta comentamos algo de los jueces, Catalunya y la arriesgada apuesta de Sánchez. Entre amigos. 

Adenda. Qué desastre es el Gobierno de Castilla y León. La necesidad de agarrase del bracito con Vox, ha forzado a los dirigentes del PP a convivir con un mozalbete pintón, Juan García-Gallardo, que funge de vicepresidente de la Junta sin dar un palo al agua. Se lleva una pasta, eso sí. El otro día salió a la palestra para advertir a las mujeres -no sabe usted con quién está hablando- que en aquellas recias tierras castellanas iban a sufrir para abortar. Pánico en el PP, tan progresistas. Pero tienen un problema con Vox: gobiernan -y quizá gobernarán- gracias a ellos. Núñez Feijóo saluda a Santiago Abascal: Un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo. 

Se nos echa encima el 28 de mayo, elecciones autonómicas y municipales, y el PP se mueve. Contradictorio y hacia caminos imposibles, pero se mueve y mucho. Todo hace indicar que solo tiene una estrategia en mente, aparentar moderación para luego machacar con la garrota, pero nadie podrá decir que no se han tomado el trabajo en serio. Disfruta el PP, además, de una maquinaria propagandística perfectamente engrasada, con los numerosos medios de la caverna, en realidad casi todos, postrados ante sus pies, si no es que dirigen sus movimientos. Cualquier bostezo de Feijóo, especialista en ellos, sosas boqueadas, amerita grandes titulares y cortes de televisiones, la pública entre las más aplicadas, no vayan a parecer otra cosa, líbrenos el señor. Mismo espacio y alharacas acapara cualquier nombramiento del PP en la carrera electoral, así sea un adjunto al asesor de otro adjunto a la vocalía suplente. Grandes fotos, sus nombres en letras bien gordas.

Como el de Borja Sémper, por ejemplo. Nombrado portavoz de campaña, el jefe de los populares trata de colarnos con ese refichaje la idea de la moderación del partido. Pero no cuela. Lo primero que ha hecho el joven poeta, siguiendo los pasos de Javier Maroto, otro llegado desde el País Vasco, ha sido negar tres veces a Bildu, con quienes tuvieron amores declarados hace muy pocos años. Tanto el uno como el otro, que el señor les conserve el don de la coherencia, lanzaban grandes proclamas a trabajar políticamente con los hoy execrables herederos de ETA, entonces, hace apenas diez años, tipos fiables con los que pactar decisiones de Gobierno. Les da igual decir una cosa que la contraria, que su entendimiento de la ética o la dignidad se mueve en el lodo. Y no lo olviden: junto con Sémper, venga con nosotros el inefable ex alcalde de Badalona, Xavier García-Albiol, tan cerca de Vox que uno duda cómo diferenciarlos. Apuesta el PP por el barullo, que tanto les sirve la carne como el pescado. Lo que el Ojo no entiende es cómo pueden trabajar conjuntamente un medio progre y un medio fascista. Allá ellos, pero que conste que no nos engañan. Les tenemos muy vistos.