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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Prótesis que devuelven la movilidad y la dignidad a los otros animales

El cachorro Neo en El Hogar Animal Sanctuary.

Carmen Moraga

La utilización de prótesis ortopédicas ya no es algo exclusivo de los humanos. Existen clínicas especializadas en la colocación de estos aparatos a los animales y talleres donde fabrican órtesis personalizadas (artilugios que dan soporte al movimiento) para todos aquellos seres sintientes a quienes, por diversas circunstancias, les han tenido que amputar alguno de sus miembros o han sufrido parálisis en alguna zona de su cuerpo.

El objetivo es sencillo: mejorar su existencia, devolverles la posibilidad de caminar, si acaso de correr, pero, sobre todo, que puedan recuperar la dignidad perdida, que muchas veces les robaron. En definitiva, darles una nueva oportunidad de disfrutar de la vida para que dejen atrás el calvario que en la mayoría de los casos han sufrido. Porque, como cualquier ser humano, ellos también se lo merecen.

Estas son tres bonitas historias que lo demuestran: las de Tana, Félix y Neo.

Tana, la galga que perdió las patas traseras por la leshmaniosis

Tana ha vuelto a caminar. Incluso casi puede correr como antes, la gran pasión de todos los galgos. Porque Tana es una preciosa galga de cinco años que fue adoptada cuando aún era una cachorra por Marisa y Fernando, un matrimonio jubilado, residente en la localidad madrileña de El Pardo.

“Vimos su foto en Internet, en el Centro de Recogida de Animales de Rivas-Vaciamadrid y su carita de pena nos enamoró”, cuenta Marisa. La historia de Tana no se ajusta a la de un perro maltratado, pero no deja de enternecer. Los voluntarios del centro la recogieron al recibir el aviso de que habían visto a un perro deambulando junto a las vías del tren de cercanías, detrás de las vallas metálicas que hay de protección. El riesgo que corría de morir atropellada no dejaba lugar a dudas.

Su rescate fue complicado y peligroso. La perra no se dejaba coger. “Estaba muy asustada y cuando veía llegar a alguien se escondía en un túnel”, explica Marisa. La compañía, que fue avisada por las voluntarias, se negó a parar o a distanciar el servicio mientras durara la operación de rescate. Pese a arriesgar sus vidas, varias voluntarias al final lograron atraerla y llevarla al centro de acogida. Estaba muy delgada, sin chip pero llevaba un collar de cuero. “Posiblemente se escapó o se perdió. Quién sabe”, elucubra ahora su dueña. Le diagnosticaron leishmaniosis y fue puesta en tratamiento, al que respondió muy bien.

Tana pronto se adaptó a su nueva vida con Marisa y Fernando. “Es muy buena, pero muy miedosa. Salvo con los niños, con los que se lleva muy bien. Lo que más le gusta es salir al monte a correr, a olisquear y a jugar con otros perros. Y aquí hay muchos, algunos adoptados, como Tana”.

Hace un año la enfermedad se agravó. Tana sufrió daños renales que a su vez le provocaron un coágulo que degeneró en un principio de necrosis en las patas de atrás. No hubo más remedio que amputar las partes afectadas. “Nos dimos cuenta de que algo iba mal porque un día empezó a cojear pero como no se quejaba. Afortunadamente, en el Hospital Clínico Veterinario de la Complutense le diagnosticaron el problema y han estado muy volcadas con el tratamiento de su leishmaniosis, su coagulación y sus heridas”, asegura Marisa. Se llevó a cabo la operación de amputación de las partes dañadas y todo fue muy bien.

Después, Tana continuó el tratamiento en la Clínica Integra, un centro ubicado en Majadahonda (Madrid) y especializado, entre otras cosas, en tratamientos enfocados a mejorar y acelerar el proceso de recuperación en problemas ortopédicos y heridas complejas. Sus profesionales se volcaron con Tana.

A Marisa y Fernando ver a la perra privada de la posibilidad de volver a correr les partió el corazón. Entonces surgió la idea de hacerle unas prótesis para darle una segunda oportunidad.

Y ahí es cuando entra en escena Héctor Triano, técnico ortopédico y encargado de CreaOrtopedia, artífice de las prótesis de la galga.

“Generalmente solo trabajamos con niños y adultos, pero un amigo fisioterapeuta me contó el caso de Tana y me puso en contacto con la clínica. Me pareció que si habíamos solucionado problemas parecidos en humanos también era posible hacer unas prótesis para la perra. Así que comenzamos a trabajar con la clínica en este reto, poniendo con los veterinarios ideas en común”.

“Aunque la biomecánica de un perro no es la misma, tratamos el caso como se haría con un humano, sacando un molde del miembro afectado. En este caso, al ser doble la amputación, decidimos tratar primero el miembro más activo de los dos”, cuenta Héctor. “Realizamos el molde y la posterior configuración de la prótesis a medida, en plástico termoconformable de 2mm, acompañado de un forro interior para hacerlo más cómodo y evitar al máximo el impacto, ya que después de la amputación el miembro todavía tiene que crear tono muscular”.

“Tras las primeras pruebas y al ver que Tana se adaptaba bien, pasamos a la fase de crear una base, simulando la articulación que fue amputada, sobre la que poder empezar a tener una marcha más funcional y activa”, sigue contando Héctor. Después de pruebas y más pruebas, las visitas a la clínica Integra, en donde Tana es ya todo un personaje, se han convertido para la perra en habituales. Pero ahora disfruta de una mayor calidad de vida e incluso puede de nuevo corretear.

“Ha sido une experiencia increíble. Estamos muy contentos. Esperamos poder seguir trabajando en casos similares con animales y dar soporte técnico a otros que surjan en un futuro”, asegura Héctor.

Si la llegada de Tana cambió sus vidas, ahora Marisa reconoce que desde que la perra tiene las prótesis -que puede quitárselas por la noche para dormir o cuando está tranquila en casa-, su dedicación a ella es mayor. “Es que necesita más cuidados y mucha dedicación. La llevo a revisiones, a terapia, estoy pendiente de su medicación…, pero no me importa, tengo tiempo y me compensa”.

“Los galgos son perros muy especiales, muy independientes, nobles, son ‘otra cosa’”, asegura la dueña de Tana, que solo tiene palabras de agradecimiento para el equipo de profesionales que la ha tratado.

Sobre el coste de las prótesis aclara que “en Estados Unidos pueden alcanzar hasta los 2.000 euros. Pero aquí los precios son mucho más económicos. Las prótesis de Tana nos han salido por menos de 300 euros”.

El Hogar Animal Sanctuary, un ejemplo de generosidad y entrega

Tana no es el único animal que disfruta de una nueva vida gracias a unas prótesis o a artilugios fabricados a su medida para que vuelvan a tener movilidad tras sufrir traumáticas amputaciones. Son bastantes los casos que encontramos, relatarlos todos sería una tarea imposible.

Desgraciadamente, la mayoría de ellos esconden detrás historias terribles de maltrato. Animales rescatados de una muerte segura que gracias a los voluntarios, esos héroes de los hogares y santuarios, ahora viven libres y sin miedo.

Uno de esas ‘heroínas’ es Elena Tova, fundadora y directora de El Hogar Animal Sanctuary, en cuya web ya se dan pistas de quién es. “Elena es el corazón y el alma del santuario. La ‘mamá de los animales’, como ella misma se denomina, es una entregada activista que ha pasado gran parte de su vida rescatando animales de todas las especies”. Mejor presentación, imposible.

Con ella habla El caballo de Nietzsche, y ella es la que nos relata los casos de Félix, el carnero, y Neo, un perro pitbull, cuyas historias llenan de pena. Los dos llevan prótesis con las que han conseguido recuperar un poquito de la calidad de vida que hasta ese momento jamás tuvieron.

Félix, el carnero que pudo ser devorado por perros asilvestrados

Félix es un carnero de cerca ocho años, al que la industria ha estado explotando durante casi toda su existencia con un único fin: preñar a las hembras, por lo que le llevaban granja en granja como semental.

En una de esas “visitas” la suerte le acompañó. Porque se puede calificar de suerte el final de su terrible historia, en la que estuvo a punto de ser devorado por los perros asilvestrados de una de estas granjas, donde le dejaban sin vigilancia de ningún tipo para que cumpliera su misión.

“Los perros guardianes están sueltos en esas explotaciones y es bastante corriente que ataquen los animales extraños. Los carneros, además, despiden un fuerte olor a macho y eso excita a los perros de la manada, que al tener poco contacto con los humanos están prácticamente asilvestrados”, relata Elena, que lamenta que “no se conoce la verdadera realidad de las granjas”.

La activista rescató a Félix de una granja del municipio madrileño de Agustín de Guadalix (Madrid), colindante a la suya. “Una noche salté la valla al oír fuertes ladridos, ladridos especiales cuyo origen reconocí de inmediato porque había visto y vivido en otras ocasiones situaciones similares”. A sabiendas de que se la estaba ‘jugando’, Elena se metió en la granja de su vecino y contempló horrorizada que la jauría “se estaba comiendo literalmente al indefenso carnero. Habían hecho ya estragos en parte de la tráquea, del ano, en tres vértebras de la columna vertebral. Un espectáculo dantesco”, rememora Elena.

Después de conseguir, no sin esfuerzo, apartar a los perros llamó a sus compañeros, y tras conseguir convencer al granjero de que les entregara a Félix, lo que les costó lo suyo, llevaron al carnero al hospital de Madrid. Allí le hicieron las primeras curas, le reconstruyeron el recto y, en definitiva, “le salvamos la vida”.

El coste de la operación fue recaudado a base de la generosidad de la gente, por medio de crowdfunding, una de las vías más habituales para conseguir fondos que tienen los albergues, centros de acogida, santuarios y hogares para animales que, sin ánimo de lucro, están desperdigados por toda la geografía española. Porque, salvo las perreras municipales, ninguno de ellos recibe subvenciones oficiales.

La recuperación de Félix ha sido larga y muy dura. La idea de las prótesis llegó después de mucho tiempo postrado sin poder moverse debido a la rigidez de sus tendones. “No se podía levantar. Para paliar su estado le aplicamos acupuntura, fisioterapia y todo tipo de terapias, pero se quedó sin poder caminar”. Eso fue hace cinco años.

“No nos conformamos y le encargamos unas prótesis para las patas delanteras a Animal Orthocare, un centro Estados Unidos especializado en este tipo de casos. Su fundador, Derrick Campana, ha tratado a toda clase de animales, para los que el grupo de profesionales de su equipo diseña y fabrica prótesis de todo tipo. Sorprende ver que entre sus pacientes hay una llama, e incluso ¡un elefante!.

Las prótesis de Félix, al ser un trabajo muy especial, han costado 1.500 euros cada una después de un descuento del 50%, cantidad que se ha podido abonar gracias a la generosidad de muchas personas, que también se han volcado en los casos de Neo o Zoe.

“Te garantizo que Félix es feliz, tiene un hogar, comida y un sitio limpio donde dormir. Pero lo más importante, recibe cariño que nunca nadie antes le había dado. Nadie le va a obligar a hacer algo que no quiera”, dice Elena. “Estos animales están viviendo la etapa mas bonita de su vida nosotras les damos cariño y seguridad pero, sobre todo, paz. Han dejado de tener miedo cuando viene un humano porque han entendido que nadie les va a pegar ni a separar de su familia”.

La activista quiere que se sepa que los otros animales son “muy sensibles”, “tanto o más que los humanos”: “lloran a la ser separados de sus crías, sufren y dejan comer de tristeza”.

La desgracia y la suerte de Neo, el cachorro de pitbull

Neo es un cachorro de raza pitbull que tiene ahora 10 meses. Hace tres que lo encontraron en Valencia en una barriada. Una mujer humilde que tiene una protectora lo recogió de la carretera cuando iba en coche, al ver que se movía algo entre unos matorrales. “Iba arrastrando las patitas con las pezuñas totalmente ensangrentadas. Del esfuerzo de arrastrarse, del roce del cemento, los huesos se le había quedado al aire. Estaba flaquito, flaquito”, recuerda Elena.

Al hacerle radiografías comprobaron que Neo que tenía la espalda rota, o bien porque le habían molido a palos o bien porque le había atropellado un coche. Además, el cachorro tenía el estómago lleno de piedras y de astillas del hambre que había pasado y casi todos los dientes rotos en su intento de alimentarse.

La mujer que lo encontró y se lo llevó hizo lo que pudo. Le trató con antiinflamatorios pero sus escasos recursos no le daban para más. Neo, para su suerte, terminó en El Hogar Animal Sanctuary. Allí comprobaron los grandes y posiblemente irreversibles daños que había sufrido. Como consecuencia de su graves lesiones tenía incontinencia urinaria y las posibilidades de que se quedara paralítico de por vida eran grandes.

“Había dos opciones: operar la espalda y fabricarle una silla de ruedas, o luchar para ver si podíamos lograr que recuperara algo de movilidad”. Elena relata que consultaron a varios neurólogos “porque nosotros somos muy de luchar y ahora que Neo está creciendo es el momento de operar”.

El trabajo que están realizando con Neo es admirable. Le dan a diario masajes en los músculos y tendones; le vacían varias veces los esfínteres; le aplican electroestimulación para que no vaya perdiendo más musculatura y no sienta dolor… Y ahora están estudiando varias prótesis, aunque por el momento ninguna ha dado el resultado deseado. “Hemos comprado otro aparato para que le corrija la postura y ver si puede ir recobrando sensibilidad poco a poco. Con mucho esfuerzo, quizá llegue un día en el que Neo pueda caminar por sí mismo”, añade Elena.

Mientras dan con la solución adecuada, las activistas cuentan que están pidiendo que alguien done una cinta de andar de humanos para que el cachorro pueda hacer ejercicios cuando llegue el momento. Porque en El Hogar nadie tira la toalla por ninguno de sus habitantes.

¿Por qué gastar dinero con estos animales?

Los activistas son conscientes de que hay gente que no entiende que se invierta dinero para este fin. Elena Tova nos da su respuesta: “Es por justicia, por ética. Los animales sienten dolor como nosotros y, como nosotros, tienen una única vida. Pero somos los humanos los que hemos dispuesto de ella, casi siempre para mal”. Cuando los rescatamos es el momento de darles los derechos fundamentales que tienen que tener. Son seres sintientes“.

“También lo hacemos por amor, son parte de nuestra familia y como tal, hemos prometido que les vamos a querer y cuidar el resto de su vida. Nos han enamorado, son nuestro día a día. Con nuestros familiares nos volcaríamos, ¿por qué no con ellos?”, enfatiza.

También Marisa, la dueña de Tana, replica a los que creen que dedicar tanto esfuerzo e invertir recursos económicos en un animal es un derroche o algo “absurdo”: “Los animales tienen el mismo derecho que cualquier otro ser vivo a tener otra oportunidad. Se lo merecen. Ellos te lo dan todo”.

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