La magia de Shashoua solo da para un empate en Málaga

Los jugadores del Tenerife celebran el gol de Shashoua

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —

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El Tenerife arrancó el año dejando la misma sensación de bipolaridad con la que camina en este curso, entre el miedo a encajar y la capacidad de hacerse diferente cuando el balón pasa por sus jugadores distintos, hoy Shashoua con un gol eléctrico que luego encharcó un error en la salida que habilitó la contra del Málaga y un remate con premio de Rubén Castro, primero señalado como fuera de juego y luego corregido como válido por el árbitro tras llamar su atención el VAR.

La acción del 1-1 parece más una infracción de Fran Sol –en fuera de juego e interviniendo en la trayectoria del disparo de Rubén Castro– que otra cosa. Que no adivinara la ilegalidad el árbitro tras revisar la jugada luce incomprensible, igual que el error de Aitor Sanz enredándose en la salida que permitió la vuelta de los locales y el tiro del Moña, decisivo una vez más.

Había cambiado de signo el partido el ingreso de Shahoua tras el descanso, que antes le puso otra marcha al ataque blanquiazul y al cabo abrió la puerta de una victoria en La Rosaleda que seguirá esperando a mejor ocasión. Hasta la entrada del inglés, el Tenerife firmó otra media parte frustrante, incapaz de otra cosa que no fuera defenderse ante las prisas de un Málaga aún más necesitado de puntos, que ya es necesidad.

Tuvo una salida impetuosa, porque no le quedaba otra, el equipo de Mel. Tiró la presión arriba para jugar en el campo blanquiazul todo lo posible, con las armas previstas –la entrada por los costados de Chavarría o Fran Villalba, los centros al área de Javi Jiménez o lo que cayera limpio por dentro para Febas o Rubén Castro–, pero sin pólvora en lo que el Tenerife no concedió.

Cuando la recuperaron los de Ramis y encadenaron una posesión larga, el único fruto del dominio fue quitarle minutos de balón al Málaga. Con tiempo y pelota para discutir el empate, el Tenerife fue el equipo asustadizo de demasiadas veces esta temporada, una sucesión de pases kilométricos a la nada o una incapacidad para asociarse a través de los automatismos. Cuando le caía a Elady para una conducción vertical acababa en pérdida y cuando la agarraron Iván Romero o Enric Gallego no aparecieron socios fiables.

Aún insípido, le dio a los de Ramis para aguantar el 0-0, que solo peligró caminando el encuentro al descanso (m.37), con un remate de Rubén Castro –quién si no– después de que la perdiera por su flanco Nacho en una salida suicida, tratando de salvar la entrada de Chavarría con un recorte que originó la mejor oportunidad del Málaga. El error, al menos, no abrió una cadena de desastres, porque Sipcic se juntó con Soriano bajo los palos, lo justo para rechazar el tiro del delantero grancanario con el portero batido.

Ramis convino en la necesidad de Shashoua como estimulante. Solo esperó al entreacto y su aparición relevando a un Teto grisáceo –el chico pierde casi todo lo bueno que tiene jugando en un terreno reservado para la explosividad que no le acompaña– cambió el rol del Tenerife, que en un cuarto de hora ya había combinado o filtrado más que en todo el capítulo inicial.

Shashoua decidió dónde y para qué aparecía. Con el detalle de juntarse con Elady o Romero, más con la que querencia de pegársela al pie para atraer dos ayudas para quien le defendiera, el Málaga empezó a guardarse del gol antes de abrir la lata. Con medio partido para gustarse, tiempo para encarar y ganas de armarla, el inglés es un futbolista diferencial. Antes del 0-1, salvó la línea en el área con una vaselina perfecta (m.65) que Borja Garcés no supo resolver enfrentado a Yáñez.

El delantero se redimió en el siguiente follón en el que participó Shashoua, un gol repartido entre tres meritorios. En este orden, Garcés abriendo el área para que Iván Romero se manejara hasta la línea de gol, Garcés otra vez arrastrando la defensa hasta el palo corto de Yáñez en lo que Romero encontraba la línea de pase con Shashoua, que se sacó un remate seco –eléctrico de primeras, de abajo arriba– imposible para el portero.

Con todo, el 0-1 se le hizo un mundo al Tenerife, incapaz de guardarse de un fallo con valor de gol, olvidando que aún andaba en el campo Rubén Castro. Como antes Nacho, ahora se complicó una salida sin mayor peligro Aitor Sanz que permitió al Málaga armar la respuesta hasta acabar el balón en la frontal y en los pies de Rubén Castro, un recorte y un tiro inalcanzable para Soriano del que participó, en fuera de juego, Fran Sol opacando la trayectoria del remate. Entendió el línea posición ilegal del ex blanquiazul, pero la consideró correcta González Esteban tras el auxilio del VAR y de sus propias circunstancias. Fueran las que fueran, intendibles.

(1) MÁLAGA CF: Yáñez; Ramalho (Delmás, m.64), Juande, Escassi, Javi Jiménez; Chavarría (Fran Sol, m.81), Genaro (Álex Gallar, m.46), Jozabed (Luis Muñoz, m.81), Fran Villalba; Aleix Febas (Loren, m.86) y Rubén Castro.

(1) CD TENERIFE: Soriano; Mellot, Sergio, Sipcic, Nacho; Teto –, José Ángel (Javi Alonso, m.63), Aitor Sanz, Elady (Mo Dauda, m.74); Iván Romero (Aitor Buñuel, m.82) y Enric Gallego (Borja Garcés, m.63).

GOLES: 0-1, m.75: Shashoua. 1-1, m.88: Rubén Castro.

ÁRBITRO: Jon Ander González Esteban (Comité Vasco). Amonestó a José Ángel (m.26), Enric Gallego (m.23), Soriano (m.37), Aitor Sanz (m.63) e Iván Romero (m.82)

INCIDENCIAS: Partido de la vigésimo segunda jornada (primera de la segunda vuelta) de LaLiga SmartBank 22-23 disputado en el estadio de La Rosaleda ante 21.256 espectadores.

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