Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Evocaciones franquistas

Rafael González Morera

0

Me viene a la memoria las costumbres franquistas de mi niñez, incluso de mi infancia, y por la década de los años 50 todavía estaban en vigor las cartillas de racionamiento, y mi abuela y mi madre pegaban los cupones con mucho cuidado porque no era cuestión de quedarse sin aceite, azúcar o harina. No me puedo olvidar que un buen día, tendría doce o trece años, salí a la calle con un bocata de jamón, y un trozo de chocolate, cuando un grandullón que me llevaba casi un metro de estatura me arrambló el condumio, y aparecí llorando en mi casa. Mi padre que cómo casi siempre estaba escuchando a Radio España Independiente “Estación Pirenaica”, me dijo escuetamente: “Vete a perseguirlo y procura quitarle el bocadillo”. Por todas las calles de la Isleta corrí con el miedo metido en el cuerpo, y allá por la calle Fuego vi al abusador ladronzuelo “jincándose” el bocata, y cuando le dije que me lo devolviera me mostró que sólo le quedaba un cachito, y para mayor regodeo, se lo zampó en última instancia gastronómica.

Volví para mi casa compungido, y mi padre me tranquilizó, y mi madre dio con el quid de la cuestión diciendo “la próxima vez te comes el bocadillo en casa y luego sales a jugar, hay mucha hambre por toda la Isleta, por todo el Puerto, y si te ven con un bocadillo te lo quitan”. La gazuza de la posguerra atenazaba a los adultos, a los ancianos, pero también a los niños de mi generación, y nada digamos cuando había una enfermedad más o menos seria, una simple infección de garganta obligaba a hacer arduas gestiones entre los cambulloneros para conseguir un tubo de penicilina y que la cosa no fuera a mayores. En aquella época los recuerdos de la playa de Las Canteras me vienen a borbotones, los toldos que montaban todas las familias los domingos, y a donde se llevaban los más que podían algún comistraje, tortillas, ensaladilla rusa, (había que decir nacional), bocatas, baya-baya, clípper, cervezas para los mayores. Muchos domingos me iba de pesca con los amigos, Pepe Juan Cardoso tenía un bote de su tío varado en La Puntilla, y remando nos poníamos fuera de la Barra a pescar, y en ocasiones conseguíamos algunas brecas, pequeñas samas, sargos, y con una barbacoa hacíamos un pequeño asadero en la arena, ocultos en la trasera de un toldo, porque los guindillas prohibían hacer fuego en la playa. También los policías locales vigilaban a adultos, jóvenes y hasta niños, para que no fuésemos a bañarnos sin albornoz hasta la orilla de la playa. Eso del torso desnudo en un caballero o un joven era pecado y estaba sancionado.

De prohibiciones estábamos hasta el moño, y recuerdo una vez que dos “chonis” suecas (ahora son guiris) estaban en bikinis tomando el sol en la arena de Las Canteras frente al Club Victoria, y el sargento Medina bajo para pedirles que se pusieran la camisa y el pantalón, pero las “chonis” se negaron en redondo. Fue una gran victoria de las extranjeras contra las costumbres/imposiciones franquistas de la época. El sargento Medina subió de la arena hasta la Avenida rezongando y maldiciendo a las dos “chonis” que no le habían hecho puñetero caso. Recuerdo que con mis amigos desde un balcón del Club Victoria vitoreamos a las dos suecas por su triunfo contra el sargento Medina, que además era un franquista de armas tomar.

Más tarde cuando empecé a estudiar en la Escuela de Comercio cambié al menos de lunes a viernes la playa de Las Canteras por Vegueta y Triana, y me pasaba todo el día entre las clases, ir a entrenar al Juvenil Sporting San José, y la Ciudad Deportiva “Martín Freire”, en donde tres o cuatro veces por semana estaba por las tardes con las clases de Educación Física, el Sporting San José, y el Esparta de atletismo, en donde mi buen amigo Pepe Juan Ojeda Quintana me animó a “fichar” y me pasé unos buenos años en plan muy sano jugando al fútbol y practicando atletismo. En el Esparta coincidí con atletas más veteranos como Arturo Pónicke, que entre otras cosas atléticas me enseñó a admirar a Alfredo Kraus, y con otros deportistas como Juan Jiménez, Mamé Ramírez (en paz descanse), y bastantes más corredores.

Sería por enero o febrero de 1960, recién cumplidos los 16 años, cuando me fui a ver por indicación de mi padre a Felo Monzón a la Escuela Luján Pérez en el corazón de Vegueta, para pedirle mi ingreso en las Juventudes Socialistas, y debe ser que mi padre que era muy amgo de Felo y de su mujer Mercedita Geara, se olvidó de advertirle mi visita, y Felo se llevó un susto tremendo, me metió en su despacho, me mandó a hablar en voz baja “ten en cuenta que hay policías franquistas por todas partes”, y algunas semanas después me dio un ejemplar de “El Socialista” bastante atrasado, creo recordar que de 1959, y esa fue mi primera incursión política “activista”, pero con poca actividad, un tanto decepcionante en los dos años siguientes porque el PSOE apenas si se movía en la clandestinidad, y estaban todos hibernados y en los cuarteles de invierno. Pero esa es otra historia que ya contaré con detalle, que ahora me he quedado patidifuso con la noticia que Iñaki Urdangarín ni va a la cárcel ni paga fianza por eludir el truyo y se me han quedado los dedos tiesos sin ganas de darle más a las teclas. De aquellos polvos de la intrasición franquista/borbónica vienen estos lodos de la Hezpaña del siglo XXI, y dos pella gofio.

Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Etiquetas
stats