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Fiestas o torturas humanas

Rafael Lutzardo / Rafael Lutzardo

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Queridos, respetados y fieles lectores, lean con atención los que el castellano español entiende por fiestas populares, donde el maltrato y la tortura discriminada a los toros y ridiculización está fuertemente arraigada, así como ser el orgullo de muchas localidades de la Península Ibérica. Las imágenes patéticas, escalofriantes, horribles y vergonzosas mostradas en internet y en las pequeñas pantallas de los hogares españoles en los últimos días, deja bien claro quién es el verdadero animal. En este caso, es sin duda el hombre, ese que se divierte a costa de torturar y dar muerte lenta a un noble animal que solo tiene la mala suerte de ser lo que es. Es decir, un toro. Varias son los estilos y formas de torturar a un toro, teniendo como ejemplos las siguientes formas más vergonzosas e inhumana: El toro de la Vega: Se celebra el segundo martes de septiembre en la localidad vallisoletana de Tordesillas. Es una tradición del siglo XV. El toro es perseguido en la vega del río Duero por lanceros a caballo que tienen que matarlo. Hasta hace unos años, el que lograba derribar al animal tenía derecho a cortarle los testículos, un final de fiesta que se ha eliminado.

El toro júbilo: Se celebra en noviembre en las calles de Medinaceli, en Soria. Tradición del siglo XVI.

El toro es atado por los cuernos para inmovilizarlo y encajarle así en la cabeza unos artilugios metálicos con grandes bolas de material inflamable. Para los ecologistas, el animal sufre graves quemaduras y un gran estrés.

Los defensores de esta fiesta alegan en cambio que al astado se le da una crema de barro para que no sufra quemaduras y que se ha eliminado la tradición de matar al toro tras el encierro nocturno que realiza con sus cuernos envueltos en llamas.

Los 'toros de fuego' también son muy populares en Valencia, donde más de 140 municipios los incluyen en sus festejos.

En ellos se sacrifican unos 1.200 astados cada año.

Toros enmaromados. También conocidos como toros ensogados. Las reses son sujetadas por la cabeza para atarles los cuernos. Luego son arrastrados por las calles para la diversión y burla de los asistentes. Las sogas producen grandes traumatismos en la cepa del cuerno y profundos desgarros en los músculos del cuello.

Estos festejos son típicos en media España: Aragón, Navarra, La Rioja, Andalucía, Valencia y, sobre todo, en Castilla y León. El más famoso es el de Benavente, en Zamora, entre el 9 y el 14 de junio.

Toro de San Juan. Se celebra entre el 23 y el 28 de junio en Coria (Cáceres). El toro es soltado por el recinto amurallado de la ciudad y, como si fuese una diana, se le lanzan soplillos (gruesos alfileres) que se clavan en su piel. Después se le dispara un tiro. Esta fiesta, que data del siglo XVI, está declarada bien de interés turístico.

Bien, una vez analizado y valorado como son estas fiestas populares de los pueblos de España, no me queda más remedio decir que más que fiestas son una verdadera salvajada contra la vida y dignidad del animal, en este caso, el toro. La Constitución española debería de ser solidaria con la dignidad y respeto hacia los animales. Y dejar bien claro que son las fiestas populares y para que sirvan. Y no para que las conviertan en fiestas de crímenes y torturas contra los toros. La Edad Media las iniciaron, pero también es verdad que en esa época el ser humano todavía tenía claras connotaciones de costumbres y vida del hombre del comienzo del Neolítico.

Rafael Lutzardo

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