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Palestina: ¿sandías y colores como gesto simbólico vacío?

24 de noviembre de 2023 22:17 h

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Una resolución de Naciones Unidas de 2015 fue aprobada para autorizar que los estados observadores en la Asamblea pudieran poner sus enseñas o banderas. Fue aprobada por 119 votos a favor y ocho en contra. Durante la investidura de Pedro Sánchez como presidente, en España las diputadas y los diputados de Sumar, Podemos y de otros grupos de la izquierda del Congreso español rindieron silencioso homenaje a las víctimas del genocidio israelí contra la población de Palestina a través de chapas con la imagen de una sandía o con prendas de vestir que recordasen los colores palestinos.

El mismo Sánchez, en un momento verdaderamente solidario y socialista, criticó en la tribuna de la Unión Europea de la que ostenta la actual Presidencia las matanzas de civiles palestinos y habló sobre la necesidad de una solución del conflicto con el reconocimiento por parte de Israel del Estado de Palestina.

La sandía es un símbolo que tiene los colores de la bandera palestina (rojo, negro, blanco, verde). Desde el año 1967 se estableció como imagen desde de que el Gobierno de Israel prohibiese que se llevasen banderas. Además de las sandías, en este 2023, la ya ex ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra y la portavoz de Sumar, Aina Vidal, llevaban una kufiya, el pañuelo típico palestino, durante la investidura del Presidente Sánchez.

La resolución que permite a los estados observadores de Naciones Unidas con misión permanente, como Palestina y El Vaticano, izar sus banderas en la sede de la ONU en Nueva York fue aprobada el 10 de septiembre de 2015 en el marco de la Asamblea General. La propuesta fue acogida con 119 votos a favor, 8 en contra (incluidos Israel y Estados Unidos) y 45 abstenciones (entre ellos Alemania).

La medida fue vista como un triunfo diplomático para los palestinos en su campaña para convertirse en un estado pleno. La institución de Naciones Unidas permitió que la bandera palestina ondease en al momento en que el presidente de la Autoridad Nacional, Mahmud Abbas, visitó la ONU, el 30 de septiembre del 2015. Los diplomáticos palestinos lograron un fuerte lobby para que la resolución fuese aprobada.

El proyecto fue defendido por varios países de Asia, África y Latinoamérica. El estado palestino se había convertido en observador el 29 de noviembre de 2012. Hasta entonces, las normas de la ONU, creada hace más de siete décadas, establecían que sólo los miembros de pleno derecho tenían la potestad de colocar sus banderas en la sede de la ONU. El Estado papal del Vaticano dijo entonces que no tenía intenciones de ondear su bandera en el edificio de Naciones Unidas.

“¿Símbolo vacío o señal de fuerza?”

Estados Unidos, en el debate de aquel año, se opuso firmemente a la propuesta. Su embajadora, Samantha Power, sostuvo que “izar la bandera palestina en la sede de la ONU no era una alternativa a las negociaciones (entre Palestina e Israel), y que no acercaría a las partes a la paz”. Además de EE.UU e Israel, dieron su voto negativo Australia, Canadá, las Islas Marshall, Micronesia, Palau y Tuvalu.

El embajador israelí, Ron Prosor, afirmó que “ningún voto puede convertir un gesto simbólico vacío en un estado”. Agregó que las vidas de palestinos e israelíes “seguirán siendo las mismas si ondea o no una bandera palestina en Naciones Unidas” y sostuvo que todo lo que oculta este triunfo diplomático es “una oportunidad fotográfica” para Mahmud Abbas. De los países europeos, Francia y Suecia votaron a favor, mientras que Alemania, Austria, Finlandia, Holanda y Chipre se abstuvieron.

Rojo, verde, negro y blanco. ¿De qué se trataba? ¿Una frivolidad? ¿Una manera de “endulzar” el trágico momento? No parecía  ser nada de eso, En realidad, esos símbolos no eran nuevos. Ya el pasado mes de junio de aquel año, las banderas con sandías o chumberas se vieron en manifestaciones en Jerusalén. Y en los años anteriores también los símbolos de lo pretendidamente “vacío” se llenaron de clamor y presencia de masas.

Una fruta prohibida como bandera

La sandía se cultiva en toda Palestina. Su uso como símbolo palestino surgió tras la Guerra de los Seis Días de 1967, cuando el Ejército israelí se hizo con el control de Cisjordania y Gaza y se anexionó Jerusalén. Esto, según Time, en aquel momento, fue tipificado por Israel dictatorialmente como delito la exhibición en espacios públicos de la bandera palestina, tanto en Gaza como en Cisjordania. Y si aquello era injusto en aquellos años, resulta curioso y vergonzoso que la Policía Alemana haya estado deteniendo a manifestantes en este año 2023 por mostrar la bandera palestina. La semana pasada en Hamburgo en una manifestación a la que asistieron relativamente pocas personas frente a enormes destacamentos de policía antidisturbios, la policía detuvo solamente a aquellos de rasgos árabes pero no a los manifestantes de rasgos típicos alemanes. O sea, una selección de tipo racista en la represión.

La burocracia alemana parece asumir el papel del dios de la Biblia en el Génesis cuando ordena no comer del fruto del árbol prohibido. Como Jehová con Adán y Eva, la policía detiene a los que ostentan los colores prohibidos, puesto que el Supremo mandatario, el canciller Scholz, ha declarado que la defensa de Israel es una razón de ser o de estado para Alemania.

En 1980, las autoridades israelíes clausuraron una exposición en una galería de Ramala de los artistas a Sliman Mansour, Nabil Anani e Issam Badrl. “Nos dijeron que estaba prohibido pintar la bandera palestina, pero también los colores. Así que Issam dijo: '¿Y si hago una flor roja, verde, negra y blanca?', a lo que el oficial respondió enfadado: 'Será confiscada. Incluso si pintas una sandía, te la confiscarán”, contaba Mansour a The National en 2021.

“Nos dijeron que estaba prohibido pintar la bandera palestina, pero también los colores”. Eso no es nazismo, pero se parece en algo.

Israel levantó en 1993 la prohibición de la bandera palestina. Era parte de los Acuerdos de Oslo, que supusieron el reconocimiento mutuo de Israel y la Organización para la Liberación de Palestina. Tras los acuerdos, el periodista John Kifner escribiría en el New York Times: “En la Franja de Gaza, donde en su día se detuvo a jóvenes por llevar sandías en rodajas -mostrando así los colores rojo, negro y verde de Palestina-, los soldados judios permanecen impasibles ante las procesiones que desfilan ondeando la bandera prohibida”. Eso era en Israel, no en Estados Unidos y menos todavía en la Alemania de la actual coalición semáforo que forma Gobierno y tiene olores y colores con los que parece precipitarse al caos económico en estos últimos días.

De galerías cerradas a las calles

Antes que política, era arte, arte político. Khaled Hourani (Hebrón, 1965), un artista que más tarde sería director de Bellas Artes del Ministerio de Cultura Palestino, había oído una versión de la historia de Mansour. Así, en 2007 pintó una rodaja de sandía para la exposición Atlas Subjetivo de Palestina. Era un cuadro de gran formato que sólo mostraba una rodaja de sandía con sus colores, los de la bandera palestina. Su obra se mostró después en varios países europeos, árabes y también europeos.

A partir de ese momento, otros artistas comenzaron a utilizar la sandía como símbolo de resistencia. La idea ya estaba en el aire y pasó de galerías cerradas a las calles abiertas. Los palestinos empezaron a utilizar la imagen de la sandía como una manera de sortear la prohibición; un subterfugio; una ingeniosa manera de burlar la imposición israelí.

2021: vuelta a la prohición

El uso de la sandía como símbolo resurgió en 2021, tras la decisión de un tribunal israelí de desalojar de sus hogares a familias palestinas del barrio de Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este, para dar paso a colonos israelitas.

A principio de ese mismo año, el ministro de Seguridad Nacional, el ultraderechista Itamar Ben-Gvir, ordenó a la policía confiscar las banderas palestinas que vieran en lugares públicos. Luego, en junio, se votó un proyecto de ley que prohibía exhibir la bandera en instituciones financiadas por el Estado, incluidas las universidades (recibió la aprobación preliminar del Parlamento y ahí se quedó).

Entonces, una organización comunitaria árabe-israelí llamada Zazim lanzó una campaña para protestar contra las consiguientes detenciones y confiscación de banderas. Pegaron imágenes de sandías en 16 taxis que circulaban por Tel Aviv. Las imágenes iban, cual cuadro del pintor Magritte, acompañadas del texto: “Esto no es una bandera palestina”.

La campaña fue un éxito. Las donaciones populares permitieron a Zazim mantener las sandías durante dos semanas, una semana más de lo previsto inicialmente, y la campaña pasó a distribuir camisetas de sandía, según desde Qatar  cuenta Al Jazeera.

También chumberas y el higo chumbo español

Son mayoría las banderas con sandía, pero los palestinos también protestan con otras que muestran una chumbera, la planta del higo chumbo. Llamado sabr en árabe y sabra en hebreo, el cactus se ha convertido en un símbolo de las identidades nacionales israelí y palestina.

Cuando los palestinos ven un cactus ven restos de los pueblos palestinos que fueron destruidos o conquistados en la 'nakba', la catástrofe de 1948. Y es que como en la mayoría de los poblados palestinos demolidos por Israel, lo que queda son poco más que cactus o chumberas. La chumbera ha ganado un “simbolismo mítico”.

Pero el higo chumbo también es un símbolo para los hebreos. Lo llaman sabra y desde que llegaron a Israel en los años 40 lo consideran metáfora de su ideal de país: duro por fuera como el fruto espinoso, blando por dentro como su pulpa dulce y nativo de la tierra como la planta.

Lo que muchos no saben, ni palestinos ni israelíes, o acaso hayan olvidado, es que la chumbera vino en realidad de América vía España allá por el siglo XVI. Y de España la llevaron moros y judios consigo.

EL ARTE PALESTINO ES UN ARTE DE RESISTENCIA

Y las cucharas. Cuenta Irvin Tobías en El Capitalino que otro elemento que se ha incorporado a la iconografía de combate palestina es la cuchara. En septiembre de 2021, seis prisioneros palestinos lograron escapar de una cárcel de máxima seguridad israelí cavando un túnel con cucharas. La hazaña, a lo Dufresne en Cadena perpetua, se celebró en toda Palestina. Los pintores muralistas de la calle hicieron suyo el símbolo y pintaron cucharas allí donde pudieron como símbolo de resistencia.

¿NEGOCIACIÓN, INTERCAMBIO DE PRISIONEROS Y PAZ?

Hay más de 10.000 presos palestinos en cárceles israelíes.Las nuevas redadas israelíes en la Cisjordania ocupada han provocado la detención de decenas de palestinos y el número de presos en cárceles israelíes se ha duplicado con creces desde el atentado de Hamás del 7 de octubre. De esto no se dice nada o muy poco en la prensa occidental. Pero mientras la ocupación ilegal y violenta de los territories palestinos continue no podrá haber verdadera paz, digan lo que digan nuestras occidentalísimas agencias de Información, sea desde las centrales informadoras de USA, Alemania o de Londres.

El arte palestino como hemos visto es, en gran medida, sinónimo de resistencia, en un contexto donde la ocupación militar israelita ha intentado reprimir y censurar toda expresión palestina, haciendo que los artistas busquen y encuentren formas nuevas e innovadoras para seguir resistiendo, porque como ellos dicen: “resistir es existir”.

Y mientras haya ocupación habrá Resistencia, con pintura, Arte o ametralladoras y bombas, la llamemos lucha libertadora o terrorismo.

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