El virus del aburrimiento triunfa en la Gala Drag de Las Palmas de Gran Canaria

Drag Vulcano ganador de la gala de 2022.

Javier Suárez

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La gala Drag Queen de Las Palmas de Gran Canaria comenzó en el Carnaval de 1998. Era un viernes en el que para todos era una incógnita lo que íbamos a ver porque todo entonces estaba centrado en las galas de la Reina y el concurso de murgas. El público que allí nos dimos cita fuimos los primeros y verdaderos afortunados por vivir un espectáculo único donde el humor, la crítica, la música nos fundimos todos en uno. Ahí nació el germen de lo que iba a ir creciendo paso a paso hasta convertirse en el día de hoy, 2022 (24 años después), en la gran gala protagonista del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria. 

Roberto Herrera la presentó en ese año y a día de hoy sigue siendo el número uno en este papel; debería ser presentador vitalicio, es el único que ha sabido entender hacia dónde debe ir la gala, evolucionando pero respetando la tradición. En cambio, los drag no están sabiendo evolucionar, se han equivocado de camino por completo, a mi entender.

Carlos Menéndez, Heaven, fue el primer ganador de los drags de Gran Canaria, pero son muchos otros los que se han quedado en el imaginario colectivo para los que amamos este formato como pueden ser Paco “el del Miau”, Andrómeda (Adrián Martel), Anémona (Carlos Suárez), Crisalidrag (Juanjo Tejera), Mandrágora (Ramón Santana, tristemente fallecido en 2013) Grimassira Maeva (Rayco Santana), Noa (Norma Ruiz) o Drag Sethlas (Borja Casillas). Para recordar la historia de la Gala Drag de Las Palmas de Gran Canaria, les invito a que lean este artículo que publicamos en las páginas de Canarias Ahora en 2015 y que viene muy bien para lo que quiero expresar a partir de ahora. 

Pero ahora que la Gala Drag Queen es tendencia mundial en Twitter, que se ve por multitud de países de todo el mundo y que ha marcado un camino imitado por concursos alrededor del planeta, creo y tengo la sensación de que en nuestra tierra, el lugar donde nació, empiezan a florecer preocupantes signos de agotamiento creativo por parte de los grandes protagonistas de este show, los drag.

Un atrezzo gigante en el escenario, cuatro bailarines (los que menos porque otros tienen más que una comparsa); el drag sacando tres trajes en el escenario, del más complejo hasta quedarse casi desnudo; música discotequera y ausencia total de humor, ausencia total de crítica social (exceptuando a la iglesia) suman un total de sopor absoluto a la gala como jamás me imaginaba que podría llegar a sentir como espectador. Y cuando digo sopor, déjenme explicarme, porque admiro muchísimo el gran trabajo que hay detrás de cada uno de estos aspirantes pero siento y temo que todo esto termine muriendo de éxito.

Creo que los drag deberían replantearse su rol en esta sociedad, no necesitan traer tanta fanfarria si eso es a costa de lo más importante, quedarse clavados en el corazón de la ciudadanía de Las Palmas de Gran Canaria. Aquí todos nos acordamos del traje de Heaven, de cuando Andrómeda escupía fuegos, la Blancanieves de Mandrágora, las plataformas de Crisalidrag, el reggaeton de Grimassira, la virgen de Sethlas o el espíritu transgresor y único de Paco el del Miau. Ya nada de eso existe, ayer ganó Vulcano con un traje y un motivo que, en pocos meses, siendo generosos, ninguno recordaremos porque fue como esos fuegos artificiales que explotan en el aire, dejan humo y se difuminan quedando en el más absoluto de los olvidos.

Parte de este deterioro es responsabilidad colectiva, porque no levantamos la voz para decir que este no es el camino correcto o el que muchos queremos para esta gala drag, que a este paso seguirá el camino de tantas cosas que el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria ha perdido durante su vida y que nunca volveremos a recuperar. 

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