No vamos a ser nosotros los que insistamos más en la estrambótica compra de La Favorita, ni en la venta alocada de inmuebles propiedad del Ayuntamiento, operaciones todas ellas celebradas por los sucesivos gobiernos municipales del PP en Las Palmas de Gran Canaria con el afán de acopiar pasta y, de paso, propiciar algún pelotazo al empresario amigo. El desmantelamiento del patrimonio municipal trató de justificarse, en cierta medida, adquiriendo La Favorita, una vieja fábrica de tabaco que no deja de ser desautorizada por Industria y otros organismos competentes por su falta de salubridad, defectos graves e inadecuación a los fines para los que fue tan gentilmente adquirida. Gracias a esa atolondrada política con el patrimonio municipal nos encontramos ahora al Ayuntamiento pagando anuncios en la prensa impresa pidiendo ofertas de locales libres en la ciudad para reubicar diversos servicios. A ver cuándo acaba este escándalo de herencia.