El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Comer o ver la tele
Claro que la solución, como siempre, la tiene en su amueblada cabeza el líder del PP canario, José Manuel Soria, que en su penúltima entrevista a tres páginas dijo, no hace mucho, que “el mejor plan contra la pobreza es que encontremos petróleo”, como si no hubieran quedado ya suficientemente contrastadas ?incluso por su compañía de cabecera, la petrolera Repsol- las escasas riquezas que se quedarían en las islas. Soria, al que nadie gana en propuestas, añadió otra la semana pasada en unas declaraciones a El Confidencial: “Es más importante garantizar la nutrición de los niños que seguir teniendo una televisión autonómica”. Dicho así, sin el menor filtro, suena hasta razonable, si no fuera porque su mismo partido, el que rechaza en las Cortes el plan contra la pobreza y reclama otro parecido en Teobaldo Power, es el único que en toda Canarias se ha opuesto a la medida del Gobierno de abrir los comedores escolares en verano para que los niños con mayores dificultades perfeccionen el inglés y de paso tengan garantizado comer con fundamento. Tener un jefe pariendo chorradas y vacuidades a todo trapo conduce a que los subordinados se metan en jardines absolutamente ridículos. Como el elegido por la diputada Maribel Oñate, que ha dicho que eso de los comedores escolares es “castigar a los niños” a que aprendan inglés. La misma señoría, que merece como tal todo el respeto del mundo, es la misma que dice que los estudiantes canarios no pueden acceder a la Universidad porque se han incrementado de manera bestial las tasas para el examen de la PAU. Que sepamos, el incremento ha sido de un euro, lo que no quita para que, efectivamente, pueda haber familias que no puedan hacer frente a los casi 80 que cuesta ese examen. Lo que no dice la señora Oñate y ocultó este martes también el STEC es que esas dificultades son históricas y que siempre se han resuelto individualizadamente con la intervención del director de cada colegio cuando se detectan casos así. Los datos no casan con la realidad porque, curiosamente, este año se han inscrito 400 alumnos más que el pasado. Pero todo vale cuando de lo que se trata es de rentabilizar también la pobreza.
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