Sulibeyados por Tenerife se ha convertido por méritos propios en un fuego fatuo, en un nuevo y fútil intento por agrupar a las izquierdas alrededor de un despecho con la apariencia de alternativa progresista que de salida a tantas frustraciones históricas. El deseo de venganza y la ansiedad por alcanzar un cargo público en clara confrontación con el partido que se lo denegó, los dirigentes de Sulibeyados por Tenerife se llevan por delante hasta sus propias profesiones de fe. Resulta conmovedor escuchar a Ignacio Viciana meter en el mismo saco de la traición y la incoherencia a Carlos Sosa, a José Miguel Pérez y a Juan Fernando López Aguilar, cada cual con su pecado, cada cual con su contribución al régimen corrupto contra el que parecen luchar ellos solitos, con Odalys Padrón de Afrodita A. Porque, efectivamente, no se escapa ni López Aguilar, quien fuera icono, estrella y guía de la regeneración de Canarias y de ese grupo de entusiastas ex socialistas. Ahora lo descalifican de manera inmisericorde por haber dicho que deplora esa escisión y la creación del sulibeyo ese con el que pretenden alcanzar una poltronita. Lo único que van a conseguir, y ellos lo saben, es restar unos pocos miles de votos al PSOE, y ese es el objetivo principal, para que se les note. Qué estreñimiento, tú.