Guns and Roses, al asalto de Europa

Guns and Roses en su gira europea de 2018.

Erick Canino

Santa Cruz de Tenerife —

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Nos recibió Berlín en estos inicios del mes de junio (viernes día 1) con un tiempo intenso y caprichoso: entre calor húmedo, amaneceres de película a las cuatro de la mañana (con una extraña vida de miles de personas que no se sabía bien si iban o venían a trabajar, si regresaban a casa de un largo viernes noche o si estaban en busca de alguno de los numerosos afters que se suceden casi cada noche en la ciudad alemana)… y repentinas apariciones de fina lluvia, de esa a la que casi no das importancia, pero que termina calando. Temperaturas convulsas que hicieron que el cuerpo lo resintiera notablemente durante el resto de la estancia en la capital teutona.

Y fue un viaje corto, apenas tres noches con el objetivo principal (además de las decenas de anécdotas y detalles que pueden surgir en este tipo de desplazamientos fugaces) de ver en directo el inicio de la gira europea de este 2018 de Guns and Roses. Una vez más, los angelinos de paso por el viejo continente sacando rédito a la que un año antes se convirtió en la gira más rentable del mundo, después de haber recaudado 292,5 millones de dólares, sólo superados por U2 y su tour mundial en conmemoración del 30 aniversario del disco Joshua Tree. Los irlandeses acumularon 316 millones de recaudación.

Durante ese primer fin de semana de junio Berlín fue tornándose también en capital del rock. Poco a poco iban multiplicándose las camisetas con las imágenes de las legendarias portadas de los trabajos discográficos de Guns and Roses, con una presencia mayoritaria de aquel Appetite for Destruction, el primer larga duración con el que hicieron su debut oficial en julio de 1987 y con el que, desde ese mismo momento, se convirtieron en unos de los pilares del rock mundial. Aún hoy es el álbum de debut de una banda de rock and roll más vendido de la historia, con más de 32 millones de copias despachadas en todo el mundo.

La cita, en este inicio de nueva presencia europea en la que ofrecerán más de 15 conciertos, era en el mítico Estadio Olímpico de Berlín, el mismo que fuera la sede principal de los Juegos Olímpicos de 1936 celebrados en Alemania, el mismo que tantas imágenes históricas nos trae a la cabeza.

El estadio es un recinto sobrio pero imponente, justo a la media del resto de la ciudad berlinesa. Es el reflejo del tantas veces espíritu alemán: sin lujos, sin grandes detalles, pero funcional, práctico… aunque quizás no tanto para la música.

Dentro de un espectáculo infalible de rock and roll (la banda suena, Guns and Roses sigue siendo brillantemente intenso) la acústica no hizo en justicia en muchas ocasiones a la globalidad del espectáculo. Vimos el concierto a pie de pista, a mitad del recinto a la izquierda del escenario. Hasta allí llegaba el sonido muchas veces poco compacto, como si irrumpiera a través de un túnel, poco claro, poco brillante. Además, entendiendo, eso sí, las grandes dificultades que debe conllevar sonorizar un espacio de esas magnitudes, el desarrollo del concierto se encontró con los cortes de sonido intermitentes desde el micrófono de su vocalista Axel Rose. Incomprensible.

Con un rápido repaso hacia las casi tres horas de concierto de la banda americana, que en esta ocasión contó como teloneros con Manic Street Preachers y Greta Van Fleet, podría destacarse que en su amplio listado de canciones (24 en total) dejaran fuera dos de sus principales composiciones emblemáticas: Don’t Cry y You Could Be Mine. Quizás sea porque en ellas se dan altos registros que fuerzan en demasía la no tan ya fiable voz de Axel. Y ojo, que en este inicio de gira europea de 2018 ese mismo Axel que en ocasiones da grima sobre los escenarios mantuvo un nivel notorio durante todo el concierto, mucho más que aceptable, pero no suficiente si tiramos de memoria.

Bajo ese mismo prisma de repaso rápido, se puede afirmar también que Guns and Roses viene haciendo prácticamente el mismo concierto, la misma estructura, desde aquella legendaria gira mundial que protagonizó a comienzos de los 90. Idéntico inicio de show, It’s So Easy y Mr. Brownstone, idénticas introducciones a algunas de sus canciones (Speak Softly, Love como previo al Sweet Child O’ Mine, por poner un ejemplo) e idéntica despedida, Paradise City. La estructura en sus directos es la misma para una banda que quizás no sea tan arrolladora como en aquellas décadas pretéritas, pero que sigue sonando contundente.

Desde el mismo punto comparativo, los Guns and Roses actuales dejan importantes detalles diferenciadores respecto a su pasado. El respeto a sus seguidores es máximo si hablamos de puntualidad. A las esperas de horas de aquellos conciertos pretéritos responsabilizadas en Axel (uno de las principales motivos por los que el grupo terminó por separarse cuando atravesaban su mejor momento de reconocimiento mundial), le suceden ahora conciertos casi en horario infantil, que empiezan a su hora y se desarrollan con normalidad sin demasiadas extravagancias.

Apenas hay comunicación con el público. En este caso en el Estadio Olímpico de Berlín, unas breves frases para presentar a los miembros de la banda en el ecuador del concierto y la introducción al tema Slither, una versión de Velvet Revolver –proyecto liderado por los propios Slash y Duff después de su salida de GnR-, que es una de las novedades de la banda para este gira de 2018.

Lo de estos nuevos y veteranos Guns and Roses es una acción de justicia de la banda con sus seguidores y para consigo mismos. Después de tantos años de gloria, de tantos millones de discos vendidos, no podían quedarse retratados como el circo que fue durante el liderazgo en solitario de Axel en años anteriores. Y así anduvieron durante estas casi tres horas, con solvencia, con profesionalidad y haciendo del rock and roll su única carta sobre la mesa. Un grupo hermético, con una mínima interacción más allá de lo musical entre los componentes de la banda. Rock y nada más que rock.

Una banda menos enérgica, que se apoya también en los fuegos artificiales y continuas visuales en las pantallas gigantes para completar su potente directo. La retaguardia certera e infalible de Duff, al bajo, y Frank Ferrer, a la batería, y los solos y riff legendarios de Slash, bien respaldado por otro genio de las seis cuerdas, Richard Fortus, son la estructura básica sobre la que cabalgan estos actuales Guns and Roses. Axel, su líder natural, lejos de ser aquel personaje caricatura de sí mismo de tiempos recientes, está a años luz de ofrecer los registros vocales de su etapa de gloria. Sin él no habría Guns and Roses, pero en la actualidad a él lo sostienen sus compañeros de formación.

Además de los ya nombrados It’s so Easy y Mr. BrownstoneSweet Child O’ MineSlither y Paradise City, el concierto se completó con las siguientes canciones: Chinese DemocracyWelcome to the JungleDouble Talkin’ JiveBetterEstrangedLive and Let DieRocket QueenAttitudeThis I LoveCivil WarUsed to Love HerWish You Were HereNovember RainKnockin’ on Heaven’s DoorNightrain y Patience. Una estructura anclada en sus dos grandes obras discográficas, como fueron el Appetite for Destruction y el doble Use your Ilussion. Jugar sobre seguro.

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