El Teatro Cuyás monta una antología del absurdo de Miguel Mihura

Ignacio del Moral ha recogido e hilvanado una serie de textos de Miguel Mihura que han dado lugar al montaje Las visitas deberían estar prohibidas por el Código Penal, cuyas dos únicas funciones llegarán al Teatro Cuyás los días 20 y 21 de octubre, con dirección de Ernesto Caballero.

El reparto de esta exploración escénica por la vertiente más absurda e insólita del universo literario de una de las primeras figuras del teatro humorístico contemporáneo español, está llena de rostros populares, como son los actores Natalie Seseña, Pepe Viyuela o Juan Antonio Lumbreras, entre otros.

En principio, la obra se planteó como una antología del dramaturgo, ya que no sólo recoge textos dramáticos, sino que también introduce pasajes no dramáticos procedentes de su labor como humorista en la prensa gráfica de su tiempo, como Gutiérrez o La Codorniz.

Tanto en una faceta como en la otra, Mihura fustigó todos los clichés de la época e ironizó sobre el teatro burgués convencional. Ahora, el montaje que dirige Ernesto Caballero trata de dar cuenta de este humor delirante tan emparentado con el surrealismo, las vanguardias de la época y con el posterior teatro del absurdo, evocando a figuras clichés de la literatura folletinesca de principios de siglo.

De esta manera, se hace un retrato grotesco y descarnado de los propios consumidores de estos subgéneros, la burguesía coetánea del autor, esto es: la burguesía coetánea del autor, retratada, según la afortunada expresión de Ricardo Doménech, en una suerte de esperpento amable. Personajes que aún reconocemos en los rincones más destartalados de la memoria, como aquella tía Asunción con la que tanto se cebó don Miguel por obligarle a participar del tedioso ritual de las visitas. El universo lóbrego y entrañable de esa tía Asunción que casi todos llevamos dentro, sus disparatadas ensoñaciones costumbristas, es la materia de la que está hecha la función.

Un enorme salón acoge a los diferentes personajes que van llegando sin que en ningún momento se sepa quién es el anfitrión. Todos ellos están sacados o simplemente inspirados en las obras de Mihura. Nuestra señora de los calditos, siempre ofreciendo un caldito con su yemita, viene de La canasta, donde también hay una estancia que se va llenando de gente; Finolis, del protagonista de El caso del señor vestido de violeta; Ladrón, el de Les dejo mi tarjeta por si necesitan que les robe de nuevo, de Ni rico ni pobre, sino todo lo contrario, de la que también proceden el Señor misterioso, Inventor o Bombero; por allí también se cuela ese Señor de derechas y el Señor de Murcia, sacados, por supuesto, de su famosa Ninette o el señor de Murcia.

Ignacio del Moral aclara que el montaje fue concebido inicialmente como una especie de Antología Mihura: “Son una serie de escenas de algunas de sus obras y pasajes no dramáticos procedentes de su labor en las revistas cómicas en las que colaboraba, con la menor intervención posible, un homenaje a su faceta de autor dramático y sobre todo, de humorista”, dice el dramaturgo quien piensa que Mihura es un humorista “singular, sorprendente y con una voz propia y reconocible, a ratos genial al tiempo que sus valores como malabarista de palabras y conceptos, como creador de chistes y paradojas son casi siempre superiores a su calidad como constructor de obras dramáticas”.

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