ENTREVISTA | FRANCISCO J. GARCÍA MARTÍN, GERENTE DE LA EMPRESA BONAORO, SL
“El relevo generacional en el plátano traerá un cambio profundo y una gestión más eficiente”

Francisco García Martín, gerente de Bonaoro, SL, en una imagen facilitada por su empresa.

Román Delgado

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Francisco García Martín, gerente de la entidad comercializadora de plátano Bonaoro, integrada en la organización de productores de plátanos (OPP) Cupalma, recibe a este periódico digital en el empaquetado situado en Tejina (término municipal de La Laguna), que es uno de los cinco que esa entidad posee en Tenerife.

García asegura en esta charla que “Asprocan realiza una labor muy positiva, aunque todo es mejorable”, y considera que, “con la implicación de todos, se puede avanzar aún más, incluso abriendo nuevos mercados”, esto es, fuera del central o dominante de la Península, donde va más del 90% de la oferta isleña.

Bonaoro se fundó como sociedad limitada en junio de 2003 y comercializa bajo las marcas de plátanos Cuqui, Peque y Pequitas. Esta entidad gestionó el año pasado unos 18 millones de kilos de fruta. En 2025, un año en el que habrá menos producción en general, la misma organización ya suma 12 millones, aproximadamente.

Integrada al 50% por la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) Orovales y por Hermanos Fernández López, SA, tiene una plantilla de 173 trabajadores y una facturación en 2024 por encima de los 19 millones de euros.

Las inversiones realizadas el año pasado en bienes de equipo, las de tipo tecnológico y las de mejora de la trazabilidad consumieron algo más de 400.000 euros, con una previsión de la mitad de esa cifra en el año en curso. El ingreso de ayudas y subvenciones fue de 729.242 euros en 2024.

En su continua apuesta por la modernización industrial y la comercialización, Bonaoro invertirá en un nuevo programa informático, cuya puesta en marcha se prevé para 2026. Esa actuación, subraya García Martín, “supone una apuesta importante para mejorar la gestión de datos, ofrecer mayor claridad y reforzar la comunicación con el agricultor”.

En relación con la recogida de fruta, el gerente de Bonaoro apunta que “estamos incorporando carretillas eléctricas, una mejora significativa que contribuye a la sostenibilidad y a la calidad laboral de nuestros equipos”. En el ámbito empaquetado, indica que “seguimos trabajando cada año para innovar y optimizar los procesos, siempre en beneficio del plátano y del productor. Además, llevamos tiempo desarrollando líneas de trabajo con otras frutas, como papayas, aguacates y mangas, con el objetivo de que en 2026 podamos ofrecer a nuestros asociados un servicio de alta calidad, con mejoras varietales y avances en los sistemas de empaquetado”. La comercialización de esos nuevos productos frescos estará amparada por una nueva organización de productores de frutas y hortalizas (OPFH), la que Bonaoro reconoce que prevé crear.

Tras los considerados buenos años en precios medios percibidos por los agricultores plataneros en 2021 y 2022 (entonces bajo las consecuencias del volcán de Tajogaite en La Palma), se ha encadenado un bienio con ingresos bajos o malos para los productores locales y además este 2025 está siendo como mínimo algo irregular. ¿Qué análisis hace usted como gestor de Bonaoro de lo ocurrido en el periodo 2023-25 y cómo ve lo que queda de año y los ejercicios siguientes?

Predecir qué ocurrirá en los próximos años siempre es arriesgado, incluso presuntuoso. Los mercados dependen de muchos factores: la oferta, la calidad o la situación económica del momento. En el periodo 2023-2025, los resultados han estado marcados por los volúmenes de producción. Este año, al que usted califica de irregular, los precios han sido buenos salvo en agosto y septiembre. Eso sí, con menos kilos producidos y, por tanto, menores ingresos.

En años de crisis, como han sido los señalados, ¿qué papel puede jugar una organización empresarial como Bonaoro para, en la medida de lo posible, aminorar el impacto de los precios no remunerativos en los bolsillos de los cosecheros isleños?

Nuestro papel es ofrecer el mejor servicio posible, desde el campo hasta el mercado, asegurando el máximo aprovechamiento de la fruta y manteniendo una vigilancia constante sobre los costes.

Instalaciones de uno de los empaquetados de plátanos de Bonaoro en Tenerife, en una foto de la entidad comercializadora.

Continuamente se habla en Canarias de la necesidad de reducir costes en actividades relacionadas con la transformación o el empaquetado, donde aún existe cierto minifundismo, modelos estos no muy acordes con el aprovechamiento de economías de escala. ¿Qué opina usted a este respecto y qué acciones ha desarrollado Bonaoro en esta línea y con qué objetivos esenciales?

Bonaoro nació de la unión de dos antiguas entidades, y su historia se remonta aún más atrás con otras empresas del sector. Desde sus orígenes ha apostado por la asociación y la unión de esfuerzos, y sigue trabajando para fortalecer esa colaboración y alcanzar una mayor eficiencia colectiva.

El plátano certificado de las islas mantiene como principal contrincante en su mercado único de expedición a la banana, que cada vez asume mayor cuota de venta en la Península. ¿Cómo ha visto el aumento progresivo de la mordida atribuible a esas importaciones, según reflejan datos oficiales del Gobierno de España (estadísticas de Aduanas), y de qué manera considera usted que se puede frenar o reducir ese avance a través de estrategias colectivas quizá consensuadas y abanderadas por la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias (Asprocan)? 

Hay varios aspectos que aclarar. La banana y el plátano son frutas similares, pero no iguales: difieren desde su cultivo hasta su llegada al consumidor. Además, no se miden con el mismo rasero. Las condiciones sociales y laborales que aplicamos en Europa no son comparables con las de los países de origen de otras frutas, ni tampoco el uso de productos fitosanitarios o las prácticas agrícolas. Asprocan realiza una labor muy positiva, aunque todo es mejorable. Con la implicación de todos, se puede avanzar aún más, incluso abriendo nuevos mercados.

Por cierto, los supuestos fraudes en comercialización de banana como si fuera plátano de Canarias parece que poco ayudan a afianzar la potente aceptación de la marca canaria IGP en el resto de España. Y ya sabe usted que me refiero a lo supuestamente ocurrido con Bonnysa en Alicante, un asunto que está en los juzgados y que, en principio, tiene mala pinta. Es lo que dice el Seprona. ¿Qué ha fallado en los controles que debe activar la IGP y en el papel de Asprocan? 

No conozco ese caso en detalle, así que prefiero no pronunciarme. Como usted indica, está en manos de los jueces, que disponen de más información y la preparación necesaria para dictaminar con justicia. En cuanto al sistema de control, hasta donde yo sé, no ha fallado. Hay una denuncia, se ha actuado y, si el caso está en los juzgados, es precisamente porque el sistema funciona.

En muchos meses de este 2025, el plátano ha dado al menos dos noticias relevantes: los elevadísimos precios pagados al agricultor desde febrero pasado hasta finales de este junio y las diferentes posturas entre las seis OPP en lo que respecta al nuevo decreto para un reparto más justo de las ayudas directas del plátano (141,1 millones de euros anuales), como así lo definió en sede parlamentaria el presidente de Canarias, Fernando Clavijo. Entiendo que usted y su empresa están en contra de ese decreto territorial, hoy en vigor, pero también ya recurrido por cuatro OPP, entre ellas Cupalma. ¿Puede explicar por qué no apoyan esa norma? ¿Cuáles son las razones de peso para oponerse al nuevo modelo de reparto de la ayuda del Posei, de los famosos 0,33 euros por kilo comercializado con abono hasta 420 millones de kilos al año?

Intentar poner límites artificiales a la producción no tiene sentido. Si se sospecha que alguien declara más de lo que realmente produce, debe investigarse. Pero si un agricultor obtiene más kilos por su conocimiento, inversión o técnicas de cultivo, no debería ser penalizado. Cada parte tiene sus argumentos y debe defenderlos con coherencia y buen hacer. El sector ha vivido muchos cambios, algunos buenos, otros no tanto, y lo peor que podría pasarnos sería pensar que este es el último.

El plátano canario ha aguantado y ha salido adelante tras sortear muchos problemas e inconvenientes, algunos muy gordos: la desaparición de la OCM de esta fruta, el desarme arancelario continuo para las entradas en la UE de banana y un largo etcétera. ¿Cómo ve la situación actual y el futuro de la negociación en curso sobre la nueva PAC o, si prefiere, el siguiente Marco Financiero Plurianual (2028-34)? ¿Qué demandas centrales cree Bonaoro que debe mantener el sector canario en este proceso? 

Lo más importante es que se mantenga el reconocimiento de las RUP (Regiones Ultraperiféricas); sin esta herramienta, el resto carece de sentido. Europa cambia constantemente: se incorporan nuevos socios, el mapa político evoluciona y surgen tensiones. En este contexto, debemos mantenernos más unidos que nunca para defender nuestros intereses.

¿Por qué Canarias no logra colocar cantidades de fruta razonables fuera de España, salvo unas pocas toneladas en el resto de la UE y con el desahogo de la oferta hacia Marruecos, casi siempre de la pica? ¿Qué lo impide? ¿Ustedes lo han analizado? 

Abrir nuevos mercados requiere constancia. En Europa, el plátano de Canarias se valora sobre todo desde lo emocional, pero en lo económico aún hay camino por recorrer. Mantener cuota en nuevos destinos implica renunciar a beneficios a corto plazo, pero es necesario si queremos que esos mercados valoren nuestras peculiaridades: el sabor, la cercanía al continente y la calidad de nuestro producto.

¿Cree usted que en algún momento será posible hacer una gestión colectiva más eficiente de la oferta anual de plátano con origen en Canarias, con el objetivo de que ello contribuya a tener una mejor estabilidad de precios a lo largo de los 12 meses naturales? 

Poco a poco, se está logrando. La profesionalización de las comercializadoras y la concentración de la oferta están conduciendo a una gestión más eficiente y a resultados más estables a lo largo del año. 

En la actualidad, muchos plataneros se siguen quejando de la encadenación de bastantes años malos, unos más que otros, cierto, pero malos para la generalidad. ¿Qué implicaciones puede tener que el cultivo no sea rentable ni con el cobro de la ayuda en determinados segmentos del colectivo de plataneros locales? 

Cada caso debe analizarse de forma individual. Es evidente que los costes fijos se han incrementado mucho y, si la producción en kilos no acompaña o los precios no son suficientemente buenos, muchas fincas no logran ser rentables. La comercialización, de manera especial en un producto que casi en su totalidad, más del 90%, se vende fuera de donde se produce, es clave en la obtención de los precios más razonables posibles. 

¿Qué se puede hacer para dar otra vuelta de tuerca en la mejora de esta fase final al por mayor? 

La clave está en conocer con antelación las cantidades disponibles y actuar con audacia en la oferta para estimular la demanda. La planificación y la información son fundamentales.

¿Cree usted que una solución, al menos parcial, puede ser concentrar la oferta en menos OPP, eliminar operadores expedidores, reducir marcas y empaquetados…? 

La concentración es positiva y ya se está produciendo, aunque de forma lenta. Sin embargo, el relevo generacional que se avecina traerá consigo un cambio profundo y un modelo de gestión más eficiente.

¿Qué proyectos tiene Bonaoro en curso y qué estrategias considera que se deben desarrollar en adelante para estar en sintonía con las nuevas o futuras exigencias de los mercados, de la demanda potencial?

A corto plazo, estamos implantando nuevas herramientas informáticas que mejorarán la comunicación entre los agricultores y los empaquetados. También avanzamos en la tecnificación de los procesos: optimización de la recogida en campo y modernización de la maquinaria en los empaquetados, aunque esto último llevará algo más de tiempo.

En el ámbito comercial, junto con Hermanos Fernández López, estamos abriendo nuevos destinos. Ya se trabaja con Alemania y el próximo objetivo es Italia.

¿Hay futuro para el plátano de Canarias, para todos en conjunto o más para unos que otros? 

El plátano de Canarias tiene futuro mientras mantenga su peso en producción y su valor social. Debemos mejorar la eficiencia en el campo. Existen otros cultivos viables en el archipiélago, pero ninguno con la capacidad ni el reconocimiento del plátano. 

¿Cuál es su opinión sobre el papel desplegado por Asprocan y cómo valora las críticas que esa organización recibe a menudo de integrantes del sector y de algunas organizaciones profesionales agrarias (OPA)? 

Asprocan ha realizado un trabajo encomiable. Somos lo que somos porque Asprocan existe, y existe porque somos todos. No es una entidad ajena ni una empresa de unos pocos: es la voz y la estructura del sector platanero. Las críticas son válidas cuando son constructivas, pero la opinión de unos pocos no puede representar al conjunto. Hoy por hoy, la mayoría del sector, las OPP, las cooperativas y los propios agricultores, está representada dentro de Asprocan.

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