La formación en IA: el impulso final para una Administración Pública innovadora
En las últimas semanas, hemos abordado la necesidad de que la Administración Pública incorpore innovaciones tecnológicas, particularmente en lo que respecta a la Inteligencia Artificial (IA) y data analysis. Pero, ¿qué sucede con aquellos que se encargan de ejecutar estas políticas de vanguardia? Si bien es cierto que se ha hablado bastante acerca de la formación digital de la ciudadanía, apenas se ha hecho eco de la necesidad de capacitar a los empleados públicos, los artífices que pueden hacer de esta transformación una realidad.
La IA y la data analysis son herramientas transformadoras que pueden modernizar nuestras administraciones en múltiples niveles. Imaginemos un Cabildo Insular que, gracias al data analysis, puede prever qué carreteras requerirán mantenimiento en los próximos meses y actuar de forma preventiva. O una Sanidad Pública que, mediante el uso de IA, mejora sus diagnósticos y la asignación de recursos médicos. Para que estos escenarios dejen de ser meros ejemplos y se conviertan en nuestro día a día, es indispensable que nuestros funcionarios públicos estén a la altura del desafío que supone implementar y gestionar estas tecnologías.
En este contexto, formar a los empleados públicos en IA y en tecnologías habilitadoras se convierte en un pilar clave. No sólo se trata de ofrecer cursos de especialización, sino de generar un cambio de mentalidad que permita adaptarse y liderar los cambios. En lugares como Silicon Valley, la formación continuada es vista como una inversión a largo plazo que fomenta la adaptabilidad y la mejora constante. ¿Por qué no aplicar este enfoque también en nuestras administraciones?
Para implementar un programa de formación efectivo, podrían tomarse varias medidas. Desde la creación de programas de mentoría y talleres internos, hasta asociaciones con universidades y empresas tecnológicas para cursos de especialización. Además, el acceso a plataformas de formación en línea permitiría a los funcionarios actualizar sus conocimientos de manera continua, incluso desde sus propios hogares. De esta manera, se fomentaría una cultura de aprendizaje y adaptación que permitiría a nuestros empleados públicos estar a la vanguardia en tecnología.
Para las Islas Canarias, esta formación podría traducirse en avances significativos en áreas como el turismo, la gestión de desastres naturales o la administración de servicios públicos. Proyectos piloto podrían lanzarse en distintas Consejerías para poner a prueba estas habilidades y demostrar su efectividad. Con el tiempo, la formación en IA permitiría desarrollar algoritmos locales que se ajusten a nuestras particularidades, como el manejo eficiente del agua o la promoción sostenible del turismo.
Por tanto, si queremos que la revolución tecnológica sea más que un eslogan en las Islas Canarias, la formación continuada de empleados públicos en IA y tecnologías habilitadoras no es una opción, es una necesidad que debe ser abordada cuanto antes para mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos y posicionarnos como un referente en la era digital. No basta con que la ciudadanía sepa cómo interactuar con un chatbot o usar una aplicación de trámites en línea; necesitamos que quienes estén detrás de esos servicios estén igualmente preparados para liderar el cambio.
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