El banderón de Sánchez, el cabreo de Rajoy y la U.D. arriba
Si les digo la verdad, no me chocó ver a Pedro Sánchez con un tremendo banderón de España enmarcando su discurso de agradecimiento y buenos propósitos, obligado en quien acaba de ser nominado candidato a la Presidencia del Gobierno. No me llamó la atención, qué quieren, hasta enterarme al día siguiente de que la ocurrencia era, en sí misma, un acontecimiento. Ahí es nada que un partido no de derechas, que se proclama líder o cosa parecida de la izquierda, supere el repelús del mester de progresía patrio a unos símbolos que la derecha ha patrimonializado; desde la ultra, que no renuncia al águila de San Juan, hasta el PP que, por mucho que diga, no acaba de acomodarse en democracia y de ahí que a Rajoy le haya sentado como una patada en todo el tabernáculo de los símbolos que Sánchez utilizara la bandera para envolver su producto.
Comprendo, faltaría más, las aprensiones de los que ven en el rojigualda un vestigio franquista. No es preciso recordar que Franco fundió esos colores con su régimen fascista, pero sí subrayar que esa identificación ha perdido fuerza. Ya les dicen menos a las nuevas generaciones, aunque todavía haya quienes no acaban de superarlas; unos porque añoran a su Caudillo y otros porque no reparan en que el antifranquismo puede ser una forma de franquismo y ahí están los sociólogos y politólogos para explicar la aparente paradoja; como están los historiadores para aclarar que esos colores tenían ya una muy larga tradición antes de que Carlos III los eligiera (mediante concurso, dicho sea sin ánimo de señalar) para dotar a la Marina de una enseña claramente visible en el mar que acabó convertida en bandera nacional. La I República los mantuvo, eliminando, eso sí, el escudo monárquico y la II puso de morado, por influencia de la de castellaneidad tengo entendido, la franja inferior; la actual, constitucional, sustituyó el “aguilucho” por el escudo heráldico del Reino de España.
El caso es que, como digo, la derecha patrimonializó los símbolos españoles (o del Estado Español, si lo prefieren) y de ahí la desastrada reacción de Rajoy. Dijo con la boca chica que le parecía bien la iniciativa de Pedro Sánchez para evidenciar, acto seguido, que le supo a cuerno quemado pues volvió a denunciar los apaños del PSOE con la extrema izquierda radical e independentista con el decidido y declarado propósito de evitar que el PP alcance el poder allí donde fue el partido más votado.
La reacción de Rajoy fue poco meditada y dejó a mucha gente con la impresión de que ya se siente perdedor. Su esperanza era llegar a un arreglo con los socialistas y de ahí que le afee a Sánchez su “traición” al tratar de impedirle tocar bola; con el supremo argumento de haber ganado las elecciones, por lo que los socialistas actúan contra la voluntad popular para formar mayorías que dejen a los peperos en la calle y sin llavín. No parece que Rajoy haya cogido bien el recado de que no es hoy por hoy buena compañía; ni recuerde que no han sido pocas las veces en que el PP ha llegado a acuerdos con otras fuerzas para lo mismo, para desplazar al más votado. No se ha planteado siquiera que algo mal habrá hecho para que no quieran suscribir acuerdos con él. Tras cuatro años legislando sin contar con nadie, de imposición arrogante de un trágala tras otro y el hervidero de la corrupción ante la que, cuando menos, ha adoptado actitudes equívocas y de obstaculización de la labor de la Justicia, es lógico que nadie quiera sentarlo a su mesa. Mucho menos los socialistas que buscan recuperar su lugar en el centro izquierda al sentirse aguijoneado por esa banda. Que lo consiga o no es harina de otros costal, pero necesita alejar cualquier indicio de coyunda con el PP; aunque sea en la forma poética de connubio, que no están los tiempos para la lírica.
El recurso al miedo de Rajoy siempre ha sido de los fáciles para la derecha. Tan fácil que ni siquiera se ha molestado en construir un discurso potable que no sea poner a los españoles en la tesitura de optar entre él o el caos. Asegura que está en peligro lo que hemos ganado gracias a su política sin pararse a pensar que son millones los españoles a los que nada o muy poco les queda por perder.
No creo, por otro lado, que el trasteo de los cambios de cara en el partido haya beneficiado a Rajoy. Ni por la forma ni por el fondo. Primero negó que figurara en sus planes cambiar “lo que funciona”. No habrá cambios en el Gobierno ni en el partido, aseguró apenas dos días antes de que anunciara que bueno, que sí, que haría unos retoques; como la muchacha que confiesa a sus padres su traspiés y procura tranquilizarlos con que sólo está un poco embarazada. No es difícil imaginar que hubo presiones del propio partido para que diera el paso, que retrasó cuanto pudo. Y por fin, cuando se decidió, los cambios se limitaron al partido con gran cabreo, supongo, de los perfumistas que hace unos días protestaron por el uso negativo en el argot político del término “cosmético”; que no otra cosa fueron los cuatro nombramientos que hizo por último Rajoy. Pura cosmética, pues si bien es verdad que tiró Rajoy de gente más joven, de nuevas caras, no lo es menos que se estrenó repitiendo lo de la decantación del PSOE por la izquierda radical, etcétera. Las nuevas caras, elegidas mediante casting supongo, se apresuraron a copar los medios lo que indica que sí, que es cierto eso de que creen los peperos que sólo les ha fallado la comunicación, que todo lo han hecho muy bien pero no han sabido explicarlo. Como si ignoraran que hay cosas que se explican por sí mismas.
En el Gobierno, ya saben, no hizo Rajoy cambio alguno. Lógico, pues con las elecciones legislativas encima apenas tendrían los nuevos ministros tiempo de saber por donde quedan los baños antes de que se les eche encima la próxima campaña electoral. Sin embargo, si es cierto que Dolores de Cospedal rechazó el Ministerio de Educación, lo que le hubiera supuesto abandonar la secretaría general, hablaríamos de otra cosa. A Cospedal le han dado un buen palo en Castilla-La Mancha y ser ministra podría acabar de enterrar su carrera política, si los resultados de las legislativas de noviembre no acompañan. Sería su finiquito no simulado. Vio más sensato atorrarse en el partido a verlas y venir y a la espera de mejores tiempos. Es muy probable que Rajoy hiciera algún que otro intento con igual resultado con otros ministrables, que rechazaron la manzana, y prefiriera dejarlo estar, no menearlo demasiado no fuera a transmitirse la impresión de que en su propio partido dudan de que consiga llevarlos a buen puerto y prefieran dejar pasar la oportunidad.
En cuanto al discurso “abanderado” de Pedro Sánchez les diré que no estuvo mal. Lo tenía fácil pues llega a la línea de salida con la mochila menos cargada que la de Rajoy, lo que le permite presumir de ser un político limpio; no como otros. Me gustó la música pero, qué quieren, es la letra lo que importa; la que, supongo, estará ahora mismo elaborando su “Gobierno en la sombra”. Éste será el que concrete el programa, señale las líneas de actuación, sus prioridades y demás. Entonces habrá algo que decir. Y quizá proporcione algunas pistas acerca de hasta donde llega su denostado entendimiento con los radicales, con Podemos particularmente, que en algún momento parecía ir disparado a hacerle morder el polvo. De momento, dan la impresión de que comparten en bastante medida el diagnóstico de situación; queda por saber, por concretar, las medicinas que propongan unos y otros. Creo que Rajoy exagera al verlos como aliados con el único objetivo de defenestrar al PP. Las cosas son un poco más complejas y buen punto de referencia podrían ser las relaciones de IU y Podemos. Alberto Garzón y Pablo Iglesias son amigos y van de acuerdo en casi todo. Menos en ir juntos a las elecciones de noviembre como la Unidad Popular que propone el primero. A su entender, funcionó en el 24-M y hay en muchos lugares los electos de una y otra formación que han comenzado a gobernar en un clima de colaboración. Piensa que conviene seguir en esa dirección y que no hacerlo sería una buena baza que daría al PP opciones para impedir el cambio.
Iglesias no lo ve así, según se desprende de la reunión que tuvieron el día de San Juan. La Prensa ha destacado su disposición a mantener las puertas abiertas a Garzón pero no a IU, de la que no quiere saber nada. Algunos califican esa actitud de arrogante y prepotente y describen la de Garzón como la de alguien que pide agua por señas para salvar el palmito con tanta ansiedad que soporta ser humillado por su amigo. Sin embargo, como ya apunté, las cosas no son tan simples sino para los voceros y el entorno pepero.
Quienes hemos estado desde finales de los 60 más o menos cerca de la izquierda podemos adivinar, más que entender, el fondo del problema. La lógica de Garzón se entiende pues hay una opinión muy extendida de que deberían las izquierdas unirse de una puñetera vez. Ni qué decir tiene, que no le han faltado críticas internas de supuestos apaños con Iglesias para entregar IU cautiva y desarmada a Podemos. Una imputación que podría equivaler, muy bien, a la de “revisionista”, que era mentarle la madre a cualquier rojo que se preciara. No es posible saber qué hubiera ocurrido de no ocurrir lo que ocurrió, pero cabe sospechar que aquellas disputas debilitaron a la oposición clandestina que llegó a la Transición lo bastante débil como para que los franquistas se fueran de rositas. No parece que a Garzón le cojan de nuevas esas situaciones: no se ha descompuesto, concibe la Unidad Popular desde el pragmatismo y que cada cual mantenga dentro de ella la autonomía de sus siglas.
Desde el punto de vista de Pablo Iglesias cabe suponer que su empeño es mantener el carácter abierto de Podemos y la transversalidad ideológica que obliga a una constante vigilancia. No ignora, que en IU es importante la presencia del PCE y que los comunistas constituyen un núcleo disciplinado y firme en sus convicciones que podía afectar a la transversalidad esencia de la “nueva política”. Ya se le pasó a uno el tiempo en que podía observar de cerca estas cosas, pero me da que los tiros van por ahí; o sea, que Iglesias no desprecia a IU porque haya puesto el ojo el “piezas” más suculentas sino por temor a complicaciones. Lo que no implica, desde luego, que deje de considerar a IU demasiado condicionada por el pasado. Supongo que de por medio habrá más cosas y que igual mis especulaciones nada tienen que ver con la realidad, aunque puedan servir al menos para una bonita conversación. Caben muchas explicaciones frente al intento de que circule la que más perjudica a los protagonistas de la situación. Como ésta del arrogante Iglesias y el Garzón como perro a por cáscaras de queso.
La U.D. Las Palmas en Primera
Como siempre hay gente despistada que no se fija en los periódicos, recordaré que la U. D. vuelve a ser equipo de Primera. Una lástima que los medios informativos no le hayan prestado atención a un acontecimiento que ha pasado casi inadvertido. Por menos nos han enterrado en páginas de periódicos con sus suplementos especiales, posters que no caben por esa puerta, espacios televisivos compitiendo con el inagotable entusiasmo de las emisoras de radio y qué sé yo. Como diría José Miguel Bravo, apóstol del neoinsularismo desde que Soria lo tiró del caballo, ni les cuento si hubiera ascendido el Tenerife. Entonces sí que se hubieran desmadrado los medios.
Bromas aparte, parece que las conjunciones astrales favorecen al nuevo Gobierno municipal de Augusto Hidalgo. Y al nuevo alcalde, bonito fuera, no se le escapa cuanto le beneficia pues no se privó de comentar el acontecimiento. En lo económico es evidente que tendrá efectos positivos en el trasiego callejero de euros y en la promoción de la ciudad pues imagino que futboleros habrá por esas Europas que harán lo posible por hacer coincidir sus vacaciones con las fechas en que podrían ver en el Gran Canaria, en vivo y en directo, a Messi y a Cristiano (bautizado “Ronaldo” en honor Ronald Reagan, menudo baldón). Si cuajan otras iniciativas, algunas ya culminadas, y continúa la política de estrechar la vinculación a la ciudad el mar y el puerto, lo mismo podemos tener en poco tiempo una capital resultona, como debe ser. Aunque lo más importante para que resulte es, a mi entender, el optimismo de la población en el que inciden, de forma que no sé si calificar de misteriosa, los éxitos futboleros. Un optimismo que es el mejor estado de ánimo para abordar los gravísimos problemas sociales que también padecemos. Siempre y cuando quienes gobiernan la ciudad sepan aprovechar la oportunidad.
Entre los primeros gestos significativos de Augusto Hidalgo figura la seguridad dada a la familia Kiessling de que el Ayuntamiento su proyecto de Acuario en el Sanapú. La gestión de la anterior corporación, presidida por Juan José Cardona, fue muy criticada por la rebaja del 95% del Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO) aprobada con los solos votos de la mayoría pepera. Bien sabido es que, entre las especialidades del PP figura ignorar o cargarse las iniciativas de sus antecesores, lo que permite valorar mejor por vía de comparación, la decisión de Hidalgo que, a pesar de sus reparos a la “generosidad” fiscal de su antecesor, puso por delante lo que ese proyecto significará para no obstaculizarlos y meterse en el berenjenal de indemnizaciones y demás. El principio de seguridad jurídica, por encima de los avatares de la política, ha prevalecido, como debe ser incluso cuando no guste.
El ''eje oriental“
Pedro San Ginés y Marcial Morales, presidentes de los Cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, han acordado estrechar lazos y buscar líneas de colaboración entre las respectivas administraciones insulares para llevar sus reivindicaciones conjuntas ante el Gobierno de Canarias y el de España. Con buen criterio, las organizaciones empresariales de ambas islas han acogido con satisfacción la idea, convencidas como están de la consolidación de lo que llaman el “eje oriental” es vital para el desarrollo económico de las dos islas. El presidente de la Cámara de Comercio de Lanzarote, José Torres Fuentes, considera que las islas orientales han cumplido ya su “mayoría de edad”, no necesitan tutela y recuerda que las dos cámaras insulares lideraron el proyecto de la línea marítima con Tarfaya, la que consideran estratégica para la conexión Canarias-África.
Cuando en 2005 se creó la Cámara de Lanzarote recordé que en la tradición política de estas islas figuran iniciativas, como la de abogado majorero Manuel Velázquez Cabrera que arrancó al Congreso de los Diputados la ley de Cabildos de 1912 sobre la base de su famoso “plebiscito”. Fue seguramente de los mejores intentos de acabar con el pleito insular; al menos el que llegó a convertirse en ley y también en otra de tantas ocasiones desaprovechadas para construir Canarias.
Pero esta es otra historia y si la traje en su momento a colación fue porque me pareció que la creación de las cámaras orientales respondía de alguna forma a los afanes autonómicos que movieron en su día a Manuel Velázquez. Fueron los empresarios agrupados en estas cámaras los que iniciaron la batalla contra las prospecciones petrolíferas de Repsol y es muy probable que sin ese entendimiento, “institucionalizado” por así decir, no hubieran logrado el apoyo de los dos cabildos orientales y mucho menos del Gobierno de Canarias. Es significativo que la intensidad de las protestas y movilizaciones fuera menor en Gran Canaria, menor aún en Tenerife y así, en disminución, hasta llegar al extremo occidental de las islas. No es que no hubiera en ellas protestas pero sí que estaban cada vez más alejadas de los círculos del poder cuando no hostigadas por él, particularmente allí donde el PP soriano tenía presencia. Sería del género tonto que los dirigentes políticos y majoreros renunciaran a explotar ese filón.
Creo que la experiencia de las cámaras y la capacidad de movilización y convocatoria demostrada por las organizaciones son lo que ha movido a San Ginés y a Morales a caminar por esa senda en nombre de una solidaridad archipelágica que podría irse a la porra si acaban por intoxicarla con el cálculo político. Pongo por caso, el del presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés, que puso como “garantía del equilibrio político en el desarrollo solidario de Canarias” la triple paridad del sistema electoral canario. Espera San Ginés que Lanzarote, Fuerteventura y las islas menos pobladas permitan, bajo ningún concepto, jamás, la ruptura de la triple paridad.
La triple paridad, vaya por delante, se aceptó en su día como justa reparación al abandono de siglos de esas islas. Fue un gesto solidario para que pudieran salir adelante, cosa que hoy es un hecho. Hay diferencias entre su estado actual y el de hace 50 ó 60 años. Desde el punto de vista del valor del voto no puede imaginarse otro sistema electoral más alejado del principio ideal de que todos los votos ciudadanos valgan lo mismo pero, por lo visto, no encontraron otra forma y se aceptó para beneficiar a esas islas. Pero al cabo de los años, nadie puede negar el hecho constatado de que el sistema electoral canario es el peor, con diferencia. En los últimos años se ha visto con claridad. Se manipuló para frenar al PIL de Dimas Martín; ha perjudicado a fuerzas como NC, cuyos miles de votos han ido a parar a la basura no una ni dos veces; y acaba de verse ahora, el 24-M, al hacerse el grupo gomero de Casimiro Curbelo con tres actas de diputado con menos de 5.000 votos mientras quedaba fuera Ciudadanos con 53.000. No hay correspondencia entre los votos que se necesita en unas islas respecto a otras para sacar un diputado. La necesidad de reformar el sistema es evidente, precisamente, ya ven, por razones de solidaridad. Imagino que habrá sistemas que se ajusten mejor a la constotución física de Canarias y sirvan a todos a partir del principio de igualdad. Alguien sabrá, yo desde luego no lo sé, cómo podrá arreglarse eso pero lo que no parece de recibo es la actitud de San Ginés, eso de que “jamás, bajo ningún concepto” aceptarán la ruptura de la triple paridad que cercena el derecho a estar representados de miles de canarios. Y que eso se proclame en nombre de la solidaridad suena a cinismo, a falta de ignorancia. Hablando se entiende la gente y la postura del presidente conejero es la de no hablar y que todo quede tal cual. Está visto que estos temas interesan poco a CC, su partido.
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