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El Charro se inicia. El primer viaje a París

Miguel Jiménez Amaro

Queridos amigos míos:

A la mañana siguiente, antes de ponerse el sol, Ninnette y Lissette quisieron que desayunásemos frugalmente los cinco, juntos, y que así lo hiciéramos los demás días. Ellas dos y El Chivato Tántrico iban a trabajar con El Charro de sol a sol durante los días que llevase la terapia y la iniciación, y solo íbamos a poder compartir durante esos días el desayuno y la cena. Yo fui el primero en salir de casa hacia Las Cosas Buenas. Ellos cuatro lo hicieron con las mochilas un poco después, lo hicieron hacia El Puertito. El Puertito es una pequeña playa apenas visitada que está al final de El Camino al Puertito. En el kilometro número cuatro de la carretera general desde Los Canarios hasta Las Caletas, a mano izquierda, justo enfrente de la pista que va al Teneguía, comienza este camino; parte de él es una pendiente pausada, y el resto, una pendiente muy pronunciada. A dos kilómetros del comienzo de este camino está la casa donde yo vivo con Ninnette y Lissette.

Mientras desayunábamos, el Chivato Tántrico nos comentó que iba a cambiar de altar con la iniciación de El Charro. Que bajarían a primera hora ellos cuatro cantando mantras, y que luego, a la última, subirían cantando los mismos mantras Nos dijo en dónde la quería llevar a cabo, y le dimos nuestro buen parecer. Ninnette y Lissete le dijeron que nosotros tres pasamos muchos ratos allí, y que algunas noches que no logramos conciliar el sueño, bajamos, hacemos un ejercicio meditativo, subimos, y casi no nos da tiempo de tocar la cama para quedarnos dormidos. El Chivato Tántrico comentó que aquel sitio tenía más poder que la Playa de Las Cabras.

Las iniciaciones tántricas son totalmente secretas. No os pude comentar nada de la de Ninnette, Lissette y la mía; tampoco lo puedo hacer sobre la de El Charro. Solo os puedo decir que al llegar a casa todas noches, ellos me estaban esperando para cenar con tres botellas abiertas de Mibal Roble, y con un Charro, siempre en los fogones él, que relucía, que iba retomando brío. El Charro cantaba mientras cocinaba las canciones de todos los grandes cantadores mexicanos, amigos de sus padres y de él, canciones de José Alfredo Jiménez, Pedro Vargas, Jorge Negrete, Miguel Aceves Mejías, Javier Solís, Pedro Infante. La cuarta noche, El Chivato Tántrico nos comentó que había ido transcurriendo todo perfectamente, y que la iniciación del Charro se sellaría al día siguiente. El Charro, al que se le había vuelto a poner la cara de niño, el que había recuperado sus aguas limpias, dijo que mañana traería al Mariachi, que estaba alojándose en Los Cancajos, para la cena; que correría el cava, ‘Gran Reserva Microcosmos Brut Nature‘, y que dos de los Mariachis se harían cargo de la cena.

¡La que montó el Mariachi la noche siguiente! ¡La que montó! Vinieron con el cónsul honorario para México en La Palma, Miguel el del Bar Banot, que se encargó de que los que no quisieran tomar cava, tomasen cerveza y tequila mejicano. El Charro nos tenía preparados un traje mejicano para Ninnette, Lissette, El Chivato Tántrico y para mí. A Ninnette y a Lissette les dio un cancionero con todas las letras de las canciones que tocaba el Mariachi; se aprendieron las letras en un santiamén y no pararon de bailar hasta la doce del mediodía siguiente en que una guagua del amigo Juan Vicente vino a buscar al Mariachi. El Mariachi tenía que grabar unas escenas para un video. Cuando nos quedamos solos en la casa, nos metimos en la piscina. El Charro nos dijo que formáramos una rueda abrazándonos, y que nos estrecháramos lo más posible. Nos dijo que si no nos acordábamos de una cosa, nos miramos, y siguió diciendo: “¡Mañana, París!”

En el avión de El Charro, El Chivato Tántrico quiso ir en la cabina junto con el copiloto. El Chivato quiso que El Charro le fuese explicando cómo se maneja un avión. Ninnette y Lissette se leían las cartas la una a la otra. Yo les dije que me dejasen dormir, o estar relajado, hasta poco antes de aterrizar en París. Se me abrieron los ojos cuando venían a despertarme. Me besaron al mismo tiempo y me dijeron que las cartas no podían decir cosas mejores. Al pasar por la aduana nadie nos preguntó por papel alguno, ni qué llevábamos en las maletas. El Chivato Tántrico, cuando bajábamos del avión nos había dicho que lo dejásemos ir a él siempre por delante del grupo, y que intentásemos mirar y caminar como lo hacía él. De la terminal fuimos a La Bella Aurora. El Charro pidió tres botellas de champan Mumm Cordon Rouge, y se sentó delante del piano en el que tocara Sam. Sin nadie decírselo tocó ‘The Time Go Pass’. Ninnette y Lissette lo acompañaban cantando. Después de cantar Ninnette y Lissette representaron todas las escenas de Rikc e Ilsa en La Bella Aurora. El Charro les dijo que les iba a dar un paseo en coche por París, en el mismo coche de la película y por los mismos sitios. Al regreso del paseo vinieron a dar con El Chivato Tántrico y conmigo a La Bella Aurora. Nos dijeron que fuésemos con ellos a la estación de tren de París, que Ninnette y Lissette iban a representar la escena más desgarradora de la película, cuando Sam le entrega a Rick la nota de Ilsa diciéndole que no puede viajar con él. Una vez representada la escena fuimos al aeropuerto para dirigirnos a Casablanca.

En el Café de Rick abrimos tres botellas de champagne Mumm Cordon Rouge. El Chivato Tántrico fue a la sala de juegos, a la ruleta. El Charro se volvió a sentar al piano y tocó ‘The Time Go Pass’. Ninnette y Lissette lo acompañaron cantando, y luego representaron todas las escenas de Rick e Ilsa dentro del café. La gente no paraba de aplaudir, aplaudía a rabiar. A la mesa nuestra no paraban de llegar botellas de champagne. Hubo que poner dos mesas más. El Chivato Tántrico regresó de la sala de juegos y nos dijo que la mesa estaba trucada, que hacían trampas, que se puso a jugar y que él mentalmente llevaba la bola al número y color que quisiera; y que ganó dinero hasta el punto que lo invitaron a levantarse y a no dejarlo seguir jugando. El Chivato Tántrico le dijo a El Charro que ese dinero lo quería para enviarlo a Butan, de donde era él, a una bolsa de pobreza. Pasamos a hablar de lo que haríamos el sábado, de que teníamos dos opciones; una, ir a París a un concierto de rock en la Sala Bataclan; dos, regresar a La Palma, e ir a ver a Antonia San Juan en el Teatro Circo de Marte. Todos dijimos que ir a ver a Antonia. No obstante, quisieron tirar las cartas. Las cartas dijeron que a Antonia. El Chivato las volvió a tirar y comentó que al día siguiente en París iba a ocurrir algo que no era bueno.

Llegamos a La Palma al día siguiente con el tiempo suficiente para comer, descansar e ir con calma al Teatro Circo de Marte. León, el hermano de El Charro, nos estaba esperando en casa con Alma, la mujer de El Charro; nos quisieron dar esa sorpresa. Después de la actuación de Antonia fuimos a cenar al Mambrino, de la mano del gran Nicolás. Para beber pedimos ‘Debo 13 Cántaros a Nicolás’, un vino tinto roble denominación de origen de Cigales, Valladolid; esa zona que solo hacía claretes, y que desde que empezaron a hacer tintos no paran de recoger elogios y buenas puntuaciones. Cuando íbamos por mitad de la cena, El Ápostol del Jazz, que venía de ensayar en Los Divinos, se vino a sentar en la mesa nuestra. Nos miró a todos y nos preguntó: “¿Lo saben?”. Le respondimos con asombro: “No”. Entonces os lo voy a tener que decir, y nos comentó el espanto ocurrido en la Sala Bataclan. Ninnette y Lissette se pusieron en pie con una mano en el corazón y empezaron a cantar La Marsellesa. Todos los demás nos pusimos en pie, mano en el corazón, y cantábamos con Lissette y Ninnette. El Ápostol del Jazz acompañaba a la guitarra. Los Divinos que se retiraban a sus casas después de ensayar y pasaban por allí, como le ocurrió al Apóstol, hicieron lo propio con sus instrumentos.

Después de una larga pausa llena de rabia, El Chivato le comentó a El Charro que el dinero ganado con su poder mental en la ruleta de Casablanca lo iba a enviar a los afectados y familiares de los incidentes de París. “Charro, me debí de haber quedado sentado un rato más en aquella ruleta trampeada”.

Abrazos por El Lado del Corazón. Salud y Alegría Interior.

Las Cosas Buenas de Miguel

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