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Consuelo Rodríguez, una poeta palmera

Rosario Valcárcel

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El amor se alimenta de la imaginación, que nos hace más sabios que lo que sabemos, mejores de lo que sentimos, más nobles que lo que somos; que nos capacita para ver la Vida como un todo (Oscar Wilde, De Profundis)

Conocí a Consuelo Rodríguez por uno de esos misteriosos azares de la vida. La conocí a través de las redes sociales, y en seguida me contó que ella escribía poesía y que tenía un nuevo libro titulado ‘Poemas’. Me invitó a presentarlo en la isla de La Palma, en Los Llanos de Aridane. Y la verdad, esa petición me pareció algo tan inocente y al mismo tiempo tan bello, teniendo en cuenta mi cariño por esta isla y por sus habitantes, que le pedí que me enviara un libro para leerlo. Desde la primera lectura, me propuse esbozar unas líneas. Presentarlo.

Porque ‘Poemas’ es un libro cargado de amor y de nostalgia, de esa poesía que podríamos llamar romántica, que tiene una estrecha vinculación entre el paisaje y el alma de la poeta, de su proyección sobre el mundo. Un libro que me ha hecho recordar a aquella poesía que Antonio Machado escribió con gran desenvoltura.

Y no es de extrañar que Consuelo se salga del mundo convencional y se transporte a su origen, al lugar de su nacimiento, al encanto de bosque de pinos, sauces, almendros, agrupaciones fayal-brezal: al pueblo de Puntagorda. A una naturaleza donde se cumple ese dicho popular de que vivir en La Palma es solo para quien Dios se lo permite.

Y nos cante a ese paisaje suyo: al barro como signo de fertilidad, al agua o a las flores, a la tarde o la noche, a la luna o las estrellas, todos ellos presentes en su obra. Oigamos a nuestra poeta:

Cuando el viento calla el suspiro

y pone alas a la penumbra,

yo sigo aquí para amarte,

así sin amarras, sin sogas ,

bebiéndome tus enjambres

contaminados de espuma.

Y cuando el agua corre deprisa, clara, potente,

entonces se hace mi amor más grande,

Cuando el miedo cubre mis párpados

fríos y las tinieblas corren mis mejillas,

entonces yo vuelvo a mirarte,

fijamente a los ojos y me digo:

Cuántas veces no adiviné tu rostro

calcando en un libro tu boca poderosa

y amante, buscando el beso, que me apartara

del silencio que me aterra.

Cuando yo cruzaba los mares de plomo

azul y venías con los pájaros cantando

melodías de sirenas de papel,

mi cuello hacía un collar de conchas.

Yo volvía a acariciar tus manos

hambrientas, y con la tarde calmaba

el latido del mantel encima de los muslos.

Entonces yo volvía a nacer

comenzaba a averiguar

las flores que la primavera había dejado en el camino.

Hoy, pobre, desanimada, urgente, vuelvo a los

almanaques para bautizar los días y solo encuentro

Números, letras, ¿Habrá querido la primavera

ocultarse para siempre?

La lírica de Consuelo Rodríguez está construida en torno a ese paisaje de su infancia que nos va mostrando como refugio de su vida sentimental, del desencanto ante un destino que no la llevo a la nupcialidad, ni a la fecundidad. A una lírica basada en la sinceridad, en el amor, en el mirar la realidad como en un ensueño que la transporta a los cristales, a lo frío. A su casa y a sus muñecas anheladas. A la ventana de su niñez desde la que veía caer la lluvia, desde la que esperaba.

Esperaba con emoción, como la espera poética, del frío y la unión amorosa que plasmó Lorca en su poema ‘La casada infiel’: “Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío” .

….Espero tu vuelta como la mañana espera/ el sol para enfurecerse/ con el grito opaco de los hombres, / espero sin remedio que seas tú el último/ Paisaje/ que acude a la mañana dejando herida/ esta lluvia humedecida/ que madruga en mi ventana...

La poeta no quiere negarse a los elementos poéticos de su isla: la lluvia, el viento, el frío, la hierba, el silencio… Elementos que no solo cobran protagonismo sino que conviven en su poesía como canales de sentimiento y de diálogo, quizás aprendidos a través de los poetas que admira como Juan Ramón Jiménez, Neruda y el propio Lorca. O quizás como testimonio de una escritura autobiográfica:

Este dolor que crece/ con la hierba/ es remoto en mis días, /nació con la lluvia imperecedera/ de las hojas/ con la luz primera del habitáculo, / transformándose en ríos estelares/ o espacios nuevos. / Por eso no puedo negarme/ al mundo…/

Tampoco quiere negarse Consuelo Rodríguez, a las relaciones humanas, ni al conocimiento inocente de lo íntimo, de sus recuerdos infantiles, tema recurrente como fuente de nostalgia, de paraíso perdido.

Y escuchamos:

Me quedo como una niña esperando el regazo/ bajo los tiernos árboles esperando el frío/ bajo las blancas nubes, esperando que/ rompieran a llover y llorando me abrigué/ para siempre bajo el pino que recuerdo, / en el lugar lejano que nunca hubo, / Descendieron como las estrellas a mis ojos/ cintas de colores, luces brillantes, juguetes, / muñecas anheladas y hadas de oro/ hasta que insinuando las mejillas rojas, / rompieron a caer lágrimas, y me detuve/ en el paraíso que el mundo me acercó/ como lánguidos fantasmas vestidos de sombras y luz.

El tema central del libro ‘Poemas’ es el encuentro entre el amor y el desamor, sueños e irrealidades, la resistencia que esa pasión halla en el camino a través de herencias primitivas. El hecho humano convertido en sentimiento de ausencia, nostalgia y deseo de dialogar con el ser o los seres amados. El ansia de retorno.

…Y tú oculto atraviesas las cordilleras/ de la pequeña isla/ que la aurora/ ha contaminado/ entonces el sello de las cartas/ enmudece por siempre. Te esperaré y si no vuelves/ te escucharé sigilosa detrás de mí.

Consuelo Rodríguez está actualmente jubilada de la enseñanza y dedica su tiempo a la lectura y a escribir poemas. Su quinto libro publicado por la editorial ArtGerus, luce una bonita portada e ilustraciones interiores realizadas por Goretti Rodríguez, una joven pintora autodidacta que, ha ilustrado libros para la E.S.O., para las escuelas de la Conserjería de Educación. Ha realizado también murales y exposiciones de pintura. Ha tallado en tea el escudo del Ayuntamiento de Puntagorda. Una familia de artistas, junto con su hermano Francisco Jonás, que hoy acompaña a su hermana Consuelo con unos acordes de contrabajo.

‘Poemas’ de Consuelo Rodríguez es un libro que mantiene ese halo bucólico de la escritura sencilla, sensorial e intimista. Una poesía que da sentido a muchas cosas de la vida.

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