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Huellas en las piedras
Este es el título de una exposición que se exhibe en el Museo Arqueológico Benahoarita (Los Llanos de Aridane) entre el 1 de diciembre de 2017 y el 10 de enero de 2018. Está formada por 15 instantáneas, realizadas por el fotógrafo Tarek Ode, en diferentes estaciones de grabados rupestres de la antigua Benahoare. Los paneles pertenecen a los yacimientos de Belmaco (Villa de Mazo), La Zarza, Fuente de Los Palomos, Buracas, El Calvario de Santo Domingo, El Corchete y Llano de Las Lajitas (Garafía), Roque Teneguía (Fuencaliente), Montaña de Sancho (Puntagorda), El Verde (El Paso) y Lomo Boyero (El Paso).
La exposición es una ocasión única para comprobar la belleza y espectacularidad de los petroglifos benahoaritas. La visión de Tarek nos permite adentrarnos en un horizonte mágico en el que estas enigmáticas inscripciones alcanzan un clímax de preciosismo formal que, muy raramente, es posible apreciar durante la visita a los enclaves en que fueron ejecutadas. En su trabajo no solo importan los grabados, sino que también forman parte de su creación las luces y sombras, la topografía, la vegetación, los líquenes y las tomas desde perspectiva inverosímiles, al menos para los investigadores. Todos estos elementos son los que le otorgan una personalidad propia a las creaciones de Tarek y posibilitan disfrutar de unas visiones que antes nunca habíamos apreciado.
Es imposible estar delante de las fotografías de Tarek y no extasiarse ante obras creativas tan bellas. Pero, tras esta primera impresión de estar contemplando algo maravilloso y único, nos surgirá, inmediatamente, la gran cuestión: ¿para qué y por qué nuestros antepasados aborígenes plasmaron estas huellas en las piedras?. Nuestra imaginación intentará buscar respuestas, motivaciones, sentido, etc., a estos motivos simples y repetitivos pero que, si nos detenemos a pensar un poco, veremos que solo guardan semejanzas formales que no nos impiden ver que no existen dos motivos que sean exactamente iguales.
Los grabados rupestres benahoaritas, cuando los vemos en el entorno natural en que fueron realizados, suelen presentar un aspecto descuidado, borroso, imperfecto, etc., que suele estar provocado por la hora del día a la que se contemplan, la presencia o ausencia de la luz solar, el recubrimiento de líquenes y musgos, el desgaste de los agentes atmosféricos y el transcurrir del tiempo, etc. Las fotos de Tarek tienen la virtud de mostrarnos los petroglifos tal y como pudieron ser en el momento en que se realizaron y cuando los aborígenes acudían a estos lugares sagrados para solicitar su dios Abora que les protegiese y, sobre todo, que les agraciase con las ansiadas lluvias, de cuya abundancia o escasez, dependía, en última instancia, que su vida fuese más o menos fácil o se convirtiese en un auténtico infierno.
Las fotografías de Tarek no son fruto de la casualidad, la suerte o la improvisación. Por cada instantánea escogida ha realizado un buen número de tomas que, a pesar de ser descartadas, son dignas de formar parte del catálogo más exigente. Tarek busca la perfección y la consigue a base de tenacidad, perseverancia y, sobre todo, una gran ilusión por todo lo que hace. Lo hemos acompañado en varias ocasiones por La Palma y damos fe de su profesionalidad. Solo baste decir que, para conseguir una foto perfecta de los petroglifos de El Verde (Barranco Tenisca. El Paso) han sido necesarias unas diez horas de estudios preliminares e intentos no satisfactorios, prolongándose la sesión de trabajo hasta las 3 de la madrugada. Por otro lado, queremos destacar que sus obras de petroglifos no solo se limitan a plasmar los motivos aborígenes, sino que quedan realzados, siempre que sea posible, por el entorno en que se enmarcan, lo cual le otorga prestancia, singularidad y empaque a su trabajo.
Esta exposición tiene la virtud de dejar meridianamente claro que los grabados rupestres benahoaritas son auténticas y bellas obras de arte que, además, poseían un significado mágico-religioso y trascendente que, por muchas elucubraciones que realicemos sobre su posible significado, nunca sabremos, con certeza absoluta, qué llevó a los antiguos palmeros a dejar sus huellas en las piedras de todos los rincones de su entorno insular, desde la orilla del mar a las cumbres más elevadas. Su pensamiento y su cultura fueron tan brutal y concienzudamente erradicados que no han posibilitado ni el más leve rastro de esta tradición en la memoria de sus descendientes. Los grabados rupestres son, hoy, mudos testigos de una época y un mundo que, nos guste o no, aportaron temor y esperanza a unas gentes que durante 1.500 años, como mínimo, hicieron de este peñasco su hogar y un espacio vital en el que sortear todas las dificultades que su entorno natural y, especialmente, sus dioses les enviaron. Los petroglifos no son otra cosa que sus intentos por influir en los designios y caprichos de los seres superiores.
La exposición se completa con la presentación de 8 grabados rupestres que forman parte de los fondos del Museo Arqueológico Benahoarita. Su procedencia es muy variada y va desde la Real Sociedad Cosmológica de Santa Cruz de La Palma, colecciones privadas y petroglifos recogidos por nosotros en el desempeño de nuestra labor de inspector de Patrimonio Histórico del Cabildo Insular de La Palma. Estas últimas piezas arqueológicas se corresponden con objetos descontextualizados, es decir, que su situación no es la originaria puesto que han sido removidos o trasladados y, sobre todo, porque se trata de petroglifos que corrían un grave peligro de desaparición por la proximidad de obras, vías de comunicación o, simplemente, ser expoliados. Los petroglifos cuya procedencia se conoce estaban en la Degollada de Las Palomas (Puntagorda), Lomo del Molino (Las Tricias. Garafía), Pico de Fuente Nueva (Garafía), Lomo de Las Lajitas (Garafía), La Zarza (Garafía) Y La Montañita (El Paso).
Felipe Jorge Pais Pais (Doctor en Arqueología)